comerme a besos. Decirme que me ama,
tomarme de la mano y suavemente
llevarme hasta su cama o invitarme
a un gin tonic o gritarlo en las esquinas.
Sabe usted que yo siempre estoy dispuesto,
a pesar de las canas de mi barba
y de mis muchos males. Usted puede,
si se atreve, incluso a abrazarme por las calles,
besarme por tabernas y portales.
¿Qué quiere que le diga? Si usted quiere
puede presumir con sus amigas
de tener un amor más que maduro,
un amante de aquellos que sabían
tratar a una mujer como Dios manda.
Haga usted lo que quiera, devóreme la carne,
chúpeme el alma o lo que se le ocurra,
déjeme el cuello lleno de chupones,
agóteme las noches, que me tiemblen
las piernas y los besos, señorita.
Pero nunca jamás vuelva a decirme
que me quiere lo mismo que si fuera
su padre y que encima me respeta.
El incesto, señorita, es un pecado
por el que estoy dispuesto a condenarme.
7 comentarios:
Alegría de volver a tenerlo por aquí...
Abrazos amigo,,,
Gracias!
jajaja! Sr. Rodolfo se supera a sí mismo:
"Pero nunca jamás vuelva a decirme
que me quiere lo mismo que si fuera
su padre y que encima me respeta.
El incesto, señorita, es un pecado
por el que estoy dispuesto a condenarme"
Me alegra su vuelta, ya le echábamos de menos! Un besin,
ja que me gustan las calles de tabernillas...
Me sumo a la alegría de Alejandro por tenerte publicando de vuelta en este rincón.
Un abrazo.
Jajajaja precioso!!
Un beso.
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