viernes, 29 de junio de 2007

Un artículo de Abuín

Jesús Redondo Abuín ha escrito en El País de Galicia una preciosa necrológica sobre Manolo Amor Deus que quiero hacerlos llegar.: Dice así:

"Allá se nos va a las claras de la vida otro de los imprescindibles. Con una mano delante y otra detrás. Igual que vino. Trabajó duramente desde niño y su capital fue lo comido por lo servido. Luchó toda la vida en primerísima línea. No por salvarse a sí mismo en exclusiva sino por la salvación colectiva. Era de los que daba la cara y no reculaba ni cuando acaso procedía. Grande en los grandes acontecimientos nacionales y de clase de 1972 en Galicia. Grande luego. Grande hoy mismo: murió como vivió, se negó en redondo a cambiar ideología por buena vida. Como cuantos corrieron todos los riesgos por el presente y el porvenir colectivo.

Es de los que no se han puesto a precio como otros que se decían paladines del proletariado y a las primeras de cambio cambiaron de campo y de equipo. Esos a él le daban asco. Y allá va. Allá se nos va un camarada a carta cabal. El mejor secretario general que ha tenido el sindicato nacional de CC OO de Galicia. Fue Goliat. Y los David se lo cargaron con malas artes. Con muy malas artes.

No habrá quien llene el hueco que deja tras él. ¡Hasta nunca, Amor, hasta nunca!"


Sólo añadir algo sobre Redondo Abuín. Y decir de él algo que dijo su amigo Manolo Amor, con el que compartió prisión. De él decía Manolo: "Abuín es un hombre tan honesto que, a mí, a veces, me daba miedo".


Redondo Abuín es un hombre de una honestidad a toda prueba, de una entereza grandiosa. Sufrió años de represión y cárcel. Sufrió dentro de las prisiones castigos y torturas. Pero nunca consiguieron humillarle. Unos de sus castigos lo padeció por defender la dignidad de un preso común. Porque siempre tuvo -y tiene- claro que por encima de todo está la dignidad de cualquier hombre. Se le temía y se le respetaba en cuantas cárceles visitó, y fueron muchas.


Tengo la enorme suerte de tenerlo como amigo. Cuando murió Manolo me llamó por teléfono, tan sereno, tan entero. Sólo quería darme las gracias por lo que había escrito en este blog sobre su amigo. Ahora, tan lejos, nos vemos poco. Hace tiempo, querido Abuín, que no nos vemos y, sin embargo, te recuerdo muy a menudo.


Abuín mantiene intacto su pensamiento. No ha cambiado ni un ápice y sigue creyendo en la lucha obrera, sigue pensando que éste es un mundo de todos y que todos tenemos derecho a él. Cuando me llamó el otro día, me decía que había tenido algún arrechucho. Quitando importancia a sus achaques, como si lo importante fuera siempre lo del otro.


El otro, el compañero, el ser humano es lo importante para Redondo Abuín. En este siglo en que tan poco vale la vida de un ser humano, en el que se tachan de trasnochados determinados pensamientos, determinadas ideologías, Redondo Abuín es ejemplo de coherencia de una vida, de honestidad llevada hasta el final.


Tiene, además, un gran sentido del humor. Recuerdo que una vez fuimos a entrevistarle un compañero del periódico La vanguardia y yo. Nos acercamos al edificio donde nos había citado y llamamos al telefonillo. Oímos su voz que preguntaba: "¿Quién es". "La Vanguardia -dijo mi amigo- ¿podemos subir?". Abuín contestó: "Que suba la vanguardia y el pueblo detrás".


Y, como podéis ver, escribe de maravilla. Un abrazo, Abuin.


miércoles, 27 de junio de 2007

Manolo Amor

Ha muerto Manolo Amor. A mucha gente no le dirá nada este nombre. A mucha gente le emocionará este nombre. Fue uno de los dirigentes obreros más respetados de Galicia. El primer secretario de CC OO de Galicia. Y uno de los últimos que abandonó la cárcel. A Manolo Amor lo juzgaron y condenaron en un tribunal militar.

Habían aparecido unas octavillas de Comisiones Obreras en una fragata que se estaba construyendo en la Bazán. Al ser una fragata militar, propiedad del Ejército, se le juzgó por lo militar. y fue condenado a varios años de cárcel que hubo de cumplir íntegros. Para él no hubo amnistía. Salió de la cárcel en 1976.

