viernes, 27 de julio de 2007

Vacaciones

Llegan las vacaciones. No sé si me dará tiempo a atender el blog. Me gustaría seguir escribiendo, pero me temo que tendré dificultades técnicas que mi escaso saber me impedirán superar. Lo intentaré. En cualquier caso, feliz verano a todos. Y hasta septiembre.

Otro poema

Encuentro

Al cruzar el semáforo me ha parecido verte.

Eras una muchacha con pantalones blancos

y carpeta de flores sujeta contra el pecho.


Tenías el cansancio de aquellos viejos días

y el pelo negro y corto y hasta hubiera jurado

que guardabas intactos tus veinticuatro años.


Andabas como entonces. Y hasta estoy convencido

de que seguías teniendo a un lado de tu vientre

la suave cicatriz de aquella apendicitis.


Atocha ya no era el territorio amigo

donde tu y yo explorábamos praderas y desiertos

y vencíamos siempre lo mismo que Alejandro.


Quién sabe cuantos días caben en el olvido.

Sé que el recuerdo tiene alas de mariposa

y es como el negro cuervo de Poe en el alfeizar.


He aprendido adjetivos, fumo mucho, y ya no

lloro con la escena final de Casablanca,

ni releo las cartas que nunca me enviaste.


Te echo tanto de menos que alguna noche incluso

sueño con viejos bares y cócteles de estrellas

cuando tu y yo bebíamos las calles de Madrid.


No he vuelto nunca a verte, aunque a veces me llegue,

como un dulce mordisco, tu nombre en otra boca.

Y recuerde el olor escondido en tu cuello.


El claxon de algún coche te borró en mi memoria.

Y Atocha fue de nuevo un lugar desolado.

Y la muchacha entonces fue una chica cualquiera.

jueves, 26 de julio de 2007

Jueces

Un juez, cuyo nombre es mejor ignorar, lleva años dictando sentencias no de acuerdo con la ley, sino con sus particulares creencias. Lleva muchos años haciéndolo. Hace veinte años mantuvo en prisión durante tres días a dos muchachas que hacían top less en una playa. Tres días de cárcel por algo que no estaba tipificado por la ley como delito. Pero el juez, de profundas convicciones religiosas, decidió que estaban dando un escándalo público.

Al juez no le pasó nada. Desde entonces, ha interpretado la ley a su manera. Es juez de familia y él no cree en el divorcio. ¿Hay algo más absurdo? Se cuentan mil cosas sobre él: que coacciona a la gente para que no se divorcie, que obliga a acuerdos absurdos, que tiene en cuenta la situación y orientación de cada personas a la hora de emitir sus sentencias... Ahí sigue.

La última es buena. La última es que ha negado la custodia de su hijo a una mujer divorciada porque es lesbiana. O cree que es lesbiana, cosa que, al fin y al cabo, es un asunto íntimo y personal. Al buen juez no le importa que la Constitución y las leyes protejan la opción sexual de cada quien. No. Él cree sólo en el matrimonio basado en la unión hombre-mujer. Lo demás es puro vicio y pecado. En consecuencia, ha decidido que la madre no era la persona adecuada para custodiar a su hijo.

Al juez se le ha abierto un expediente por parte del Consejo del Poder Judicial. Pero no se le ha retirado de la Magistratura. La sanción, la posible sanción que le puede caer va desde los 300 a los 3.000 euros. Una bagatela comparado con el daño causado. Pagará y volverá a cometer cuantas tropelías le dicten sus particulares creencias.

Tienen los jueces un poder omnímodo. Te pueden hundir la vida, arruinarte o encerrarte en la cárcel. Sólo ellos están facultados para interpretar las leyes y nada prevalece frente a su criterio. Ni el sentido común. Las acciones contra jueces corruptos, prevaricadores o malas personas son escasas y de corta carrera. El ciudadano -tú y yo- nos sentimos atemorizados y desamparados ante unas personas que pueden impedirte hablar en tu defensa, que se revisten de un ropaje atemorizador e inquisitorial y manejan las leyes no para defender tus derechos, sino como una navaja. Valga siempre aquello de que hay excepciones.

Y más de jueces. Han declarado los autores de la portada sobre los Príncipes de Asturias en El Jueves. El caso continúa judicialmente. Miedo me da decir esto: pero hay que recordar que otras personas de otra índole (quiero decir que no son príncipes) han salido caricaturizados en lo que han calificado de actitud grosera y zafia. Pero el Fiscal no ha actuado contra ellos. Ayer mismo en El Jueves salía una caricatura de la ex ministra Carmen Calvo en esa actitud "zafia y grosera". ¿Van a abrir diligencias?

Si yo fuera Carmen Calvo pediría que no hicieran nada. Pero vete a saber. Ya puestos, los jueces, que son muy suyos, van a terminar exigiendo que las revistas de humor vuelvan a ser como el TBO o el Pulgarcito de los años de posguerra.

