No encontré la belleza más allá de tus labios
ni en tus manos de tierra he buscado otra cosa
que la vida, mi vida que empezaba en tu pecho,
en la palabra tuya y en tus ojos de sombra.
Hoy quiero recordarte en las tardes tranquilas,
cuando buscabas nombres en las playas y huías
hacia islas ocultas, buscando por los mapas
el camino a la noche donde estaba el deseo.
Cuando vuelvas al tiempo de la luz, cuando seas
otra vez ese aire que rompe los relojes
y que limpia las calles y que arrastra los miedos,
me encontrarás despierto en las puertas del mundo.
Allí estará completa la caricia iniciada,
el beso prometido, la piel que ya no es mía,
para llevarte adentro, a ese refugio donde
tu voz traiga la brisa que arrastre la tormenta.
Estaré como estaba en los días marcados,
sediento de ti misma, y bebiendo el fracaso,
sabiendo que ya nada podrá vencer la vida,
la misma que hoy te entrego aunque tú no lo sepas.