lunes, 31 de marzo de 2014

Todo lo perdi

Todo lo perdí, salvo tu nombre.
Lo demás se me ha ido poco a poco:
sudores y palabras, cortas noches,
la copa del encuentro, negros días,
los lunes del pecado, los hoteles
sin vino y la esperanza del invierno.

Todo fue como el aire de la vida,
la luna acorralada, el tiempo en blanco,
las caricias de amor y los papeles
con versos y las cartas del olvido.
Las dudas ante el beso, la alegría,
el amor a las tres de la mañana.

En todo estabas tú, aunque no eras:
la atracción de los cuerpos y la sangre
golpeando el rincón de los insomnios.
Las calles para andar en tu costado,
la cintura, los lazos de la carne,
el camino hacia donde y hacia cuando.

Por allí –y allí mismo- estaba el frío,
las tardes de domingo, el sueño a solas,
las manos como fuego, tiernos labios,
el abrazo del miedo, las llamadas,
teléfonos sonando en la penumbra,
el cielo protector cuando tú estabas.

Y todo lo perdí. Ya no me queda
más que el nombre, tu nombre que es ahora
el recuerdo lejano de un instante.



CON MANUEL CUESTA EN LIBERTAD, 8

Y por fin, Manuel Cuesta ha tenido a bien invitarme a compartir con él una noche de música y versos. Salgo, como he dicho en anteriores ocasiones, muy poco por la noche. Pero cómo desaprovechar esta ocasión para disfrutar Cerca de la Tempestad. Con Manuel comparto tantas cosas. Y estoy deseando, además escuchar en directo su disco.

No os lo perdáis. Merece la pena. Si tenemos suerte y el pintor y poeta Jerónimo Salinero se anima, tendremos ocasión de disfrutar de sus versos. Muchos le conocéis y sabéis que es un placer gozar de su humor y su poesía.

lunes, 24 de marzo de 2014

Las manos de Lila

A mi nieta, recién venida

Se mueven como el mundo. Dulce, sencillamente.
Esas manos que un día abrazarán la tierra,
que traerán caricias y curarán dolores
y harán de los caminos abrazos de los cuerpos.

Esas manitas chicas, como estrellas de aire,
que se agarran dormidas a la vida que late
en otra carne amada, en el calor del sueño.
Esas manos que traen el nombre de la dicha.

Los dedos como brotes de los frutos más dulces,
nubes y caracolas donde se esconde el viento.
Esperanza y promesa de un futuro que rompe
la tormenta del miedo y la palabra nunca.

En esas manos mueren los espacios vacíos,
la eternidad empieza como un beso cercano,
lo mismo que si fuera el universo abierto,
el lento movimiento de todas las mareas.

Me agarran esas manos, me acarician despacio,
y rozan suavemente mis dedos asombrados.
Luego, tiernas y frágiles, llegan hasta mi pecho
abren mi corazón y se quedan dormidas.

martes, 18 de marzo de 2014

La vida

Estas cosas, amigo, aunque nos cueste,
son, sin duda, las reglas de la vida.
Yo puedo recordar, sin ir más lejos,
su sonrisa radiante cuando ella
llegaba a nuestra cita. Y sin esfuerzo
sentir aún sus labios como el vino,
y sus manos abriendo mi camisa.

Y el aliento quemándome los labios,
su voz de mar, el tierno sobresalto
de sus piernas abiertas a mi carne.
Puedo, incluso, volver a estremecerme
en la espesa batalla de los cuerpos,
y oír su corazón como si fuera
el mágico rumor de mil tormentas.

Está todo en mis venas. Si me apuras,
podría sin esfuerzo revivirme
en cada una de todas sus palabras,
revivir el cansancio de la carne,
tras el amor. Contarte como eran
las gotas de sudor entre sus pechos,
y la humedad del pubis en mi boca.

Y sin embargo, ¿qué quieres que te diga?
El tiempo vence a todo. Nos derrota
sin compasión, terrible y brutalmente.
Porque un día la encuentras en la calle,
te besa fugazmente la mejilla,
y sonríe –“me esperan”- y se marcha. 

lunes, 10 de marzo de 2014

Te invoco hoy

Te recuerdo todavía. Y sin embargo
nunca fuiste un gran amor, niña perdida.
Mis ojos asombrados y esas manos
recorriendo mi cuerpo, cuando era
la soledad el mundo conocido.

Te tengo en la memoria y en la carne,
en esta hora del sueño y del olvido.
Me llegan, lo mismo que hojas muertas
tu suspiro, el jadeo de tu pecho,
en la cama deshecha de tu cuarto.

Tus besos con sabor a cigarrillos,
el silencio de nubes, la dulzura
de tu piel transparente, la caída
de tu cuerpo en mi cuerpo. Aquellas noches
con el miedo al reloj en la mesilla.

¿Y qué ha sido de ti? De vez en cuando
tu nombre me persigue por los libros,
se despereza lento como el suave
regusto a sal de la melancolía,
lo mismo que el sabor de un vino nuevo.

Pedacito de amor, niña sin dueño,
palabra de mis noches. Dulce encanto
del momento encontrado cuando todo
era la vida en punto, y no había nada
más allá del deseo de las sábanas.

Esta noche te invoco. Por aquellos
abrazos de pasión, por la locura
de la sangre. Por mis dedos
buscando el universo de tu vientre,
la eternidad de dios en tus caderas.

Vienes a mí. Te duermes a mi lado.
Te me mueres lo mismo que si fueras
el sol cálido de todos mis inviernos.
Nunca fuiste mi amor. Pero ahora mismo
tu nombre es mi deseo y mi nostalgia.

lunes, 3 de marzo de 2014

Todo es ahora

A mi amigo Carlos López Collado


Esa atracción salvaje de los cuerpos,
la furiosa pasión de los abrazos,
la succión de los labios en los pechos,
el calor de la piel, el suave vientre
donde Ismael perseguiría a la ballena.

Esa muerte dulcísima y querida,
cuando los cuerpos rompen el latido,
se emborrachan de limpias humedades,
se rompen en la esquina de la noche
cabalgan la locura del instante.

Esos besos benditos, el mordisco,
relámpagos eternos, la tormenta
del corazón golpeando el universo,
esa carne abriéndose al impulso
de la sangre caliente del deseo.

Y todo, todo eso, amigo Carlos,
es, al final, un cuerpo a nuestro lado,
ese cuerpo glorioso por el tiempo,
que duerme entre las sábanas y roza
un instante tu piel en la alta noche.

Esa loca pasión, aquella fiebre
es ahora la ternura de una mano
que, lenta y dulcemente, te acaricia
cuando viene el dolor y tienes miedo.