Y como guinda final. Recomiendo vivamente la lectura de un artículo de Anasagasti en su blog personal. No tiene desperdicio. ianasagasti.blogs.com el articulo se llama Bribón.

miércoles, 25 de julio de 2007

Cliente o empleado

Oficialmente, trabajo en un centro que me paga cada mes. Pero resulta que, además, soy empleado, gratis et amore, de un montón de empresas. Veamos: Cada vez que necesito utilizar un servicio público, hablar con una compañía de telefonía, de gas o de agua, o echar gasolina, tengo la sensación de que no soy un cliente. Tengo la sensación de que soy un empleado que no sólo no recibe sueldo, sino que, además, paga por ello.

Comprar un billete de metro o de autobús en una estación es toda una odisea. Tú te acercas decidido a la máquina. Lees las instrucciones. Al fin y al cabo, tienes estudios y descifras, con alguna dificultad, el modus operandi. Pero resulta que la máquina no funciona o exige el dinero justo. está todo previsto. Y pulsas el telefonillo para requerir la presencia de un empleado que nunca viene. Te dedicas entonces a ejercer casi de mendigo, pidiendo a tus compañeros de infortunio que te cambien, por compasión, un billete. Nadie tiene cambio, con lo que terminas por salir fuera, buscar un bar y tomarte un café que no necesitas para obtener las malditas monedas.

He descubierto que trabajo en más sitios o que contribuyo a enriquecer a más gente. Un día tengo que hablar con quien me suministra la luz, el gas o el agua. Llamo al teléfono de atención al cliente. De momento, una máquina me va indicando que apriete botones, para terminar diciéndome que espere al teléfono hasta que algún operario quede libre.

Y, mientras, el teléfono va contabilizando pasos y voy sintiendo que la consulta va a terminar saliéndome por un pico. Porque no se trata de un servicio gratuito. Es un servicio por el que pagas. Cuando finalmente logro llegar a una persona que, amable, me da su nombre y me pregunta por mi problema, resulta que he equivocado la tecla y no es ese el departamento que me lo puede solucionar. Normalmente el joven o la joven amable no me puede pasar directamente y me veo obligado a marcar de nuevo, con lo que el ciclo y el gasto comienzan de nuevo.

No tengo a quien quejarme. Y si lo hago con el joven o la joven amable, si le doy cuatro voces diciendo aquello de no hay derecho y ustedes no tienen vergüenza, acabo pidiéndoles perdón porque comprendo que ellos nada tienen que ver y demasiado tienen con aguantar diatribas, insultos y quejas por un sueldo de miseria y un horario de locura. Al final, si es para facturación, por ejemplo, me piden que lea yo mismo el contador y s e lo haga llegar por correo, con lo que acaban de convertirme en lector de contadores sin paga y sin Seguridad Social.

Vivimos en una país maravilloso y tecnificado. Así que tu deseo de llamar ladrón o sinvergüenza a la compañía en cuestión, se queda en nada ante una máquina que te repite constantemente: "Si es para asuntos de facturación, marque uno, si es para averías, marque dos.... Y así hasta el cansancio. Sospecho que la maquinita ni se inmuta ante el insulto y el Presidente de la compañía está muy entretenido contando sus beneficios.

Trabajo gratis en más sitios. Las gasolineras han optado por hacernos a todos empleados suyos, dispensadores de gasolina. Así que llegas a la gasolinera y, angustiado ante lo desconocido, coges la manguera y en un curso aceleradísimo de formación profesional, te conviertes en operario y te llenas tú mismo el depósito. Luego pasas por caja y pagas religiosamente.

Las gasolineras se han ahorrado varios puestos de trabajo, y lo lógico sería que ese dinero redundara en beneficio de quien, sin comerlo ni beberlo ni desearlo, se ha convertido en empleado, es decir, el cliente. No. La gasolina sigue valiendo lo mismo. Y la calidad del servicio se ha reducido de forma drástica.

Ninguno hemos protestado. Todos hemos aceptado la situación como algo inevitable.Además ¿será por falta de trabajo? Cada español tiene varios empleos, basta con saberlo ver.

martes, 24 de julio de 2007

Cuentos de invierno

A veces la memoria es algo necesario. En la alta noche, cuando todo está en calma y no quieres que amanezca y dejas pasar las horas en paz, notando como el tiempo transcurre lento y suave, recuerdo mi infancia. los amigos de aquellos años verdes que decía el gran Bergia.

Es verdad que la patria, como decía el poeta, es la infancia. Recordaba el otro día a mis hermanos, con mi madre, sentados ante la lumbre, en una cocina que ahora veo minúscula y que, entonces, me parecía un mundo. Mi madre nos contaba historias de muertos y aparecidos. No teníamos radio y la televisión no existía.