Tuve la enorme suerte de conocerle cuando, con mi hijo, escribía el libro "Toda España era una cárcel". Fue generoso y amable conmigo. Me acompañó a presentar el libro en Galicia y compartí con él vinos y risas y amistades. Me contó cosas que no están en el libro. Algunas las he contado aquí en este blog. Como cuando el comandante de la prisión no le comunicó que su hijo pequeño había muerto en un accidente ante las mismas puertas de la cárcel donde él estaba. Manolo se enteró por un compañero y hubo de llorar en soledad la muerte del hijo porque aquel hombre le negó la salida para asistir al entierro.

Me contó que nunca pudo comprender aquella crueldad y que años más tarde se encontró por la calle al comandante que le había impedido asistir al entierro del niño. Me dijo: "Fui hacia él dispuesto a todo. Pero al llegar a su altura sólo vi un pobre viejo tembloroso. No hice nada. Ya le había castigado la vida.

Era de una grandeza de corazón magnífica. Un ser humano excepcional. Ha muerto de cáncer de pulmón provocado por el amianto que manejaba durante su trabajo en la Bazán, Del mismo cáncer del que murió su amigo y compañero de sindicato y cárceles José María Riobó.

No sé qué puedo decir de él. Siempre he admirado la generosidad de quienes sufrieron prisión. Pero quiero recordar una frase que él me dijo cuando preparábamos el libro. "Mira, yo no pido nada. no guardo ya rencor, pero, coño, todavía estoy esperando que alguien me pida perdón por aquello, que el Ejército, que alguien venga y me diga: Perdona, Manolo, te destrozamos la vida por unas octavillas, te dejamos sin tu mujer y sin tu hijo. Te encerramos en la cárcel por nada".

Nunca nadie le pidió perdón, aunque él si perdonó a todos.

martes, 26 de junio de 2007

Un nombre

Buscando en google por razones que no vienen al caso, encuentro que alguien llamado Ismael Serrano, un emigrante mexicano, murió, creen que de agotamiento, en el desierto, intentando llegar a Estados Unidos. Es sólo un nombre que me estremece. Sólo un nombre que siento más cercano, sin embargo, que los cientos de subsaharianos que mueren cada año en pateras, también por agotamiento o ahogados en el mar, intentado llegar a España.

Pero es la fuerza del nombre, el poner nombre a un emigrante lo que le hace distinto. Y esa coincidencia. No sabemos el nombre de ninguno de esos hombres y mujeres de las pateras que llegan a nuestras costas buscando otro futuro. Son cifras, números, rostros asustados, caras del dolor y de la tragedia.

Dicen que poner nombre a alguna cosa es poseerla. Poner nombre a un ser humano es también hacerlo nuestro, es, y valga la redundancia, humanizarlo. Singularizarlo. Así que el mexicano Ismael Serrano es mucho más que un emigrante. Es un ser humano cercano muerto. No es un muerto más, anónimo y desconocido.

Tal vez si pudiéramos poner nombre a cada uno de los emigrantes, a cada uno de los que nos cruzamos por la calle, al muchacho que vende CD`s, a la ecuatoriana que nos encontramos en el autobús, al rumano que nos arregla el grifo... no hablaríamos con desprecio de ellos, no pensaríamos que hubiera sido mejor que se quedaran en sus países.

Pero ignoramos su nombre. Ignoramos todo. No sabemos siquiera si un día estuvieron a punto de morir de cansancio en ese desierto de una gran ciudad.

lunes, 25 de junio de 2007

Soldados

Han muerto seis soldados del Ejército Español en el Líbano. Estaban en misión de paz. Nunca he entendido como profesionales de la guerra pueden estar en misión de paz. Pero no es eso lo que quiero comentar. Han muerto seis jóvenes, creo que de 18 a 21 años. Seis muchachos que nunca volverán a ver a sus novias, no volverán a dar un beso a una chica, no comerán los domingos con su madre.

Los líderes políticos han hablado con admiración de ellos. Pero están muertos. pronto serán olvidados con al muerte de otros jóvenes que, como ellos, han ido a un país que no es el suyo a poner paz. Es verdad que algunas de las misiones son encomiables: construcción de hospitales, carreteras, escuelas, reparto de comida y medicinas... pero no es su país y, seguramente, ellos nunca hubieran querido ir allí. Menos, a morir.

Dicen los periódicos que tres de ellos eran colombianos. Los inmigrantes han encontrado en el Ejército una manera de ser "legales" en España. A ellos les ha costado la vida. pero los periódicos dicen algo más: el 10% de los soldados del Ejército español son inmigrantes. Los que van a misiones peligrosas son en un 30% inmigrantes, latinoamericanos. Es decir, que....

