miércoles, 30 de abril de 2008

Blogs en Nueva Tribuna

Aviso para los amigos de este blog. Queremos abrir una sección en Nueva Tribuna dedicada los blogs. Me gustaría que nuestros lectores conocieran vuestras reflexiones y vuestros escritos. De momento nos limitaremos a enlazar a quienes así lo deseen, y destacar algunos post que nos parezcan interesantes. Posteriormente pensaremos alguna fórmula para hacer más estrecha nuestra relación.

Podéis poneros en contacto con nosotros a través de nuestra página de Nueva Tribuna en la sección ¿Y tú qué opinas?, indicando si autorizáis el enlace. También me lo podeis dejar en este blog.

Ánimo y ayudadnos. Intentamos que nuestro diario digital sea un espacio para todos, abierto y plural.
Gracias anticipadas.

lunes, 28 de abril de 2008

Hambre

Anuncian una hambruna para cien millones de personas. Las causas: el encarecimiento del arroz. No son los automóviles de lujo los que suben, ni los abrigos de visón, ni los chalés, ni las joyas o los relojes de marca. Sube el arroz, materia de primera necesidad, el pan de cada día en muchos países. Las causas son varias, pero una de ellas, y no la menos importante, es la especulación.

Dicen que los inversores, al comprobar que la especulación en otros valores de bolsa no es tan rentable, se han pasado a especular con las materias primas, con los alimentos. El arroz es hoy objeto de especulación. Se especula con el hambre, se hace dinero con el hambre y la necesidad. Con el hambre y la necesidad de cien millones de personas.

El arroz de los pobres. El pan de los pobres ha entrado en bolsa y los inversores se hacen ricos con el hambre. No es posible un mundo así. Tan negro y tan tremendo. Un día se levantarán todos los hambrientos y arrasarán con todo, con todos nosotros que tiramos el yogur caducado, el arroz pasado de fecha, el pan del día anterior.

Vivimos en un mundo capaz de dar a conocer una noticia de extremo a extremo en apenas unos segundos y que no es capaz de repartir y controlar los alimentos. Un mundo en el que se gastan miles de millones en armamento y que no es capaz de gastar un euro en campos de cultivo. Que es capaz de ganar dinero con el hambre de sus hermanos.

Leo que la ONU está preocupada. Se reunirán sus comisiones, oíremos declaraciones de nuestros dirigentes, tal vez, en el mejor de los casos, saldrán aviones cargados con medicinas y alimentos cuando la solución sea ya imposible. Pero en las bolsas de todo el mundo seguirá subiendo el precio del arroz.

viernes, 25 de abril de 2008

Un poema para el fin de semana

A veces, en la calle, al volver una esquina

aparece, ante ti, un gesto, un rostro.

Y es como si todo,

la pasión por la vida, mismamente,

se hiciera en un instante

el segundo preciso

para salvar el día que comienza.


Y percibes

el roce de una mano o ese fresco

aroma de la hierba y de la lluvia.

Si te fijas un poco,

verás correr ante ti las lagartijas

que en las tardes de siesta perseguías

cuando madre

trasteaba en el patio y en la torre

escuchabas el tac-tac de la cigüeña.


Son minutos escasos,

los precisos

para saber al fin que el paraíso

viaja en el autobús

y que te abre

sus puertas para entrar y la manzana

es más dulce si, al final, esta prohibida.

jueves, 24 de abril de 2008

El libro

Me dicen en la editorial que el libro Al Oeste hay Apaches se ha empezado a distribuir y que, probablemente, este fin de semana ya esté en las librerías. Para mí es, claro, una buena noticia de la que os hago partícipes.