Mis hermanos y yo escuchábamos atentos aquellos viejos cuentos de brujas y miedo. Una de esas historias, que más tarde descubrí que pertenecía a las viejas leyendas castellanas, hablaba de una mujer de mi pueblo que decían que era bruja. Y contaba mi madre que salía cada noche en forma de botija, con dos asas, bailando en medio de la plaza.

Una noche alguien lanzó una piedra y rompió una de las asas. La botija desapareció, pero al día siguiente, la mujer a la que acusaban de bruja apareció con un brazo roto. Viejos cuentos para hacer más cortas y apasionantes las largas noches de invierno.

Recuerdo también que mis padres tenían una gata: Lola. La gata se marchaba todas las noches al Vedao, un monte cercano. Y traía, de vez en cuando, un conejo intacto que dejaba en la cocina. Nuestra comida del día siguiente. A la Lola la mató un guarda del Vedao y nos quedamos sin el regalo del conejo.

Fui todo lo feliz que puede ser un niño. Éramos -y somos los que quedamos- una familia muy unida. Con muy poca edad de diferencia, mis hermanos y yo formábamos un bloque, junto con mis primos, que nos permitía buscar aventuras, juegos, sin necesidad de recurrir a nadie más.

El clavo, el aro, el rescate. Juegos sencillos y apasionantes. Hoy, cuando los niños no tienen otra cosa que las consolas, me parece a mí que éramos afortunados. Hoy, cuando las únicas historias, son las de las series de televisión, creo que nada era tan fantástico como aquellos viejos cuentos que mi madre nos contaba junto al fuego.

Nota:
Dicen que hay una invasión de topillos que están arruinando la agricultura de Castilla. Dicen las autoridades que se debe a esta situación climática que ha hecho que estos animalitos se reproduzcan a velocidad de vértigo. No digo yo que no. Pero creo recordar que hace años se soltaron algunos roedores para dar de comer a las águilas. No recuerdo ya si fueron topillos. A lo mejor alguien lo recuerda.

domingo, 22 de julio de 2007

El Jueves

Secuestraron El Jueves por una caricatura en la que era fácil reconocer a los Príncipes en una actitud bastante corriente en una pareja.Trato de recordar cuándo fue la última vez que secuestraron una publicación. Leo por ahí que fue hace 30 años. Tremendo. Volvemos, no digo yo a la dictadura, pero sí a épocas y actitudes pasadas.

Dicen que es una injuria a la Monarquía y una falta de respeto y que hubiera dado igual que fueran otros los protagonistas. Sorprenden esas palabras para justificar lo injustificable. El Jueves ha sacado en actitud similar a otras personas, a otros personajes, y en ningún caso se ha llegado al secuestro de la publicación.

Debe ser porque el honor de otras gentes no tienen para el Fiscal ni para el juez el mismo valor. Cuando estamos hartos de ver ataques tremendos, zafios, desvergonzados en programas televisivos, se utilice como excusa que se trata de una caricatura soez.

El secuestro de El Jueves supone un ataque brutal a la libertad de expresión. Me parece muy bien que los interesados se querellen ante los tribunales. Al fin y al cabo, para eso están. Pero acudir a la policía para que actúen como en los peores tiempos de la dictadura no es sólo un error, es la demostración de que la intolerancia, lo retrógrado, la prepotencia aún está escondida en los aparatos del Estado.

¿Se ha secuestrado por la caricatura o porque en ella se decía lo que todos pensamos? Que la Familia Real vive de la sopa boba, del Presupuesto engordado año a año por los Presupuestos generales, es algo que sospecha o sabe cualquiera medianamente lúcido. ¿Es un delito decir lo que se piensa?

Nadie ha explicado todavía qué sentido tiene en el siglo XXI una institución arcaica y contra toda inteligencia. La Monarquía no es sólo añeja, es algo contra el sentido común y la inteligencia. Creer que alguien por haber nacido de un padre y una madre determinada tiene ya un derecho adquirido va contra la razón y el más mínimo sentimiento democrático.

Apoyo a El Jueves. Y me autoinculpo ante el juez por no creer que la Corona está por encima de los demás. Yo, señor Fiscal, también creo que la Monarquía no debe de existir. Creo que todos los hombres somos iguales ante la ley. Que todos nacemos con el más inmenso valor del hombre: su propia libertad, aunque nos lo pongan cada día más difícil.

viernes, 20 de julio de 2007

Un retrato

Dejo unos versos para el fin de semana:

Un retrato

Siempre acababa en playas de emoción y de ausencia,

tenía el alma limpia como un niño o un pájaro

y bebía de un verso de azúcar y de lluvia.


Caminaba entre luces sabiendo que la vida

era un suspiro dentro de un viento huracanado

y que siempre podría refugiarse en la noche.


Odiaba los relojes, las guerras y los lunes.

Y en sus manos tenía los surcos y los trigos

y un pequeño unicornio descansando en su palma.


