Amarte no es tener tu cuerpo al lado,
ni que tu carne me cubra hasta los huesos,
o que mi boca atraque en tu costado
o te coma a mordiscos y con besos.
Ni es que busque cosquillas en tu vientre
ni la risa debajo de tus pechos.
Tampoco es que te busque y que te encuentre
desnuda ni vestida por mi lecho.
Amarte es recibir de madrugada
mensajes que me dicen: vaya día.
Y tú, ¿qué tal? Y yo no diga nada.
Y que por una vez no sea sincero
Y no te diga que estuve con las ganas
de llamarte y decirte que te quiero.
martes, 28 de octubre de 2014
Sueño de una noche de otoño
Imagina que una noche, de repente,
te despiertas y me encuentras en tu cama.
Y yo beso tu frente, en la tibieza
de las sábanas te busco. Y luego
desciendo hasta tu pecho, acaricio
la aureola, te muerdo los pezones.
La eternidad debe ser estos instantes
de silencio que puede devorarse.
Voy bajando después hasta tu vientre,
huelo tu piel, mi lengua se detiene
en tu ombligo de miel y eternidades.
Y luego, luego ya, está la locura
del pubis que se enreda entre mis labios.
La salina belleza de humedades,
la dulcísima agonía de suspiros,
el estertor gozoso de la carne.
Tus manos en mi pelo, el movimiento
de tus caderas que levantan el placer,
la finísima piel que me rodea
la lengua, y el recuerdo
lejano y primitivo
del mar que entra en mi boca. Entonces
te despiertas e imaginas
que una noche de repente te despiertas
y me encuentras en tu cama.
te despiertas y me encuentras en tu cama.
Y yo beso tu frente, en la tibieza
de las sábanas te busco. Y luego
desciendo hasta tu pecho, acaricio
la aureola, te muerdo los pezones.
La eternidad debe ser estos instantes
de silencio que puede devorarse.
Voy bajando después hasta tu vientre,
huelo tu piel, mi lengua se detiene
en tu ombligo de miel y eternidades.
Y luego, luego ya, está la locura
del pubis que se enreda entre mis labios.
La salina belleza de humedades,
la dulcísima agonía de suspiros,
el estertor gozoso de la carne.
Tus manos en mi pelo, el movimiento
de tus caderas que levantan el placer,
la finísima piel que me rodea
la lengua, y el recuerdo
lejano y primitivo
del mar que entra en mi boca. Entonces
te despiertas e imaginas
que una noche de repente te despiertas
y me encuentras en tu cama.
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