Como alguno que no vive en Madrid me ha preguntado como conseguirlo, podéis acudir a dos enlaces que están a la derecha: directamente a Exlibris Ediciones www.exlibrisediciones.com o a los amigos de la Librería Méndez, en Mayor 18 www.libreriamendez.net

Espero que os guste. Abrazos a todos.

miércoles, 23 de abril de 2008

Vejez

La mujer se mueve con torpeza. Apenas puede bajar de la pequeña plataforma donde están los asiento del autobús. Los viajeros se impacientan. El hombre, anciano como ella, se sitúa detrás para protegerla y la ayuda a bajar el escalón. Muy despacio avanzan hacia la puerta. La mujer se mueve con dificultad, agarrándose a las barras. Lentamente, tambaleándose, siempre con el apoyo del brazo de su compañero, desciende hasta el suelo de la dársena.

Se quedan un instante desconcertados. La gente pasa a su lado muy deprisa. Ellos, sin prisa, renqueando, echan a andar cogidos de la mano. Dicen algo que apenas se entiende entre el rumor de la estación del intercambiador.

No sé nada de ellos. Esta mañana, muy temprano, los he visto perdiéndose entre la multitud, cogidos de la mano, amparándose el uno en el otro. Dos viejecitos que, tal vez, fueran al médico, o a realizar cualquier desagradable o amable gestión en un Madrid inhóspito y primaveral.

Ha sido la única imagen que esta mañana vestía de humanidad el tráfico de hombres y mujeres que, presurosas, se movían por Moncloa. Y me ha parecido que en esas manos enlazadas se hacia Madrid ternura, cansancio compartido, el final de una vida juntos.

Yo me he ido hacia el metro. Hoy el vagón del tren me ha parecido más limpio, más luminoso. He tenido la tentación de no ir al trabajo. De salirme fuera y sentarme en algún banco a ver pasar la gente. Y, luego, dar un paseo por El Retiro, entrar en un café y leer algún verso de Jaime Gil de Biedma o de Manuel Machado. Y de llamar a casa para escuchar la voz de mi mujer. Hoy es un buen día.

lunes, 21 de abril de 2008

El charco de los adobes

Había en mi pueblo un enorme charco. Lo llamábamos el charco de los adobes porque allí se hacían adobes. Estaba al pié de un pequeño barranco, al lado de la Cañada. La gente cogía tierra, la amasaba con el agua del charco y la metía en una especie de molde de madera que, luego, se quitaba el molde y quedaban los adobes secándose al sol.

Mis hermanos y yo hemos ido alguna vez con mi padre a hacer adobes. Nos encantaba chapotear en el barro preparando la masa. Y luego ver, alargados y perfectos las piezas de barro. Era un charco que estaba muy cerca del arroyo en el que, por cierto, siempre había agua. Cavabas un poco en la arena y aparecía agua. La dejábamos reposar un rato y se podía beber sin temor alguno.

El agua del charco de los adobes era un agua oscura y verde. Había muchas ranas y alguna culebrilla que los muchachos cogíamos sin temor alguno. En verano nos bañábamos en sus aguas, desnudos y felices. Una vez el cura del pueblo, Don José Manuel, avisado por algún vecino vino a buscarnos con el cinturón en la mano. No cogió a ninguno. Corrimos todos con las ropas en la mano, mientras el buen Don José Manuel nos gritaba a lo lejos.

Las mujeres iban a lavar la ropa en el arroyo. Era para los niños un día de fiesta, porque el mejor agua para lavar quedaba un poco lejos del pueblo y las mujeres llevaban una frugal comida -tomates, pimientos fritos, sardinas arenques- y celebrábamos una especie de romería entre los álamos y chopos cercanos o a la sombra del puente de Méntrida.

Recuerdo el olor de la ropa lavada. Las sábanas tendidas al sol hasta que, ya de anochecida, volvíamos cansados a casa. No sólo en verano. Las mujeres iban también en invierno a lavar la ropa en el agua helada. Había veces que había que dejar la ropa tendida porque se helaba y se quebraba como si fuera cristal.