El mundo era difícil. Le dolían las lágrimas

de los niños en fotos que habían ganado el Pulitzer.

Y amaba las películas viejas en blanco y negro.


Nunca supo por qué la paz no estaba nunca

entre los pobres más pobres. Sospechaba

que alguien la había metido en las cuentas corrientes.


Y preguntó en el banco el valor de los besos

para poder pagar con ellos la tristeza.

Pero no consiguió que le dieran un crédito.


Supo entonces que todo tenía un alto precio

y que nunca sería millonario y jamás

podría extender cheques de paz a todo el mundo.

Cayucos

De nuevo la muerte en el mar. Titula El País: "La peor tragedia de la inmigración a España". Y habla de tres muertos y medio centenar de desaparecidos ante las costas de Tenerife. Son cifras a las que ya nos acostumbramos, cifras que no dicen nada. tal vez esa mirada perdida que puede apreciarse en la fotografía que acompaña la noticia, sea lo único que humaniza la información. Esa mirada triste, de dolor.

No hay remedio para el hambre, para la miseria, para ese sueño imposible de encontrar el mundo prometido. Una ola de tres metros volcó el cayuco sobrecargado ante los buques de salvamento. Nada tiene sentido. Si Dios existe, se trata de un dios cruel y sin piedad, un dios que juega con sus hijos como jugaba Neptuno con Ulises.

Mañana, a lo mejor, a alguno de los 36 supervivientes podremos verlos vendiendo películas y canciones piratas, explotados por las verdaderas mafias y perseguidos por la policía. O con la navaja de la desesperación en la mano intentado quitarle a cualquiera unas monedas para sobrevivir.

lo vamos asumiendo como un hecho normal. Los naufragios, la muerte son sólo titulares en los periódicos. Tal vez nos arranquen unas frases de condolencia. Un "pobre gente", como mucho. O un peor "nadie les ha llamado. Terrible amnesia. Lo decía Ismael Serrano en aquella Dulce Memoria:


Ríos de humanidad huyendo
del frío y del hambre
sueñan con llegar muy lejos,
quizás solo hasta mañana.
Ya no recuerdas los trenes
que partían de aquí
cargados con tu esperanza
hacia la vieja Alemania.

Se rompen las cáscaras
de nuez contra tus costas.

Ministerios

Lo ha dicho María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del Gobierno. Y si ella lo ha dicho quién mejor para saberlo. Ha dicho: "Parece que sobra la mitad de los Ministerios". Ya era hora de que alguien se diera cuenta. Porque, además, ha echado una bronca a los subsecretarios y secretarios de Estado porque no presentan iniciativas. O sea, que no trabajan lo que se dice nada. O muy poco.

Tengo para mí que puede que hasta tenga razón y sobre la mitad de los Ministerios. Sin coña. Cuando las transferencias autonómicas van a toda pastilla, la verdad es que algunos Ministerios se han quedado sin competencias y sin trabajo. Sería un ahorro, qué quieres que te diga, que agradecería el personal. Sobre todo cuando mantener el aparato del estado nos cuesta una pasta gansa.

España siempre ha sido un país de burócratas. Los últimos datos dicen que en nuestro país tenemos más de 2 millones y medio de funcionarios. Y sólo en el 2005 aumentaron en número de 4.000 que se dice pronto. Y los hay para todos los gustos. Quiero decir que unos trabajan y otros trabajan menos. Ni el fichar por la mañana ha acabado con el mal endémico de la Administración.

En cualquier caso, parece evidente que habría que acometer una racionalización de esos altos cargos que, en algunos casos, han visto reducidas sus competencias y, consecuentemente, su trabajo. Máxime cuando estamos hablando de sueldos que se mueven en torno a los 70.000 euros de nada.

No se sabe, si tras las palabras de María Teresa Fernández de la Vega, había simplemente cabreo o se trataba de una autocrítica que traerá otras consecuencias. Lo cierto es que tenemos un puñado de altos cargos que parecen ocupar su tiempo en visitas, comidas y reuniones y poquita productividad. Un desastre, vamos.

jueves, 19 de julio de 2007

La ruptura

Os paso un poema distinto.

Ulises habla con Penélope de por qué cambia todo

Así que escúchame y no me des más voces:

He dejado de amarte sin saber las razones.

Y tal vez sea porque el vermú de los viernes

me sabe cada vez más amargo y sin gusto.

O quizás es que siento que tu voz por teléfono

me aburre y me deprime y esa risa que un día

era como cristal o brisa de verano

me parece –qué quieres- estridente y sin gracia.

A lo mejor es porque el olor de tu cuerpo

me recuerda, ya sabes, a colonia de anuncio.

Y tus besos me saben a cerveza y tabaco.

Y –perdona- hasta creo que has engordado un poco.

No sé qué me ha pasado. Pero ya es que no tengo

palabras que decirte ni nada que contarte.

Y estoy un poco harto de citas clandestinas.

