Hace unos días presenté el libro de García Gil sobre Serrat. Os dejo el texto de mi intervención por si os interesa y porque merece la pena difundir este gran libro. Os dejo también el enlace con el blog de Luis
Los oficios del diletante
Dicen –y en parte es verdad- que uno de nuestros pecados nacionales es el de la envidia. Yo creo que el peor pecado es el de la maledicencia, que tiene mucho que ver con la envidia. En todas las profesiones se perdona mal el triunfo de los otros. No os voy a hablar de la mía, la del periodismo, donde es fácilmente apreciable con sólo echar una ojeada a los periódicos o ver un ratito la tele.
Sin embargo, -siempre hay casos raros- no es así en el mundo de los cantautores. En mis entrevistas y conversaciones con muchos de ellos (desde el añorado Labordeta a Pablo Guerrero o Patxi Andión), nunca he escuchado alguna maldad sobre los otros. Siempre se han tratado con cariño y respeto y generosidad. Generosidad y solidaridad de la que podría hablar Patxi Andión (incluso de la generosidad económica).
Y esa, salvo excepciones, ha sido una costumbre que han heredado los continuadores de la tradición de la canción de autor . No hay más que ver a Manuel Cuesta, Marwan, Moncho Otero, Alfonso del Valle, Jorge Castro para comprobar su generosidad y su respeto. Se avisan unos a otros de los locales nuevos, invitan a sus compañeros a compartir escenario. Comparten canciones y noches.
Viene todo esto a cuento porque al ir preparando estas palabras y buscar declaraciones sobre Serrat, anécdotas, chismes y cuanto me fuera útil, he de confesar que no he encontrado a nadie que haya dicho una mala palabra de él. Es verdad que hay alguna crítica primera por su empeña en cantar en castellano y catalán, pero no he apreciado esa maledicencia de la que hablaba antes.
La envidia que se puede apreciar en torno a Serrat es una envidia sana. Una envidia rayana con la admiración, o mezclada con la admiración. Lo dice alguien en estas páginas. ¿Quién no conoce a Serrat? ¿Quién no ha tarareado alguna de Serrat? Y lo cuenta José Ramón Pardo al hablar de la primera presentación de JM Serrat en Madrid, en el Lasalle. Sólo fue un periodista. Los demás fueron a ver a otro que con más luces y medios se presentaba en un teatro. De aquel nunca se supo. De Serrat se sigue sabiendo.
Dice José Ramón Pardo en uno de los prólogos que este libro no es una biografía. Y no lo es. Este libro es un estudio apasionado, certero, académico, de Serrat y de su obra.
(Me van a dejar que haga un paréntesis para decir algo que recoge Luis García Gil en la nota 132 de la página 127. Al analizar la canción de Curro el Palmo, y la estrofa:
“Ay mi amor, sin ti no entiendo el despertar,
Ay, mi amor, sin ti mi cama es ancha
Ay, mi amor, que me desvela la verdad
entre tu y yo la soledad
Y un manojito de escarcha”
Escribe Luis que José Ramón Pardo cree que ese manojito de escarcha es una metáfora de la masturbación por la soledad en la que vive el Palmo.
Lejos de mí corregir al maestro Pardo que hace, además una divertida lectura de la letra. Pero, sin negar que puede ser así y con su permiso, yo creo que es un cariñoso y certero homenaje a la canción de Homero Expósito con música de Héctor Stamponi, Quedémonos aquí. Y que dice:
¡Abre tu vida sin ventanas!
¡Mira lo lindo que está el río!
Se despierta la mañana y tengo ganas
de juntarte un ramillete de rocío.
Es innegable el paralelismo entre ese manojito de escarcha y ese ramillete de rocío. Ambas metáforas maravillosas. Y de todos es conocida la pasión que Joan Manuel siente por el tango. Podríamos buscar más paralelismos entre las letras de los tangos y las de Serrat: por citar uno, Barquitos de papel, igual título en Joan Manuel y en Expósito. )
Y cierro este largo paréntesis. Decía que Pardo afirma que éste no es un libro de la biografía de Serrat. Y en el otro prólogo Ismael Serrano asegura que un día se estudiarán en la universidad y en la escuela las canciones de Serrat y el libro de García Gil.
