domingo, 29 de abril de 2012

Cantautores


A Emiliano, Manuel, Marwan, Moncho, Rafa, Diego, Pedro, Luis...
a todos los que ponen ilusión a los días y a las noches
 (No puedo poner todos los nombres)


Cada noche caminan buscando la esperanza,
lugares donde puedan depositar el mundo
que llevan en las cuerdas de la vieja guitarra.
En su voz hay extraños caminos que les llevan
hacia el nuevo horizonte de un corazón abierto.

Tienen entre sus manos recuerdos de mil noches
en que fueron los dioses. Y tejen versos y horas
soñando que en los bares donde el amor palpita
tal vez haya esa noche el triunfo soñado.
O, tal vez, corazones que se junten al suyo.

En la canción de siempre respira la añoranza
de algún amor perdido, del cuerpo que fue ella,
cuando el deseo buscaba entre fría cerveza
el calor de unos pechos, unas manos sedientas
que pusieran de nuevo el triunfo en sus versos.

Hablan de lo que todos guardan en los bolsillos,
del amor, la tristeza, cotidianas derrotas.
Del dolor de los lunes y el miedo del domingo.
Y siempre baila el agua en sus dedos y buscan
quizá en clave de sol extrañas primaveras.

Nada tienen y esperan, sin embargo, que un día,
cuando la noche caiga vencida entre las mesas,
les vendrá ese milagro de unas notas que hagan
saltar en mil pedazos la suerte que les huye,
y una mujer, sólo una, llorará al escucharle.

Recogerán, despacio, los cables y los sueños
y enfundarán de nuevo guitarras y esperanzas.
Y mañana, otra vez, cuando caiga la vida,
buscarán un garito y a la dulce muchacha
que les diga: “Has cantado mi alma en tus canciones”.

Mañana harán del mundo un lugar luminoso.
Y pondrán en sus versos su corazón de espuma.
Por que ellos son el pan y la sal de la tierra.

***

lunes, 23 de abril de 2012

El último recuerdo del paciente inglés



Era alta y muy bella. Y ya tenía sus años.
Me la encontraba siempre acodada en la barra.
Bebía de su vino, despacio, a sorbos cortos.
Y no hablaba apenas con los dos camareros.
Un gesto suyo. Una mirada urgente
bastaba para que ellos rellenaran la copa.
Y ella se dejaba caer en el mar de aquel vino
como quien sabe desde más de cuarenta amores
que en el fondo del vaso existe la esperanza.

Nunca le dije nada. Sólo la contemplaba
mientras la tarde iba cayendo lentamente.
Andaba yo en pasiones, rupturas y dolores
de mujeres de noche y dulces madrugadas.
Y muy de vez en cuando jugaba con la idea
de que ella fuera una extranjera sin patria,
abandonada en la playa oscura de los bares
donde muere el deseo y la nostalgia crece.

Seguro que en su pecho habría amantes perdidos,
en sus manos tendría las viejas cicatrices
de olvidadas caricias en cuerpos de otros hombres
y en su carne grabada la nostalgia de un tiempo
en que era su belleza maldición y castigo.

Si me hubiera atrevido le hubiera dicho que ella
me recordaba a ti, a como tú serías
cuando los años pasen y ya no me recuerdes.
Pero, me dije, nunca hay que inventarse historias
de mujeres fatales. La verdad es más simple.
Y pensé que sería una mujer sencilla,
la vieja funcionaria de pensión desahogada,
y gris y triste vida, sin amigos ni sueños.

Un día regresé y me contaron que ella
se había marchado y dijo que nunca volvería.
En voz baja, en susurros, me contó el camarero
que, parecía mentira, pero esa misma tarde
vino a buscarla un coche con las lunas tintadas,
y un viejo caballero, delgado y elegante,
la besó dulcemente mientras la regañaba
lo mismo que a una niña y le decía sonriendo:
“El conde Almasy ha muerto hace ya muchos años.
El vino ni los bares podrán ya devolvértelo ”.


***

jueves, 19 de abril de 2012

Noche de poesía y música

Me piden algunos amigos que cuente cómo fue la noche de ayer. Fue mágica. Noche de poesía y música. Y, sobre todo de amistad. Emiliano del Río se había empeñado en preparar minuciosamente el programa. Yo le había advertido: "No te esfuerces. Lo mejor es improvisar. Todo saldrá bien". Y lo fue. Fue una noche entre amigos (numerosos. Qué suerte tener tantos y tan buenos amigos).

Emiliano triunfó, ayudado por los increíbles Adán Latonda al piano, y Manu Clavijo al violín. Ambos entregados, ambos disfrutando, perdonando mis improvisaciones que les rompían todo lo que habían preparado. Sonrientes, amables, generosos.

Y sorpresas. Apareció Patxi Andión al que hizo subir al escenario Emiliano. Qué hermosa canción, que belleza de versos y armonías. La sobriedad de Patxi, su ternura y delicadeza... cantándonos al oído esa nevada sobre la hoz de Cuenca. Su hijo Jon  hizo suyo uno de mis poemas. Escucharlo en su voz fue como si hiciera un poema distinto. Me pareció hasta bueno... el poema, digo.Y yo mirando a su madre que mira al hijo siempre con embeleso.