Y con estos calores yo no estoy para nada.

En fin que me parece prudente y conveniente

dejarlo por un tiempo. Y que nos lo pensemos.

Y no creas, de veras, lo que algunos te han dicho:

No he conocido a otra muchísimo más joven.

Mayorías

Dice el PP que hay que cambiar la ley electoral. Bien. Dicho así, uno supone que se trata de hacerla más justa y respetuosa con las minorías. Pues va a ser que no. El PP quiere cambiar la ley para conseguir mayor poder y eliminar a las molestas minorías, grupúsculos que lo único que hacen es incomodar, sobre todo si son de izquierdas.

Así que el PP lo que propone es que se dé todavía más valor al voto que obtiene un partido mayoritario que el voto que recoge un partido pequeño. Pero el valor del voto es el mismo. Mi voto, pongamos por caso, no tiene que tener menos valor que el de Mariano Rajoy. Yo, pongamos por caso, hago el mismo o mayor esfuerzo a la hora de ir a votar. Y yo, pongamos por caso, soy, en teoría, un ciudadano con los mismos derechos que Mariano Rajoy. O sea, que mi voto debe de estar representado en las instituciones con el mismo nivel, al mismo nivel, que el del señor Rajoy.

El PP no tiene ningún pudor en pasar de una posición a otra siempre y cuando esa otra sirva mejor a sus intereses. Si siempre han defendido que no había que tocar ni una coma de la Ley electoral, ahora defienden lo contrario porque han echado sus cuentas y ven que saldrían beneficiados en poder.

Cuando Izquierda Unida ha propuesto, sin ir más lejos, que se retocara la ley electoral para acercarse a una representación más real, el PP se ha opuesto porque no quería de ninguna forma perder los privilegios de ser partido mayoritario, claramente beneficiado en nuestro actual sistema.

Yo sí creo que habría que dar "una vuelta" a las actuales leyes electorales. No parece muy justo que partidos nacionalistas (aún estando de acuerdo en que hay que primar su presencia) tengan un número de parlamentarios muy superior al que tiene IU, aún cuando ésta fuerza política obtiene 10 veces más votos en las elecciones. Ni estoy de acuerdo con que otros partidos, obteniendo en conjunto más votos que otros de carácter nacionalista se quede fuera de las instituciones democráticas. Nunca se tira un voto. Todo voto vale o debe valer.

En cualquier caso, bien está que el PP proponga cosas así. Se le ve, claramente, su lado menos demócrata y sus contradicciones. Como en los estatutos. Yo no sé si alguien puede ya creer al PP cuando lleva a los tribunales a unos gobiernos autónomos por su estatuto y no lleva a otros con los mismos principios. Y da igual. Arenas, Aceves, Zaplana, salen todos los días, serios y circunspectos, como toro en cacharrería, para arremeter sin pudor ninguno contra esto y aquello.

La verdad es que son unos fenómenos.

Y un apunte. El Supremo ha dictaminado que al torturador Cavallo se le debe juzgar en España. Es una buena noticia. Nadie debe ni puede quedar impune.

martes, 17 de julio de 2007

Otro poema

Alguien lo ha pedido:

Habrá que convenir que en este mundo

quedan cosas pequeñas que merecen la pena:

una niña que ríe, café con sacarina,

un vasito de vino y aprenderme tu nombre.


Habrá que convenir que en este mundo

de noticias de muertos y niños guerrilleros

quedan cosas que importan como el hoyo pequeño

de tu boca al reírse o encontrar el tabaco.

Habrá que convenir que no hay salidas limpias

salvo si uno toma, sin prisas y sin pausas,

la curva de tu espalda o ese dulce remonte

de tu vientre o el blanco peralte de tu cuello.


Habrá que convenir que en esta noche

cuando el deseo es sólo un recuerdo lejano

y lloriquea un niño en la casa de al lado

puede empezar la vida en tu dedo meñique.

Habrá que convenir que estamos solos,

más allá de que sientas que el mundo está tan lleno

que es una dura hazaña respirar y estar vivo

y aunque siempre me quede el sudor de tu cuerpo.

Habrá que convenir que en este mundo

de suburbio y chabola y de niñas felices

con Xerosat y ramos de mariposas muertas

basta aprender tu nombre para que cambie todo.

Los muros y las vallas

A lo mejor se le fue la olla o, simplemente tuvo un desliz o, más sencillo aún, hizo gala de conservar un poso de cinismo. Las declaraciones de José Luis Rodríguez Zapatero en México contra el muro que Estados Unidos ha levantado para impedir la entrada de emigrantes sólo pueden ser acogidas con un aplauso. Sus palabras hablando de que ningún muro, ningún foso, puede impedir el derecho de los hombres a buscar una vida mejor, son, sin duda, dignas de elogio.

