miércoles, 27 de abril de 2016

Desde allí

Desde allí
Mar del Plata. Febrero 2016

Este mar es el mismo. Y en su espuma
me llega cada uno de tus nombres.
Y la sal del verano. Ahora sueñas
a cuatro horas más tarde de mis manos.

Tan lejos y tan lejos. Son los días
fugaces los que vuelven cuando eras
mi domingo, mi tarde de los viernes.
Toda eras. Toda sigues siendo
en la hora pequeña de los libros,
en la noche de arcángeles marinos.

Pero tú nada sabes de estos versos.
Te imagino dormida en otra carne.
Te acaricia otra boca. Y en la noche
mineral de esta tierra y esta brisa
daría cada uno de mis años
porque de pronto, bellísima y rotunda,
sin palabras siquiera, sin preguntas,
llegarás a este hotel como llegaban
las viajeras perdidas, misteriosas
mujeres que aún conservan
un pobre corazón desesperado.

En Mar del Plata. Febrero 2016

Buscándola en las ciudades amadas


                                                    A José María Álvarez

Sabe usted, amigo  Álvarez, tendría
que buscarla en los lugares
donde la poesía es inevitable:
en un café en Lisboa, en Buenos Aires
en cualquier librería de Corrientes,
en Venecia tal vez
o en el Paris con aguacero de Vallejo.

Sin embargo, la encuentro sin buscarla,
en los bares más turbios, en las noches
de insomnio, en la mitad de una
borrachera gloriosa de ginebra.

La nostalgia, usted lo sabe, es la mentira
más hermosa de todas.
Y, sin duda, hay lugares,
por sórdidos que sean,
que conservan
el maldito recuerdo de sus nombres.