No sé por qué me vienen ahora estos recuerdos. Será cosa de la edad. Dicen que con los años se te viene a la memoria con mayor nitidez el pasado. Debe de ser verdad. Pero lo cierto es que muchas veces me vienen a la cabeza aquellas imágenes, el resplandor del sol en la arena, el agua del arroyo, y nosotros, felices para siempre, corriendo descalzos, dueños de un mundo en el que el corazón no tenía más preocupaciones que la tabla del nueve.

jueves, 17 de abril de 2008

Crueldad

Lo he dicho en alguna otra ocasión. La actitud de Risto Mejide, el miembro del jurado de Operación Triunfo, me ha parecido prepotente, desproporcionada y cruel. Creo que se aprovecha de una superioridad que le da el ser jurado y de la angustia de los concursantes, de su juventud e inexperiencia para humillarles con un desprecio y unos comentarios brutales que nunca están justificados bajo ningún concepto.

Se puede hacer crítica desde el respeto y la tolerancia. No es el caso de Mejide que ha optado por hacerse famoso desde la grosería y el mal gusto. Se puede, incluso, ser duro, pero no con el sarcasmo desproporcionado. Me entero de sus últimas perlas ante una chica que abandonó el concurso por la muerte de su abuela. La muchacha argumentó que le parecía que en esos momentos su lugar estaba junto a sus familiares, acompañándoles en su dolor.

La respuesta de Mejide ha sido tan cruel como innecesaria. Ha dicho, más o menos, que ante la muerte de un ser querido el artista debe continuar con sus sueños. Y aunque eso es verdad, la chica tiene todo el derecho a tomar una opción como es la de acompañar a su familia en estos momentos. Y para hacerlo, para renunciar a ese sueño, hace falta valentía. Risto Mejide, a continuación, preguntó a los demás si a alguno se le había muerto "el canario, un perro, el abuelo o lo que sea" y querían también abandonar.

Fino analista, el hombre. Y cráneo privilegiado al comparar la muerte de un canario o la de un perro con la del abuelo o abuela. No tiene justificación alguna. Lo malo es que no es un hecho aislado, ni se arrepiente de ello. Cada día, se ampara en su intocable condición de jurado para insultar, degradar y humillar a chavales que buscan una oportunidad y que son capaces de soportarlo todo por un hipotético triunfo.

En su blog dice que se le ha olvidado el nombre de la chica, pero mantiene su postura con la misma arrogancia y mal gusto. Su filosofía de la vida se basa en hacer aparecer como grandes pensamientos los que son cansinos y trillados chispazos de niño terrible, la mayoría de las veces comentarios de maleducado y soberbio. Hace mucho que esa añeja postura ha dejado de ser original.

Pero ahí está. Afianzándose como fenómeno mediático con la sola virtud de una palabrería grosera y cruel. Dice, además, que colabora con una ONG. No entiendo que trabaje por seres humanos, cuando desprecia al ser humano que tiene más cerca. Tal vez porque siempre es más fácil compadecer a los que no le rozan ni le molestan con su presencia.

No estoy de acuerdo con OT. No me gusta. Pero allá cada uno con sus sueños y ambiciones. Sin embargo no puedo entender cómo la televisión -y no es el único caso- puede convertirse en un espectáculo que se basa en la humillación de personas indefensas.

Al Oeste hay apaches

Tengo en mis manos el libro "Al Oeste hay apaches". Ya ha salido. No sé el tiempo que tardará en estar en las librerías, pero ya lo tienen en exlibris (ver enlace). Perdonad que hable de mí y que comparta con vosotros la alegría de ver en papel las poesías que habéis ido leyendo en este blog.

Os lo quiero dedicar con todo el cariño del mundo. Gracias por los ánimos que siempre me habéis dado para su publicación. Siempre te queda una cierta duda cuando ves impreso un poema: cosas que cambiarías, versos que se pueden mejorar... pero, la verdad es que lo que siento es una enorme alegría, mayor porque en esta edición, tan cuidada de Exlibris, ha colaborado Pequod Compañía Librera que seguro conoceréis y con la que me unen vínculos muy profundos.

martes, 15 de abril de 2008

Enrique Lacolla

No quiero escribir más del Gobierno. Ni siquiera del dudoso honor de haber entrado en el libro de los récords por haber conseguido ser el país con la primera ministra de Defensa embarazada. Me hubiera gustado más que fuéramos el país sin ministro de Defensa porque ello significaría que no tendríamos Ejército. Así que, de momento, al menos, dejaremos para Nueva Tribuna los comentarios sobre el Ejecutivo de Zapatero, aunque me temo que las próximas semanas nos obligarán a volver sobre estos temas.