Y, a poco de comenzar, entra en la sala Luis Pastor y su hijo Pedro. Le recordé los días de Vallecas, los años duros de la dictadura y la transición. Y le hice subir a recitarnos su hermosísimo "Qué fue de los cantautores". Patxi, asentía con la cabeza, Pablo Guerrero sonreía bajo su barba sabia. Así que Pedro subió también al escenario y dio una hermosa lección de lo que se puede hacer y decir con un rap, sarcástico y lleno de mala leche.

Hice que subiera Pablo a recitar uno de los poemas de su último libro "¿No son copos de nieve?". Y se negó. Quería leer uno mío. Leyó, a primera lectura y maravillosamente, "Goyeneche canta Sur", como continuación de la desgarradora versión que hizo emiliano de "Nostalgia". 

Yo sentía que el corazón de me iba a romper. No era posible tanto arte, tanto cariño, reunido en el Libertad. Tanta generosidad. como la de mi amigo Manuel Cuesta que hizo a dúo una versión preciosa de una canción de Emiliano. Manuel Cuesta, llegaba directamente del trabajo. Vestidito con su traje de ejecutivo, encorbatado y tan sonriente como siempre.


Leí algunos de mis poemas, pero yo no podía leer. Yo quería disfrutar de aquella noche con mis hijos Ismael, Jimena, Daniel. Con mis amigos, con el poeta y pintor Jerónimo Salinero, con mi perdición Javier Astasio, con Salva, con Julio, con José, con Ángeles, con Cruz...(alguno se me olvidará), con Juanma y Pablo, con la estupenda poeta y la dulzura de Saray.... y más. Cuiando salía ciudadano Kamikaze vino a saludarme. Le agradecí infinito su presencia.


Ay, Fernando Lucini, qué lastima que tuvieras que marcharte porque hubieras disfrutado como nadie.

Y ya, el final: Emiliano llama a Ismael Serrano que se funde con él en un abrazo. Juntos, acompañados por Adán y Manu, hicieron un conmovedora versión de "Recuerdo". Llibertad se venía abajo. Los dos disfrutando, interpretando como si hubieran ensayado mil veces el tema. 

La poesía. La música...Ah, qué noche, qué inmensa noche. Gracias a todos, con todo el corazón de este viejo.


miércoles, 18 de abril de 2012

Os espero

Hoy es el día. Esta tarde, a la hora del café, las 19.00 horas en el Café Libertad, Libertad 8. haré una lectura de mis versos y acompañaré en un concierto magnífico a mi amigo Emiliano del Río, del que tanto, tanto, tanto os he hablado.

Emiliano se marcha a su Argentina, después de dejarnos una buena prueba de su arte, de su música, de su poesía. Hoy nos da da su hasta luego.

Para mí es un honor. Con Emiliano habrá otros amigos que no quiero desvelar, pero que os gustarán. Bueno, que el que quiera pasar un ratillo, que se pase por allí.

Artículo en diario abierto sobre las conclusiones del FMI en torno a que vivimos demasiado y somos un riesgo financiero. El artículo se llama Que me maten ya,  y podéis leerlo en ese enlace.

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lunes, 16 de abril de 2012

Cuento de amor


Mandó un día cerrar su casa y sus asuntos.
Se despidió de su antigua tertulia de los viernes
y se enclaustró advirtiendo que no le molestaran
ni amigos ni deudores. Ya nada despertaba
su interés, resumió, cuando los viejos
amigos preguntaron
por tan insólita decisión y sus razones.

Nunca se supo de él. Sólo rumores, cuentos,
sobre su nueva afición por las novelas
de amor. Y, rigurosamente, cada día,
hacía poner en los diarios
un anuncio por palabras:
“Aún estoy vivo, por si vienes”, era el texto.
Sin duda había perdido el seso y el sentido.
Los familiares exigieron a médicos y jueces
su inhabilitación. Pues su locura
atentaba contra la hacienda y el decoro
de tan rancio abolengo. 

No sé quien me contó en una de esas noches
de confidencias alcohólicas y largos amaneceres
que, pocos años después, una ambulancia,
de madrugada y lluvia,
lo trasladó a una clínica con jardines y rejas
en todas las ventanas. Fue justo el mismo día
en el que aparecía en los periódicos
un anuncio extraño y misterioso:
“Llego hoy. Y aún te sigo amando”.

***

jueves, 12 de abril de 2012

Música, más música... más poesía




Noche la de ayer irrepetible. Pablo Guerrero sobre el escenario. Dejando su lluvia sobre un público emocionado. Dejando sus versos, el torrente impetuoso de la música y la palabra. Noche mágica y maravillosa. Olga Román, Ismael Serrano con el maestro, disfrutando y viviendo. Y cantautores jóvenes y menos jóvenes: Luis Pastor, Moncho Otero, Rafa Mora (con quienes haré próximamente un recital conjunto. Ya contaré), Manu Clavijo, Manuel Cuesta y Emiliano del Río... no sé. imposible contarlos a todos... Lleno absoluto. Un Fernando Lucini dando vueltas, repartiendo abrazos. Ricardo Cantalapiedra, tan querido, Javier Bergia... Y la música y la poesía. Un jovencísimo Joan Andion, leyendo, emocionado, sus versos al maestro.

