domingo, 16 de noviembre de 2014

Esta noche también te echo de menos

Como todas las noches,
hoy te echo de menos.
Te escribo y te lo digo y tengo miedo.
El miedo de esta muerte, de esta vida,
la sensación terrible de que todo
está vencido
y no marcan la hora los relojes.
El miedo a que los días se me acaben,
de que no estés más allá de cuerpo y alma.

Esta tristeza amarga de los lunes,
esta angustia de no saber qué besos
habrá después de una boca que no es mía.
Y el miedo, el miedo siempre, el miedo siempre
a que no me despiertes de la noche,
A no tener tu cuerpo, como siempre,
a morirme sin ti sin yo saberlo.

Y tú lejos, y yo, tan sólo y sólo.
Y tú sin tú saberlo tan lejana,
La noche para no saber de tus palabras,
para no tener tu piel cuando no eras
esperanza ni vida, ni mordisco,
ni nada ya en la nada, ni siquiera
el verso que no sabe de medidas.

Mi vida tan pequeña, inútil vida
que jamás me dará sombras ni agua.
Mi vida para siempre, amor tan dulce
que nunca podrá entrar entre mis venas
buscando el corazón que te persigue.

Y esta noche de angustias y de miedos,
sin esperanza alguna que me salve,
sólo puedo decirte, que esta noche
como todas las noches,
amor, te echo de menos.

6 comentarios:

Niuqech dijo...

El miedo nos invade como el inquilino que pasa sin llamar, sin haber sido invitado.

Contra todo este miedo un abrazo y buenas vibraciones, maestro.

Isabel Motos dijo...

Terriblemente precioso.
Has dado palabra a aquello que se me estaba atravesando entre la garganta y las entrañas. Qué manera de invadir y avasallar que tiene la ausencia... y cómo ese miedo no se va del todo hasta que vuelve la presencia, porque hay ocasiones en las que escribirlo y decirlo no hace que se disuelva, sino todo lo contrario, parece abrir aún más la brecha...

Qué tengas un buen lunes, Rodolfo.
Un abrazo desde Granada.

Carlos dijo...

que manera más exquisita de definir ese miedo que traspasa la piel, ese que queda para siempre.
Como siempre, maestro, maravilloso.

jaime dijo...

Agradecido...

Yorrr dijo...

TRemendo!!

Clarita dijo...

Como Carlos, no puedo encontrar palabras más certeras, que describan ese anhelo, ese temor y desazón que nos queda cuando, en soledad, los recuerdos nos alcanzan vívidos e imposibles.
Precioso Rodolfo!!Besotes