Una amiga de Argentina me hace llegar la noticia de que han retirado de las páginas del diario La Voz del Interior del grupo Clarín a Enrique Lacolla, un periodista que desde hacía 33 años venía escribiendo en sus páginas. El detonante parece haber sido un artículo sobre la situación del campo argentino.

Lacolla, por lo que sé, es un periodista comprometido y lúcido. He leído algunos de sus artículos y me parecen un ejemplo de periodismo crítico, con una mirada que atraviesa las fronteras de su Argentina. Muy documentado, sereno en sus argumentos y con un agudo sentido del análisis y de la crítica, Enrique Lacolla ha ido dejando su pensamiento y sus reflexiones a lo largo de toda una ejemplar vida profesional. A veces tomando posiciones a contracorriente de la moda. Siempre desde la sensatez y la honestidad.

Dicen que ya está jubilado, pero seguía escribiendo. Su postura en torno al conflicto que durante estas semanas ha sufrido la sociedad argentina no ha gustado y le ha costado que lo apartaran del periódico. Cuando se calla la voz de un periodista se calla la voz de una sociedad. Se cercena esa rama de la libertad que es el derecho a informar y a estar informado.

Estoy seguro de que no podrán callar a Enrique, confío en que su voz seguirá sonando a través de otros ámbitos. Os aconsejo que busquéis algunos de sus artículo. Es fácil hacerlo a través de internet. Os sentiréis, como me he sentido yo, conmovidos y asombrados por su lucidez y su valentía.

No sé si le llegará este mensaje, pero quiero mandarle mi abrazo más fraternal y desear que siga dándonos a todos ejemplo de profesionalidad y de rigor. Que siga denunciando las injusticias de un mundo, de una sociedad que, ante la crítica, sólo sabe utilizar la mordaza.

lunes, 14 de abril de 2008

Nuevos ministros

En todo conviene esperar. También en los nuevos nombramientos del Gobierno. Pero la verdad es que, a tenor de algunas declaraciones, no parece que las cosas vayan a ser las mismas. Se perfila un cierto endurecimiento de las políticas sociales y, tal vez por la crisis, da la sensación, o me lo parece, que han pasado a dejar de tener prioridad algunos aspectos de las políticas sociales.

Miguel Sebastián retorna con todos los honores, lo que, sobre todo, dice mucho de las lealtades que José Luis Rodríguez Zapatero tiene hacia sus amigos. está bien la amistad. Pero me dicen que Sebastián es un hombre que se aproxima mucho a las políticas neoliberales, más proclive al centro que a la izquierda. Fue candidato a la alcaldía y en una campaña confusa y polémica consiguió con su único esfuerzo bajar el número de concejales socialistas. Luego se fue a casa y a esperar. Hasta ser llamado de nuevo por un presidente que, cada vez más cuenta menos con su partido.

Sin embargo, lo que me ha causado perplejidad es el nombramiento del nuevo ministro de Trabajo, Celestino Corbacho. Y más que su nombramiento sus previas y sus primeras declaraciones. Dios me perdone, pero me resultan excesivamente familiares y muy cercanas a las que en los debates electorales pronunciara el presidente del PP, Mariano Rajoy.