Es decir, nada. Creo que está suficientemente claro y que ocurre en casi todos los países del mundo, fundamentalmente Estados Unidos. Los latinos son carne de cañón. Enrolados para huir de la miseria y del paro, se les manda a las guerras, a morir por una patria que no es la suya y bajo una bandera que sólo les acoge para robarles la vida.

Siento la muerte de los seis soldados. Una muerte que ha unido a colombianos y españoles. Quiero pensar que allí eran todos uno. Que nada les diferenciaba, que entre ellos había la amistad que surge del peligro y del miedo.

Malditas guerras, dijo alguien. Malditas guerras y quienes las promueven. Pero quienes las promueven aparecerán de traje oscuro a los pies de las escalerillas del avión que traerá los cuerpos. Todo será muy solemne: bandera encima del catafalco, honores militares. Taconazos. saludos y toques de cornetín. El ritual sangriento para justificar el horror de la guerra. Y veremos las imágenes de mujeres destrozadas por el dolor y el abrazo del político que, apresuradamente, tendrá que irse inmediatamente a otro acto.

Decía Loquillo en una canción: "Mi única patria son tus caderas". Ojalá fuera esa la patria de todos.

viernes, 22 de junio de 2007

Iglesia

Los obispos españoles no quieren que a los niños y jóvenes ciudadanos, a los que mañana dirigirán la sociedad española, se les eduque en los valores cívicos de la tolerancia, el respeto, lo laico... Dicen que lo hacen para defender el derecho a la libertad de enseñanza. Es curioso que entiendan como libertad de enseñanza el recibir sólo y exclusivamente la enseñanza religiosa.

Y más curioso que pongan condiciones a un Estado que paga a sus profesores, que sostiene a sus sacerdotes, que suelta religiosamente -y nunca mejor dicho- cantidades cuantiosas para mantener el tinglado.

La Conferencia Episcopal ha hecho un llamamiento para que la gente se eche a la calle a protestar por la decisión del Gobierno de incluir la asignatura de Ciudadanía en los cursos de educación. Una asignatura que está en, prácticamente, todos los países europeos. Pero sorprende, sobre todo, el cariño que los obispos han cogido a salir a la calle, a manifestarse contra el Gobierno.

En la dictadura no hubo ese afán de la Iglesia por defender las libertades -salvo alguna honrosa excepción-, sino todo lo contrario. La Iglesia colaboró activamente con la represión fascista tras la guerra civil, se puso al lado del vencedor y sirvió de brazo religioso contra quienes luchaban por una España distinta.

No merece la pena hablar de los pecados de la Iglesia, ni de la suntuosidad de sus ceremonias, el despilfarro de sus santerías, ni de los crímenes cometidos en nombre de un Dios marcado por la crueldad, inmisericorde e iracundo. Siguen como hace siglos. Creyendo que la moral les pertenece, convencidos de que sólo en una religión hipócrita y anacrónica se encuentra la verdad y la salvación. Una Iglesia capaz, en sus postulados, de condenar al limbo al niño inocente y no bautizado, capaz de negar el paraíso al hombre enfermo que acaba con su vida. Una Iglesia que ve a la mujer sólo como receptáculo y fábrica de hijos.

Estos señoritos, con sus pulidas sotanas, sus fajines de opereta, sus casullas y aparatage religioso insultante, tan lejanos de la doctrina del Nazareno, llaman a rebato contra el poder laico, contra todo lo que no se adapte a una concepción del mundo basada en la represión y el miedo.

Otra de sus reivindicaciones es que el estado pague a sus profesores de religión, pero reservándose el derecho de elegirlos ellos, de aplicarles sus propios baremos, de despedirlos cuando se les antoje... Ayer decía el portavoz de la Conferencia Episcopal que a los profesores de religión no se les puede aplicar la legislación laboral porque están sujetos al derecho canónico, a los contenidos del acuerdo entre el Vaticano y España, con lo que no se les aplicaría ninguno de los derechos tan duramente ganados por los trabajadores.

Es como si se defendiese que a un trabajador inmigrante no se le aplicara el Estatuto de los Trabajadores porque no son españoles y se les aplicara, por ejemplo a un chino, la legislación china, a un ecuatoriano, la de Ecuador y aun senegalés la de Senegal.

