martes, 29 de abril de 2014

Medicina

Y no es verdad. Tampoco hay amor que consiga
derrotar los dolores de la carne cansada.
Esa punzada viva que te atraviesa el pecho,
o, pura y simplemente, el amargo mareo
de una resaca infame al levantarte el lunes.

De dolores mayores también está probado
que no hay pasión alguna capaz de aniquilarlos.
Que no hay beso que pueda, en cualquier madrugada,
anular el aullido de una muela maldita,
ni unos labios que venzan a un infarto y su angustia.

El amor es más débil que cualquier aspirina.
Se nos viene y se marcha cuando no lo queremos,
deshace corazones y siembra de peligros
la soledad sin nombre de todos los dolores,
y alimenta el fracaso de los años perdidos.

Por eso, cuando ahora mi cuerpo vive en ese
misterioso milagro de miedo y medicinas,
declaro mi derrota y me someto inerme
sabiendo que tu cuerpo ha perdido esta noche
la dudosa esperanza de salvarme en tu nombre.

martes, 22 de abril de 2014

Insomnio

Despiertas una noche
y te llega el dolor,
los dolores del alma que deshacen el sueño,
que te rompen las horas.
                                        Y el silencio
pesa como una cruz maldita y conocida.

Abandonas el lecho y recorres la casa,
enciendes un cigarro. Te preparas
una copa en la alta madrugada.
Los recuerdos son pájaros dormidos.
(Y ese dolor del alma, tan real, tan cercano).

Sientes la soledad rondando en el pasillo.
Una tristeza vieja te llega hasta la boca.
Y sabes que el reloj se ha parado ahora mismo.
Nada hay que te pueda salvar de la amargura.
Y no hay voz que te salve del miedo y las sombras.

Busca entonces un libro.
La Isla del Tesoro, Moby Dick o los versos
más hermosos que puedas recordar.
Deja que pase el tiempo lo mismo que si fuera
el minuto perfecto, ese instante perdido
de los años de dicha.

Espera que amanezca tras las negras ventanas,
que el ruido de diez mil automóviles arrastren
la quietud del momento.
Pues todo está perdido en este largo insomnio.
Y sabes que el dolor,
como una lluvia fría
va a acompañarte siempre en cada viaje tuyo.

Pero entonces,
aunque sea un momento,
piensa en ti, cuando eras ese cuerpo glorioso
que un día dio a otra carne el gozo de la vida,
la fugaz sensación de que fuisteis eternos.
(Y lejos, en la noche, en una cama extraña,
hay alguien que aún te añora aunque no te recuerde).

lunes, 14 de abril de 2014

La Isla del Tesoro

Oído en un telediario:
Una mujer en una manifestación por la educación pública: 
“Tenemos que protestar si no queremos perder nuestros derechos”
Un político: “No cambiaremos nuestras políticas 
por muchas protestas y manifestaciones que se hagan”


Cuánta tristeza. Cuánto
dolor en las palabras que ahora escucho
yo derrotado frente al televisor.
Por las calles, se extiende, como un sueño,
la impotencia, las manos que no tienen
más que el blanco vacío, el imposible
afán de la tormenta que no llega,
que ha de limpiar las plazas y los cuerpos.

Un futuro sin nombres ni amapolas.
La soberbia se sube a los caballos,
deshace claros días, atraviesa
con la lanza del odio la esperanza.
Mata la voz del hombre, lo aniquila,
lo entierra entre palabras. Hay un vómito
agrio de vino y sangre en el asfalto.

Y todo, todo está como si nada,
como si todo fuera una noche interminable,
el deseo de un fuego ante la cueva,
la nostalgia de viejos paraísos,
la sensación del miedo, el lento pulso
de un corazón cansado y ya vencido.

Más allá de esas voces se levantan
unos labios abiertos a la vida,
los cuadernos y libros escolares,
el alma de los niños, la tristeza,
el pan de cada día y las canciones
de amor, la piel de las estrellas.

Cuánta tristeza. Amor, cuánta tristeza,
cuánto dolor, ahora, ya perdidos
para siempre los mapas que nos traigan
el tesoro de la isla a nuestras manos.
Mas sálgamos al mar. Vente conmigo,
La bandera pirata es ahora nuestra
y Jhon el Largo nos guía hasta su isla.


martes, 8 de abril de 2014

Una noche mágica


Ayer fue un día grande. Una noche grande. Mi amigo Manuel Cuesta me in vitó a compartir el Libertad, 8. Amigos maravillosos con nosotros: César de Centi, Jon Andión, J Álvaro, Jerónimo Salinero, Dani Eme...Disfrutamos de las canciones de Manuel (me emocioné con mi poema Estos días, musicado magistralmente por él) y tuvimos la ocasión de saludar a viejos y nuevos amigos (Ricargo, Fernando, Julio, Joaquín, Elvira, Julián, Salva, Mari Recio, Dani...


Es asombroso que la música y la poesía atraigan todavía a la buen a gente, hagan de vínculo y abrazo. Y que Fernando Lucini siga tan maravillosamente activo, que todavía tenga el corazón abierto, incansable al cansancio, a los sinsabores... Gran Fernando. Hombre bueno y sabio, padre de tantos cantautores, bondadoso y ser humano escepcional. Siempre con tiempo para todos, siempre una palabra amable, siempre al lado.


Quiero también dedicar un recuerdo especial a Paris Joel. César de Centi que, igual que Dani Eme, tuvo la generosidad de cantarnos una de su canciones, se acercó luego a mi para darme recuerdos de Paris. Y le dije el milagro de la vida que supone que nunca haya visto a Paris y le tenga tanto afecto, le sienta tan cercano a mí.


César me dijo algo curioso: "Resulta que él ha utilizado esas mismas palabras. Me ha dicho que nunca te ha visto personalmente y que no entiende cómo se siente tan cercano a ti. Si le conocieras. Es un ser extraordinario. Luchador y buena gente". La vida, a veces, como dice Ismael, te guiña los ojos, te invita a una ronda. A mí me invita con gente como ésta.

Le dije a César que entre mis sueños está ir un día a conocer Sada, a conocer a Paris. "Ojalá", me contesto, "te encantaría el pueblo y Paris". Ojala se cumnplan un día nuestros sueños.

Siento no tener más fotos. Pero valgan como recuerdo.

lunes, 7 de abril de 2014

Tu dolor

Tu dolor. Tu tristeza que me llega,
como una herida abierta.
-tu corazón doliente-
que me cuentas
en cuatro líneas apenas muy lejanas.

Quisiera acariciarte muy despacio,
en esa soledad
que siento como mía,
que me besa en el alma y se deshace.
Y no sé qué serás, dónde tú ahora
escondes ese miedo,
dónde andarán tus días y tu sombra.

Esa sombra,
Esa palabra tuya, la que entonces
recorría mi boca y removía
el temor al fantasma del olvido.
Me llegan como llegan los otoños,
con la misma nostalgia de los lunes,
igual que tus mensajes en la arena.

Ahora que ya no estás,
que nada eres,
se me clava tu miedo y adivino
tus noches en la cama de los otros.

Por eso, corazón tan deseado,
escribo a tu tristeza,
y sólo tengo
estos versos, la palabra
que quiere acariciar
el alma que aún deseo
y que me duele.