Da la sensación de que Corbacho va a aplicar una política dura y sin concesiones. Ha llegado a decir -o al menos, eso he leído- que si tenemos 20 becas de comedor en el colegio es porque 10 son de los inmigrantes y habrá que replantearse ciertas políticas. Va resultar que Rajoy tenía razón y que sus opiniones no estaban tan alejadas de las del PSOE. Ojo a una de las declaraciones del nuevo ministro: "Ni la escalera, ni el barrio ni la ciudad pueden funcionar con las normas del último que se empadrone". No sé muy bien lo que quiere decir, O no quiero saberlo, pero la música me suena demasiado.

En fin. Tiempo al tiempo. Y, de momento, a esperar.

PD. Por cierto: Hoy es el aniversario de la República. A ver si al año que viene podemos decir que no sólo la recordamos en este día.


viernes, 11 de abril de 2008

Racismo

Leo en Nueva Tribuna que España está a la cola de Europa en la lucha contra el racismo y la xenofobia. No sé si será real. Pero es verdad que ha sido éste un país en el que siempre hemos mirado con desconfianza al extraño, al de fuera. En los pueblos a los forasteros se les echaba al pilón. Y los gitanos han sido siempre mal mirados por una sociedad que tenía en la homogeneidad y el miedo a lo desconocido sus más acrisoladas virtudes.

Admitimos a los negros, para, a continuación decir que no nos gustaría que nuestras hijas se casaran con ellos. Nos parece bien que vengan ecuatorianos o peruanos, pero siempre que no nos quiten el trabajo. Decimos que mala gente hay en todas partes, pero cuando nos enteramos de un hecho delictivo preguntamos si no serán rumanos o marroquíes.

Aunque haya que reconocer que las cosas van cambiando, todavía y según el informe de Amnistía Internacional, seguimos desconfiando del extranjero. Tenemos miedo porque el miedo se nos ha inculcado desde nuestra más tierna infancia. Nos parecen raras y risibles las costumbres y comidas de los inmigrantes, pero nos encantan los trajes regionales, las romerías y las devociones o los cruentos azotes de los penitentes.

Todavía nos sentimos incómodos en el metro cuando a nuestro lado se nos sienta un muchacho latinoamericano o senegalés. Y, en el fondo, aceptamos al inmigrante siempre que haga un trabajo que no estamos dispuestos a realizar nosotros.

Quiero creer que todo cambiará. Quiero creer que los que hoy son niños aceptarán sin miedos y sin dudas al que viene de fuera. Como lo hacen ahora en el recreo, en la calle, compartiendo juegos y amistad. Porque estoy seguro que el miedo al extraño se cura con el trato, con el conocimiento. Estoy seguro que ese niños español que camina por la calle cogido del hombro de otro niño, subsahariano, marroquí o peruano, cambiará el mundo, cambiará nuestro país desde ese corazón en el que ha entrado, como un viento incontenible, el valor de la amistad sin fronteras.

miércoles, 9 de abril de 2008

Llueve en Madrid

No. No dejaré este espacio para mí tan querido. Ámbito de amigos nuevos. Gracias
Os dejo un poema:

Cae la lluvia sobre un Madrid que tiene

la luz de aquellos ojos que un día fueron

la huella de un amor lejano. Huele

a paja en el asfalto. Y la niñez regresa.


Las tardes en la escuela con el olor a tiza.

Y esa monotonía de lluvia en los cristales.

La peonza y el truque. Y los primeros besos.

El cigarro de anís del Tío Machaca.


Madrid, inhóspito y magnífico,

la noche de verbena y el temprano

despertar del deseo. Cuando todo

era un roce de labios y colores.


Llueve sobre Madrid. Hay un silencio

de catedral antigua. Pienso ahora

en tu nombre que apenas ya recuerdo.

martes, 8 de abril de 2008

Nueva Tribuna

Un grupo de amigos hemos iniciado una nueva aventura. Se trata de un periódico digital que intenta ser un ámbito de reflexión, de tolerancia y de debate. Aunque aún estamos en pruebas, os dejo el enlace por si quereis acceder a él. No importa que esté pendiente todavía de ajustes, me importa que me déis vuestra opinión sobre él y que nos ayudéis a mejorarlo.