Lo malo es que Rodríguez Zapatero no se debió dar cuenta de que en nuestro país existen esos muros, aunque se llamen alambradas, vallas, o burocracia. Están ahí, en Ceuta y Melilla, impidiendo el paso de quienes buscan esa vida mejor y que, en muchos casos, han terminado perdiéndola a tiros o enganchados en el alambre.

Es verdad que el Gobierno español ha hecho un enorme esfuerzo con la inmigración. Pero, una vez reconocido ese hecho, parece difícil aceptar que el presidente haya criticado con hermosas y justas palabras una situación que es, salvando las distancias, muy similar a la del Gobierno estadounidense. A no ser que las cosas sean más o menos justas dependiendo del grosor del muro. Si es delgado, o de alambradas, vale. Si es más grueso se llama muro y es intolerable.

Más le vale.

lunes, 16 de julio de 2007

Un soneto

Andaba cada día recogiendo la espera,

un abrazo con flores y una luna dormida

Cambiaba los besos por palabras y aromas.

Y encendía la casa cada noche en silencio.

Buscaba entre los taxis y los gatos de angora

las promesas cumplidas y la risa pequeña.

Andaba por la vida como quien va a los mares.

Moby Dick lo esperaba en océanos de tinta.

No pudo aguantar más el autobús del mundo.

Se dejaba querer en bares de amianto.

Hacía poesías como nieve del tiempo.

Un día llegó ella y las cosas se hicieron

verdad. Y por fin ya lo supo:

Que la vida es un sueño para no despertarse.

viernes, 13 de julio de 2007

La decisión

Durante años, durante muchos años, se había levantado a la misma hora. Había tomado, relajado y tranquilo, el café y las galletas y había salido de su casa con el sueño pesándole en los ojos. Durante años había encendido un cigarrillo mientras esperaba al autobús y saludado con cálida cortesía a sus compañeros de parada.

Durante muchos años hizo el mismo viaje. Recorrió las mismas calles. Vio caer mansamente la lluvia a través de los cristales, sintió los primeros rayos de sol traspasando las ventanillas y escuchó casi las mismas conversaciones, casi la misma música mientras ojeaba el periódico camino del trabajo.

Durante muchos años, casi durante toda su vida, había esperado con la misma indiferencia ante el mismo semáforo, Había sentido el traqueteo del autobús y había soportado los mismos frenazos, las mismas bruscas arrancadas.

Durante muchos años había llegado a la misma parada. Se había puesto de pie con el mismo aburrimiento, había bajado los escalones del autobús y, mecánicamente, había caminado por la misma calle hasta la misma oficina.

Aquella mañana el autobús se detuvo en la misma parada. La misma gente se había puesto en pie. Él sonrió. Y se quedó sentado, casi en el mismo asiento de siempre. Pensó, por primera vez, en la próxima parada y se preguntó qué habría más lejos. Decidió que, después de tantos años, era hora de averiguarlo.

jueves, 12 de julio de 2007

Tomás

Estuve con Tomás el otro día. Tomamos unos vinos y charlamos. Tomás es el tabernero de la calle de Tabernillas. Ha cerrado ya por vacaciones. Se marcha a su pueblo de León hasta septiembre u octubre, o vete a saber...Hasta que se aburra por allí. Tomás conoce este Madrid de maravilla. Le gusta tomar una copita de vino y hablar con unos y con otros.

Tomás tiene una historia de Madrid escrita y a punto de publicarla. Creo que alguna vez ya lo he contado: Joaquín Leguina le echó una mano y le puso en contacto con la Comunidad de Madrid para que se lo publicaran. Es verdad que el libro de Tomás es un tanto ecléctico, pero es muy curioso. Una primera parte habla y compara el Madrid de Galdós de Fortunata y Jacinta con el Madrid real. Ha descubierto las casas que cita Galdós, ha comprobado hasta el número de escalones que tienen los portales, donde se encontraba tal o cual comercio...

Una segunda parte habla de una investigación realizada por él sobre los sucesos del 2 de mayo de 1808. Ha descubierto que la mayoría de los patriotas eran mercenarios, gentes que recibieron dinero de la nobleza para impedir que se asentaran las ideas de la revolución en nuestro país. y ha descubierto que heroínas como Manuela Malasaña o Clara del Rey no eran más que pobres mujeres que fueron muertas en los tumultos, de forma fortuita.

Es un libro muy interesante y muy bien escrito. Bueno, pues la Comunidad le dijo que se lo publicaba para decirle a continuación que tenía que quitar algunas páginas que no encajaban en el libro. No sé qué paginas eran, pero Tomás dijo que no.

Ahora Tomás ha creado su propia editorial, Ediciones Vino Tinto, y va a publicar su libro. Estamos todos deseando que esté en la calle.

Estuvimos el otro día, ya digo, Tomás y yo, tomando unos vasitos por el barrio. Hablamos de libros y de la vida. Me habló de muchos de sus clientes. Él presume de que siempre tuvo muy buenos clientes, Como el Chiquitín o Ambrosio o El Pana, El Duende, Julián Pombo... gentes del barrio de los que en alguna ocasión he hablado.