Saldrán a la calle, gritarán, arrastrarán a gente de buena y mala voluntad, y se llenarán la boca de palabrerío defendiendo la libertad de enseñanza. Para ellos, para los obispos, la libertad sólo se defiende si coincide con su idea represora de la enseñanza, en la que el sexo es sucio, la mujer obra del diablo y los hombres peones de un Dios absurdo que juega a los dados con nuestras vidas.


jueves, 21 de junio de 2007

Sí hay quien apoya

Un amigo del blog me advierte que sí hay gente que apoya a los trabajadores de la Naval de Gijón. Y me envía recorte de prensa en el que se dice que el consejero de Justicia en funciones del Principado, Francisco Javier García Valledor, de IU, ha remitido una carta al ministro de Justicia pidiendo que se conceda el indulto en el menor tiempo posible.

También se habla en el recorte de prensa de otros apoyos, como de CC OO, el PCE, la STES intersindical y otros colectivos. Es una satisfacción recogerlo aquí. Pero mi queja venía del espeso silencio que a nivel estatal se ha producido en partidos y sindicatos y en los medios de comunicación. Y si no silencio absoluto, sí se detecta una cierta y preocupante indiferencia.

No es de recibo que los dos sindicalistas permanezcan en prisión por los hechos de los que se les acusa y, sobre todo, que tan escaso interés se demuestre por su situación.

miércoles, 20 de junio de 2007

El Fary

Mi amigo Germán, en su blog Cava Baja, me recuerda -nos recuerda- que hay días tristes, como el de ayer, día en que murió el Fary. Tuve ocasión de saludarle en un acto al que acudí acompañando a alguien. Me saludó como si yo también fuera una persona importante, cariñoso y amable.

Era un acto en el que se había reunido a un grupo numeroso de abuelos para alguna cosa relacionada con la política. El Fary había sido invitado. Los viejecillos empezaron a gritar, a pedirle que cantara algo. El Fary se disculpó, dijo -y era verdad- que no estaba bien de la garganta, pero, ante la insistencia de los abuelos, agarró el micrófono y a capela cantó un par de cantes flamencos que levantaron el entusiasmo de los presentes.

era la primera vez que yo oía cantar flamenco al Fary, confundido como estaba entonces, creía que era un simple cantante de coplas. No soy entendido en flamenco, pero me impresionó su forma de cantar, la potencia de su voz y, sobre todo, la alegría con que interpretó ante aquellos viejecillos que ya tendrían algo que contar al volver a sus casas.

Los amigos me cuentan que el Fary no abandonó nunca sus bares, que acudía periódicamente por El Rastro y que mantenía su fama de hombre cordial y bueno. Hablaron muy bien de él, pero no con esa bondad que se dedica a los muertos, sino con la sencillez con que se dicen las cosas obvias, con la sencillez con que se habla de las cosas normales.

Gracias, Germán, por recordarme que, además de la política hay otras historias cargadas de humanidad e interés.

martes, 19 de junio de 2007

Siguen en la cárcel

Los trabajadores Juan Manuel y Cándido siguen a estas horas en la cárcel. No he visto declaración alguna de los dos grandes sindicatos en los periódicos. A lo mejor, se me ha pasado por alto. Miro en internet. No lo encuentro. Apoyos tibios en todo caso. Los periódicos no dicen gran cosa. Hay un silencio espeso y preocupante en torno a ellos. Son molestos para el sistema.

La desproporción de la pena es tal que tendría que hacer reflexionar al poder judicial, al poder político y al cuarto poder. Tres años porque se rompió una cámara de tráfico en una de las manifestaciones de protesta del naval de Gijón.

Pero, sobre todo, me preocupa ese silencio cómplice de los medios, de los partidos, de los sindicatos. El Parlamento ¿no tiene nada que decir? ¿No hay una pregunta al Gobierno sobre la posibilidad de indulto? ¿No será que, en el fondo, se trata de meter miedo a quienes intenten nuevas protestas? ¿No será una advertencia?

No deberían pasar Cándido y Juan Manuel ni una sola noche más en la cárcel. Pero ahí siguen. Mientras tanto, la gente es feliz porque ha ganado el Madrid. Ríos de Tinta, horas de televisión y radio para hablar y hablar del triunfo. Ni una línea, ni un segundo para pedir la libertad de dos trabajadores que defendían sus puestos de trabajo.

Por cierto, Gabriela, el tango que le iría hoy al mundo sería, creo yo: "Al mundo le falta un tornillo". ¿No?