Creo que un periódico es de los lectores y yo no tengo otros que quienes me habeis concedido vuestra confianza y cariño. Así que, va por vosotros. Podeis teclear www.nuevatribuna.es

Deseadnos suerte.
Un abrazo

lunes, 7 de abril de 2008

Hermana Cofrade

El párroco y el obispo han prohibido que una mujer, que recientemente se ha casado con otra, forme parte de una cofradía. Ha sucedido en Abenójar, Ciudad Real. Dicen las autoridades que esta mujer ha provocado un escándalo público al casarse con otra, pese a que llevaba quince años conviviendo con ella. Hasta ese momento no era un escándalo público.

Salen en televisión algunos vecinos hablando del caso. Me impresionan dos hombres ya mayores, abuelos, que apoyan a la expulsada y que aceptan con la mayor naturalidad su condición sexual. ¿Qué escándalo público es ése, en el que una buena parte de los cofrades defienden a su compañera y que la gente del pueblo acepta con absoluta tranquilidad?

Las lesbianas, en nuestra cultura, lo han tenido siempre peor porque han sumado a su condición de mujer su condición sexual. Se ha permitido siempre que no se supiera, que no se hiciera público. Las dos mujeres de Abenójar han convivido durante quince años sin que a la Iglesia pareciera preocuparle su convivencia. Cuando, acogiéndose a la ley, han decidido formalizar su relación, han surgido los problemas.

Puede la Iglesia poner las normas que quiera. Al fin y al cabo se trata de una religión que impone unas determinadas normas en las que parece que el amor sólo es posible cuando se trata de distinto sexo. Por tanto, no es extraño que para Integrarse en la Iglesia, como institución, hayan de aceptarse determinadas reglas.

Pero, por encima del sentimiento religioso, está el sentimiento humano: el derecho de hombres y mujeres a mostrar su amor a otra persona, sea del sexo que sea. Lo consagran nuestras leyes y lo acepta mayoritariamente la sociedad.

Pero es que hay, además, un factor que huele demasiado a hipocresía. Las autoridades eclesiásticas americanas prefirieron pagar por el caso de los curas pederastas antes de reconocer la abominación de tales prácticas. Tal vez en la idea de que el pecado sólo existe cuando es público. En Ciudad Real parece que la Iglesia hubiera preferido que no se formalizara públicamente la condición sexual de la cofrade, aunque todo el mundo la conociera.

Nunca he sido de cofradías, aunque respeto a quienes se integran en una por devoción, por folclore o porque, sencillamente, les da la gana. Pero me produce una profunda amargura que sucedan hechos como éstos. Si hay un Dios, prefiero pensar que será un Dios tolerante y bueno. Un dios incapaz de condenar y castigar a alguien cuyo pecado es amar a otra persona.

viernes, 4 de abril de 2008

Jueces

Asusta saber que hay miles de expedientes, de ejecuciones de sentencia sin llevar a cabo por la acumulación de trabajo en los juzgados. Asusta porque eso lleva a pensar que lo sucedido con el caso de Mari Luz es la punta del iceberg de un problema mucho más profundo. Más de 400.000 sentencias firmes, que se dice pronto, pendientes de ejecución.

No sé si la culpa es de los jueces o del sistema. Y me da igual. Pero está claro que hay algo que no funciona. Parece que no falta material humano, sino equipamiento. Hay juzgados en los que no ha entrado un ordenador y se trabaja como en el siglo XVIII. La verdad es que es un milagro que se encuentre a una persona, un expediente, un nombre. Mientras las demás administraciones, Hacienda, Seguridad Social, Inem, están informatizados,m Justicia sigue con esa imagen y actividad digna de la edad media.

No se puede culpar a los funcionarios. Porque hay funcionarios que no trabajan y otros que, por un sueldo por debajo de la media, se dejan las horas y la vista desentrañando viejos papeles. Los jueces están bien pagados. Y las distintas Administraciones han tapado sus protestas subiendo sus sueldos y retribuciones, sin que ello suponga que no tengan derecho a cobrar lo que se merecen.