El Pana (porque era panadero) bebía botellines de cerveza. Muchos. Siempre le podías ver con la botellita en la mano, hablando muy despacio y muy tranquilo. Su saludo más cariñoso era: "feo. ¿qué pasa, feo?". Una vez fue al médico. Y el médico le preguntó: "Usted bebe". "Sí", contestó. Y el médico: "¿Qué bebe?" "Cerveza", contestó El Pana. "¿Cuántas?". "Una o dos", dijo El Pana. "¿Cañas?", volvió a preguntar el médico. "No, hombre. Cajas de botellines", dijo satisfecho El Pana.

Tomás se ríe cuando lo cuenta. Y así pasamos la tarde. Saludamos a los taberneros que le conocen, que nos conocen. Y que nos invitan a un vasito. Luego paseamos por la Cava Baja hablando de Galdós, o de libros de viajes o de viejas películas. Tomás es un anticlerical furibundo. Y se ríe cuando habla de la sentencia contra el arzobispado por lo del cura pederasta, o se enciende socarrón y cruel al comentar algo de Aznar.

Dejamos pasar la tarde hasta que, con las últimas luces nos despedimos hasta otra. En esa hora amable de Madrid, cuando el sol es un resplandor bellísimo sobre el Viaducto.

martes, 10 de julio de 2007

Añoranza

Son las 8 de la mañana. El autobús traquetea camino del trabajo. Hace un día radiante. Un cielo azul que parece artificial. Sueño. La gente apenas habla. Pero, detrás de mi, oigo el acento musical y dulce de un argentino. Casi un soliloquio. Cuenta a una joven, a su lado, cómo era su casa. Cómo era su tierra. Habla de manantiales purísimos de los que se podía beber un agua cristalina y fresca.

Ella dice algo, algún monosílabo. Y el hombre continua hablando. Habla de las tierras, de los montes y las quebradas, de las reses en la llanura. Trato de saber de qué parte de Argentina es. Pero parece que es de todas partes. No habla de ningún lugar concreto.

Ella hace alguna pregunta y él habla de su casita. Y cuenta esos pequeños problemas que se tienen cuando se va a colgar un cuadro, cuando se va a colgar una lámpara. Hay en su voz como un deje de melancolía, de añoranza. Habla y habla como si con ello trajera su tierra a este autobús, a esta mañana de sol.

Pienso que tal vez se conozcan, que sean vecinos. Luego descubro que no. No se conocen. Él ha empezado a hablar y ella le ha escuchado. Así que ella hace algún comentario y cita a su marido que estuvo enfermo. Y él se interesa por su salud y se alegra cuando ella le dice que ya está bien, que se recuperó sin problemas.

Durante todo el camino escucho la voz del hombre. Una voz musical y grave que me trae a todos mis amigos de América. Casi lo único que se oye en el autobús son sus palabras contándonos a todos cómo es su tierra, cómo es su casita, cómo es su recuerdo. Una voz que nos habla de la nostalgia y de la tristeza de estar lejos. Que nos dice que, en demasiadas ocasiones, hay que hablar, hay que contarle al de al lado que uno echa de menos un país, una casita, unos manantiales. Que uno termina echando de menos esos agujeros que, sin querer, se hicieron en el yeso cuando uno intentaba colgar un cuadro en su casita, ¿sabés, vos?

domingo, 8 de julio de 2007

Algunas cosas

Han pasado algunas cosas en estos días. Los dos trabajadores que habían ingresado en prisión por la famosa cámara callejera, aquellos que inspiraron "Los lunes al sol" han salido de la cárcel en tercer grado. Sobre ellos pesa, no obstante, la condena. Cualquier pequeña incidencia puede llevarles de nuevo a la prisión. Pero, al menos, están en su casa.

Zapatero ha remodelado su Gobierno. Y estudia nuevas alianzas políticas en las que la izquierda queda cada vez más lejos. No entraré a tratar este tema. Me parece que tiene perfecto derecho a hacer el Gobierno que quiera. Dicen que ha ganado el debate del Estado de la Nación. Posiblemente. Las encuestas apuntan a que los ciudadanos creen que no se ha tratado en él lo que de verdad importa a los ciudadanos. Pero la opinión de los ciudadanos no vale. No pesa o pesa cada vez menos en sus decisiones.

Zapatero, por sorpresa, anunció que el Gobierno, el Estado, nosotros, en definitiva, daremos 2.500 euros a cada niño nacido tras el debate. No es una solución, por varias razones. En primer lugar el anuncio huele demasiado a propaganda electoral. De ahí que el dinero en cuestión se dé a todos, independientemente de su situación económica.