No es una valoración exagerada. Es verdad. Este es un libro, decía yo, culto, riguroso, académico. Aquí no se cuentan anécdotas divertidas. En estas páginas se estudia, verso a verso, a un poeta que canta. Se analizan sus letras, se explican sus razones, el sentimiento íntimo que le ha llevado a escribir lo que ya es un tópico llamar la banda sonora de tantas vidas.
Este libro ayuda a entender mejor las canciones de Serrat. Porque Luis ofrece una mirada mucho más profunda. Es la del admirador y el estudioso. Sorprende cuando lees este libro la enorme erudición de Luis. Su tremenda sabiduría, su capacidad de análisis y.. lo bien que escribe.
Porque este es un libro para disfrutar –te guste o no Serrat-. Es un libro que hace y analiza nuestra historia, la del alma. La de lo cotidiano. Es mi historia y tu historia.
Es un libro que nos narra las influencias de Joan Manuel Serrat en la nueva generación de cantautores. Quique González, Ismael Serrano, Pedro Guerra, Antonio de Pinto, Manuel Cuesta, Marwan... y tantos otros.
Y aquí, si me permiten –que seguro que sí- voy a hacer una disgresión. Serrat ha influido en los jóvenes cantautores. Y vuelvo al principio. Ha influido porque los cantautores “viejos” por llamarles algo, han sido generosos y buenos con sus herederos.
Está aquí sentado Patxi Andión. Por cierto, animo a escuchar su música, su último disco, para mí, un disco extraordinario, joven y maduro, acertado, emocionante. Ay, esa María en el corazón. Patxi Andión, Pablo Guerrero, Aute... han influido en estos jóvenes aportando ese aliento poético necesario en la canción de autor. Ese compromiso.
¿Puede alguien olvidar el machadiano El maestro, de Patxi? ¿O Tiene que llover, de Pablo? ¿O Sin tu latido, de Aute? No se puede olvidar porque ellos abrieron un camino que ahora siguen otros y que recogen lo más bello de la canción popular.
Yo veo siempre a los cantautores jóvenes hablando de Serrat, de Aute, de Sabina, de Pablo, cantando sus canciones. Se saben herederos y continuadotes de un género noble y sagrado: el de los trovadores.
Y veo, muchas veces, leo entrevistas en los que ellos “los viejos” hablan con admiración y cariño de los jóvenes que creen en ellos, que han continuado su obra. Eso es generosidad.
En fin. No quiero acabar estas palabras sin animaros a que leáis el libro. Que lo compréis. Estais comprando también nuestra historia. La historia de un país. Comprais literatura. Para disfrutar.
Luis García Gil ha hecho un trabajo enciclopédico. Afortunadamente, como otros los hacen, como mi querido Fernando Lucini. Están rescatando y llevando al hombre de hoy la memoria musical, sentimental y social de un país, el esfuerzo de un puñado de gente que, no siempre comprendida y en muchas ocasiones perseguida, nos han ayudado a vivir, a respirar en un país irrespirable.
Gracias a ellos. Gracias a ti, Luis, porque nos has traido el corazón y las razones de un hombre que ha hecho más por el conocimiento de un Machado, de un Hernández, de un León Felipe, que todos los días de colegio. Un hombre que ha hecho más por la normalización lingüística que todos los decretos de la Generalitat.
Gracias, Luis, y enhorabuena. Has hecho un trabajo magnífico. Y Gracias a Javier de Castro, un editor que sueña y cree en la misión de los editores. En estos tiempos de internet y de consumo fácil, es una alegría comprobar que queda gente capaz de arriesgar por una idea, por la calidad. Por la literatura y la memoria.