Otra cosa es que los jueces, en este país, tengan un poder omnímodo y sobre sus manos recaigan responsabilidades y atribuciones que plantean la duda de si pueden en conciencia tomar decisiones que cambiarán la vida de tanta gente. Por no señalar algunas otras cosas como las sentencias que absuelven a la gente con dinero y condenan sin piedad al pobre diablo.

Hay jueces que interpretan la ley, según sus propias creencias en materia sexual o religiosa, aunque rocen y salten las propias leyes. No siempre se hace justicia y no siempre los jueces asumen sus responsabilidades por estos hechos.

Lo más triste es que esta polvareda quedará en nada, o en muy poco, en cuanto los medios de comunicación encuentren otra noticia más interesante. Hasta la próxima muerte, hasta la próxima sentencia injusta. Porque los ciudadanos, los que de verdad sufrimos los errores y fallos judiciales ni elegimos ni recusamos a sus autores. Somos sujetos pasivos que sólo deseamos no tener que comparecer ante un juez, ni siquiera como testigo.

miércoles, 2 de abril de 2008

Argentina

No hay leche en Argentina. No hay carne. Leo el periódico y pienso en los amigos de allá. El país de la carne no la tiene. O cuesta carísima. No hay leche ni para dar el desayuno a los niños en las escuelas, a veces la única comida que hacen en todo el día. Sacrificarán 2,5 millones de pollos y los tirarán a la basura porque no hay forma de transportarlos al mercado. Tiran frutas y verduras podridas por la misma razón.

Argentina, tan grande en su historia, en su literatura, en su música, en su cultura. Tan desgraciada con sus gobernantes. Tan sufrida y tan sufriente. La inflación real multiplica por tres la oficial. Sufre Argentina y se prepara, resignada, a nuevas crisis.

Me duele hoy Argentina y mis amigos argentinos. No sé si subir los impuestos a las exportaciones tiene razón de ser. No sé si tienen razón los transportistas. Lo que sé es que hay colas en las tiendas y sólo venden una botella de leche y de aceite por persona. Lo que sé es que los habitantes de uno de los países más ricos de la tierra pasan hambre y necesidades.

Me imagino, de nuevo, a los niños durmiendo entre cartones, tocando el bandoneón por unas monedas en Florida. Los anuncios ofreciendo pagar a plazos con la visa una chaqueta, un traje. Los viejitos paseando, con la mirada perdida por las aceras de Corrientes. La gente ensangrentada por los golpes de unos y otros al participar en una manifestación.

Vaya, por ellos, mi abrazo en estos días tristes de Argentina. Con todo m i corazón.

Y mientras tanto, en España, los medios de comunicación analizan la postura de los partidos políticos en la constitución de la nueva legislatura. Sus peleas por ocupar un puesto más en las mesas del Parlamento. Sus luchas intestinas a causa de los nuevos portavoces.

El ciudadano, dice la última encuesta del CIS, sitúa el paro y la marcha de la economía como sus principales preocupaciones. Hasta ahora el terrorismo ocupaba el primer lugar. Ya no. Ahora le gente vuelve a tener miedo a quedarse sin empleo, vuelve a tener miedo a no poder afrontar el pago de su hipoteca. Son los problemas reales ante unos políticos que defienden sus privilegios, que se enfrentan a cara de perro por problemas que no interesan a nadie.

Se cuestiona si José Bono es o no idóneo para Presidente de la Cámara Baja, si la Joven Sáenz de Santamaría es la portavoz adecuada del PP, Y la gente de la calle se pregunta cómo llegar a fin de mes. Se pregunta si su piso pasará tarde o temprano a cualquier entidad financiera. Los políticos andan en otras cosas, en otras preocupaciones. Y, mientras, la calle, los españoles viven en la angustia de preguntas a las que sus elegidos no sólo no dan respuesta, es que ni siquiera se las plantean.