Sigue la música... Sigue. Anoche todos estábamos hechos de nubes. Todos deseábamos esa lluvia, sin bioencimas, claro.

La canción y la poesía siguen vivas. Os cuento:
Sábado, 14.  Emiliano del Río y Manuel Cuesta cantan en Sevilla. En la columna de al lado tenéis los datos.

Domingo.15. Emiliano del Río en Barcelona. Pipiolo Bar. Balmes, 113, a las 21.00 horas.


Martes, 17. Fernando Lucini hace subir al escenario del Galileo a un numeroso grupo de cantautores (también teneis al lado los detalles). Hay que llenar el Galileo porque Fernando se lo merece. porque su obra y su esfuerzo necesitan a todos..

Miércoles, 18. Y el miércoles... El miércoles, yo estoy en en Libertad,8. Mi poesía y la poesía y música de Emiliano del Río. Con invitados sorpresa -a lo mejor viene algún cantautor al que conozco bien-. A las siete de la tarde. Para retirarse pronto o seguir, después, en Libertad. Me ilusiona compartir escenario con mi hermano -sería mejor decir mi hijo- Emiliano. Compartir con él los sueños y la felcidad. ¿Por qué no venís?

Y ya iré contando... De momento, vale.


***


miércoles, 11 de abril de 2012

Al salón de Manuel Cuesta con Emiliano del Río

Manuel Cuesta ha tenido una iniciativa preciosa. Dar un concierto, muy íntimo, en el salón de su casa. Sólo para 15 personas. Quiere que sus amigos conozcan a Emiliano y disfruten de una noche tranquila.

El concierto dura unas dos horas. Y la gente tiene derecho a tomarse una cervecita y picar algo mientras escucha su música.

Para no perdérselo.

lunes, 9 de abril de 2012

Goyeneche canta Sur


Escucho a Goyeneche cantar Sur.
“Nostalgia de las cosas que han pasado”.
Y viene tu recuerdo como un tango,
lo mismo, igual, que “una luz de almacén”.
A ti nunca te gustaron. Sonriendo
me decías que los tangos eran tristes
y te hacían llorar. 
Te imaginaba
entonces, niña amada, hecha una lágrima,
colgada del suspiro de un viejo bandoneón.

Hoy las cosas, que ya son tan lejanas,
me recuerdan tu nombre que no tuvo
canción para soñar. 
Pero esta noche
me viene la nostalgia, los años que se fueron,
la dulzura corriendo por tus venas,
mientras yo malcantaba el viejo tango
asomado a tu oído y a tu piel.

Bendita sea la hora de la ausencia,
cuando todo
es “amargura del sueño que murió”.
Me detengo un instante por las viejas caricias,
la vida devorada
en tu boca. Eras toda
lo mismo que las horas de los niños,
el divino placer de no existir mañana.

No sé si, después de tantos años,
recuerdas todavía
la anhelada añoranza de los versos de Manzi.
Si aún ahora, cuando abrazas un cuerpo,
cuando escuchas un tango, te sonríes
y piensas en el hombre que una noche
quiso ser para ti más que unos versos,
y fue sólo
“arena que la vida se llevó”.


(Los entrecomillados son versos de Sur, de Homero Manzi, con música de Aníbal Troilo)


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lunes, 2 de abril de 2012

Leyendo "El dios abandona a Antonio", de Cavafis


Quise siempre tener la dignidad de Antonio
cuando perdió Alejandría. Y asomarme
al balcón para escuchar lo que Cavafis
cuenta: las admirables músicas y voces.
Y jamás lamentar mi suerte y mis fracasos.

Mas nunca supe, por mucho que intentara,
ser digno de tu amor y comportarme
como un valiente al perderte, vida mía.
Y en tu cuerpo, Alejandría de mi alma,
no supe rendir el dolor de así perderte.
En vano te lloré mi vida fracasada.

Te busqué por las calles y el recuerdo,
sabiendo que nada habría de traerme
el olor de tu piel, el dulce sueño
de las noches de vinos y tormentas.
Todo lo perdí en ti. Las guerras de los cuerpos,
esa incruenta batalla de tus ojos,
 la victoria gloriosa del orgasmo.

Ahora sé, después de tantos años,
que no me hubiera salvado a media noche
gozar por una vez final los sones
de la música divina que anunciaba
la caída de mi dulce Alejandría.

No renunció al dolor. Ni a una de mis lágrimas.
La indignidad de andar buscándote la sombra,
el deseo de ti, ni los reproches.
Por mucho que se diga, la íntima derrota,
no sirve para nada cuando el pecho,
las manos y la sangre 
guardarán para siempre
el eterno deseo de unos labios, 
la certeza absoluta
de que el mundo terminó cuando te fuiste.

***