jueves, 2 de febrero de 2017

La sonrisa de Julia

Hace unos meses, pocos, nacía mi nieta Julia. Cuando viene a verme me acaricia la barba y me sonríe.

Tu sonrisa me rompe, me deshace
la piel y cava hondo, hondo y hondo
en mi alma buscando el dulce roce
de tu carne de azúcar y algodones.

Tu risa que me salva y salva el mundo,
un gesto apenas. ¿Cómo serás mañana
cuando ya nada quede de estos versos
que hoy te escribo? ¿Cómo será tu risa?

Palabras para Julia, como aquellas
que un día, sin saberlo, te escribiera
un poeta y que recuerdo y leo ahora
en tu risa, en este cuerpecito de suspiros.

Ay, que venga la vida en un aullido,
que me arrastré contigo a la mañana
y tengas en las manos siempre el nombre
amado de las cosas y la tierra.

Para que tú nos salves de los miedos,
ganes el sol y traigas la certeza
de que el mundo se hace con la risa,
con esa risa tuya que hoy me mata.

Porque será tu risa el paraíso,
un mañana sin dioses ni demonios,
la luz para ocultar las viejas sombras
que abre vidas y baila con la luna.

Tu risa para siempre, como ahora,
mientras tu asombro se pierde por mis ojos
y arañas, sonriendo, mis mejillas.
Mi mundo se me para con tu risa.