Es absurdo. Absurdo que la hija de Emilio Botín, presidente del Banco de Santander , por ejemplo, cobre como cualquier mujer trabajadora con sueldo que le impide casi llegar a fin de mes. A mí me parece casi obsceno que el Estado, tú y yo, en definitiva demos ese dinero a quien no sólo no lo necesita sino que, además, le resulta calderilla.

Y no sólo eso. En segundo lugar, con el dinero presupuestado podrían construirse guarderías, colegios, ayudas a las parejas que necesitan lugares donde dejar a sus hijos para poder trabajar. De nada vale, dice el proverbio dar un pescado al hambriento: es mejor enseñarle a pescar. Los 2.500 euros les vendrán bien a los padres, pero es un dinero que se consumirá en los primeros gastos. ¿Y luego? Luego tendrán que comprar alimentos, medicinas, buscar guarderías, llevar a los niños al cole, buscar un piso más grande...

No cabe duda de que la medida es popular. La cantidad suena muy bien. Es lo inmediato. Es la caridad ni siquiera discriminada. Pero los problemas seguirán. Tener un hijo no se paga con 2.500 euros. Tener un hijo no se paga. He leído que, mientras tanto, miles de hipotecas se hacen ya insoportables para gentes que calcularon euro a euro lo que podían destinar a la misma y que ven como la subida de los tipos de intereses echa abajo sus números.

Posiblemente es verdad que el debate del Estado de la Nación no ha tratado los verdaderos problemas de los ciudadanos, aunque les caiga la lotería de los 2.500 euros.

viernes, 6 de julio de 2007

Santander

Cuestiones de trabajo me traen a Santander. Una pausa en el blog que retomaré inmediatamente.Me encanta la ciudad. El mar purísimo, el aire, la ciudad maravillosa.

Todo en Santander tiene un aire tranquilo, de ciudad dormida y ajena. Las calles tienen sueño y en el paseo del Sardinero puede escucharse el rumor del mar. Tranquilidad. Algo así debe de ser el paraíso.

lunes, 2 de julio de 2007

Mártires del 36

El arzobispo de Valencia, Agustín García Gasco, que fue durante muchos años párroco de mi pueblo, está impulsando en su diócesis una Iglesia dedicada a los mártires de 1936. Fue don Agustín, como le conocíamos en el pueblo, un buen párroco, con un cierto sentido social. Creó cooperativas y animó a construir algunas viviendas que resolvieron en buena medida los problemas del pueblo.

No hablo con él hace mucho tiempo. Pero la noticia de la Iglesia para los mártires del 36 me produce una inmensa tristeza. Cuando la Ley de la Memoria Histórica sufre las embestidas y los retrasos de la clase política, el arzobispo, a punto de jubilarse, se empeña en dejar su recuerdo en una Iglesia dedicada a profundizar el abismo entre las dos Españas.

Los mártires y sus herederos, los vencedores de la guerra civil han tenido siempre el reconocimiento y la recompensa del gobierno franquista. Los vencidos sólo la humillación. Ahora que hay gente que condena a quienes están buscando y rescatando a quienes fueron enterrados como animales en fosas comunes, es bueno recordar que, al acabar la guerra, el gobierno estableció ayudas económicas para buscar y exhumar a los caídos por Dios y por España.

Hoy no sólo no hay ayudas para abrir las fosas, si no que, incluso, se les tacha de rencorosos, de abrir heridas, a quienes buscan a sus familiares para darles honrosa sepultura. No basta con que el Vaticano -están en su derecho de hacer lo que quieran- haga santos como churros con los que murieron en un bando de la guerra civil. Quieren más. Quieren que nadie olvide que fueron ellos los que ganaron aquella guerra cruenta y terrible.

Pero hay otros santos laicos, si es que por santo entendemos el hombre que da su vida por los demás. Santos que no han aspirado nunca al cielo prometido, sino a una tierra para todos los seres humanos. Entiendo que para ellos no haya coronas desde el Vaticano. Tampoco las aceptarían. Pero me resulta difícil entender que hoy, tantos años después de aquello, haya obispos y arzobispos y papas, empeñados en no dejar que la paz y la concordia, la tolerancia se instale en el mundo.

Sé que en este blog se ha escrito ya mucho de la Iglesia, pero cuesta trabajo permanecer callado ante tanto sinsentido.

Que Don Agustín haga su Iglesia y meta en ella a los mártires del 36. En el mundo otros hombres y mujeres están cambiando el mundo, haciendo de su vida un ejemplo. Que ellos se queden con la caridad, prefiero la solidaridad como valor supremo. Si ellos se aman sólo entre ellos, yo prefiero el amáos los unos a los otros de un pobre obrero carpintero que han secuestrado entre el oropel de las casullas y las iglesias ciclópeas.

Son ellos quienes marcan la frontera. Quienes no quieren que el odio se disipe como el humo de las hogueras que ellos mismos encendieron para quemar la ciencia, la cultura, el diálogo, la comprensión.