Una pregunta tonta

Vamos a ver: hagamos una pregunta tonta.

¿Quién paga el gasto de la celebración de la victoria del Real Madrid?

Para hacerlo más fácil vamos a enunciar algunos de estos gastos:
  • Policía Municipal (horas extras en algún caso)
  • Helicópteros sobrevolando el cielo de Madrid.
  • Servicios de urgencia.
  • Barrenderos que tuvieron que recoger 43.700 kilos de basura.
  • Daños en mobiliario urbano, cristales, coches
  • Cierre de calles
  • Sueño de los ciudadanos
  • Ruidos, etcétera.
Respuesta a la pregunta: tú y yo y todos los madrileños, aunque no nos guste el fútbol

¿No hubiera sido más fácil que se celebrara en el propio Bernabeu?

lunes, 18 de junio de 2007

Cárcel para los sindicalistas

Acaban de ingresar en prisión Juan Manuel Martínez Morata y Cándido González Carnero. Están condenados a tres años de prisión porque durante las protestas laborales de 2005 unas cámaras de vigilancia sufrieron daños importantes. Tres años. Son los dos sindicalistas en los que se inspiró Fernando León para hacer la película Los Lunes al sol.

Se celebran ahora los 30 años de democracia. Y como en esos treinta años se ocultará ahora la existencia de líderes obreros en la cárcel. En los años de la Transición que celebran hoy como protagonistas los mismos que persiguieron a obreros y estudiantes, numerosos obreros pagaron con prisión su lucha por la libertad.

No ha sido noticia de primera página el ingreso en prisión de Juan Manuel y Cándido. No es noticia. Ellos eran los responsables de las protestas y, por tanto, los responsables de la rotura de unas cámaras callejeras de vigilancia. Es la fuerza de la ley. Manda huevos.

Mientras ellos están en la cárcel, los Albertos, condenados en firme, siguen desde hace años en la calle, el banquero Botín es absuelto y otro juez considera que el presidente de Air Madrid no es responsable de lo que ocurrió en su compañía, con cientos de viajeros estafados. Por citar sólo los que recuerdo de memoria.

Hay ley para ricos y ley para pobres. Un desgraciado toxicómano ha pasado 15 meses en la cárcel, después de haber sido absuelto, por un error de todo el aparato de la Justicia. Los ricos no suelen entrar en la cárcel, salvo casos muy escandalosos. En Estados Unidos -tomo nota Gabriela de que no sólo ellos son americanos- los ricos pueden pagarse su celda con todos los lujos. En España no van ni siquiera a ella. Los jueces mandan mucho.

Es, sin duda, la ley de oro: quien tiene el oro hace la ley.

Triunfo

Una crónica de los periódicos:

"La victoria se extendió ayer por toda la ciudad. El equipo de representantes de la Ciencia y de las Artes había, por fin, conseguido tan ansiado triunfo. Las calles se llenaron de gente jubilosa que, a voz en grito, feliz y sudorosa, celebraba la victoria siempre tan deseada.

El alcalde de la capital había anunciado que, dado lo importante del evento, se pondrían los medios necesarios para que nada ni nadie ensombreciera los actos. Se cortarían las calles y se permitiría excepcionalmente que el capitán del equipo se acercara a la estatua que simbolizaba la ciudad y colocara en la cabeza de granito los adornos y colores que nos habían llevado al triunfo.

La ciudadanía no durmió aquella noche. Gritos y cánticos celebraron la victoria. Los padres, con sus hijos a hombros, se echaron a la calle para que los niñas y niños supieran ver cómo la belleza, la poesía, la pintura, los valores de la tolerancia, la sabiduría se imponían en el alma de la gente.

Sólo lamentar algún grupo que, enfervorizado por el triunfo, había protagonizado algunos incidentes con las Fuerzas del Orden. Los medios de comunicación dedicaron sus más amplios espacios al acontecimiento. Y esa misma tarde estaba previsto que el equipo fuera recibido por las autoridades y, posteriormente, por el mismísimo cardenal que haría una ofrenda a la Patrona de la Ciudad".

Bueno. Pues, no. Todo esto, o algo parecido, se ha dicho y hecho sobre el triunfo de un equipo de fútbol, de propiedad privada, que representa, en muchos casos, valores de violencia, insolidaridad, competitividad. Un equipo de hombres que arrasan económicamente, que tienen sueldos insultantes, que ni dan ejemplo de deportividad ni de ciudadanía. Espejo y crisol de pasiones donde la testorena juega un papel importante y en el que la cultura tiene su máxima expresión en frases como "pienso de que...", o "bueno, yo... bueno, pues".

Un equipo pensado para entontecer a la ciudadanía, para demostrar que la educación o la cultura nada puede ante la fortaleza de un puntapié o el resuello de una carrera. Un equipo que ha paralizado una ciudad, que ha cortado calles, que ha cambiado el ritmo entero de un país.

Viva el furbo.

viernes, 15 de junio de 2007

Cambalache

Lo ponen muy difícil. Las negociaciones de los partidos para hacerse con el poder, ese cambalache de cargos con tal de lograr apoyos suficientes para presidir una comunidad o un ayuntamiento, la descarnada compraventa de prebendas, consejerías, concejalías me llevan a la melancolía.

Lo que los electores han dicho en las urnas se retuerce para poder compaginar intereses contrapuestos, ansias de poder. No es ya que se llegue a pactos entre ideologías afines y que, sumadas, den mayorías. No. Es que el acuerdo no se busca por similitud de principios ni de programas, se busca para conseguir entrar o mantenerse en el poder. Así que lo que se valora no es la importancia social de una consejería o de una concejalía, sino la dotación presupuestaria de que va a disponer.

El "afán" de servicio de los partidos es tremendo y desolador. Luego se quejarán de la abstención, del desinterés de los ciudadanos, del pasotismo de los electores. Pero lo cierto es que lo ponen muy difícil. Ponen muy difícil creerles. creer en su voluntad por servir al pueblo, por hacer de la política una profesión honesta.

Hasta en los análisis electorales realizados por los líderes políticos se deslizaba un lapsus. cuando hablaba cada uno de su triunfo decían: "tendremos más poder", "gobernaremos en más sitios", mandaremos en más pueblos". Pero, coño, ¿no habíamos quedado en que ganar unas elecciones servía para ponerse al servicio del pueblo?.

El espectáculo de este patio de mercaderes luchando a brazo partido por los despojos de la batalla electoral es para echarse a temblar. Y no se libra nadie. Ni la izquierda ni la derecha. Dentro de año y medio, más o menos, iremos otra vez a las urnas. Ganas dan de mandar a esta tropa, con sus promesas y sus buenas palabras, a hacer puñetas, por decirlo en fino.

martes, 12 de junio de 2007

El hombre feliz

Leo que han encontrado al hombre feliz en España. Lucina Gil ha hecho un cortometraje sobre este hombre, Luis, tras meses de buscar por Madrid. Parece ser que el hombre feliz baila el chotis -Dios mío-, lleva con la misma mujer 56 años y ha sido cristalero. Son circunstancias que, me parece a mí, por separado nada dicen de la felicidad, pero que juntas puede que tengan algo que ver con ese estado vital. O lo contrario.

A mí me parece bien que declaren hombre feliz a Luis, el jubilado cristalero. El artículo no explica qué criterios se han seguido. Y, en el fondo, cualquier criterio es válido. Todo arranca de un estudio de la Universidad de Wisconsin. Los americanos que tanto esfuerzo dedican a amargar la vida de los habitantes de la tierra, de vez en cuando, se lanzan a buscar científicamente la razón de los sentimientos, del amor o de la felicidad.

Así que han hecho su fórmula y les ha salido cuál era el hombre más feliz de la tierra. Yo, la verdad, no me lo creo. No hay fórmulas para eso. Siempre he pensado que la felicidad es un estado transitorio. Se puede ser muy muy muy feliz durante cinco minutos y, al instante siguiente, el ser más desgraciado de la tierra.

No sé si Luis es un hombre feliz. Por los datos que aporta el artículo, no me parece que sea el paradigma de la felicidad, aunque hay que reconocer que el periodista da pocos detalles. Dice que en los 56 años que lleva con su mujer jamás ha discutido. Lo siento. Eso no es signo de felicidad, sino de tontuna. ¿Cómo no discutir alguna vez para luego reconciliarse? Si es así, Luis ignora la felicidad de la reconciliación, de pedir perdón, de arreglarse de nuevo, de prometer que nunca más volverá a suceder, volverá a haber una nueva discusión.

Pero, sobre todo, es que no creo en la felicidad permanente. Ni en fórmulas de Wisconsin. he conocido gente feliz. conozco gente feliz. Gente que se toma su chatito con los amigos, que discute amargamente por su equipo favorito, que mira con placidez el caminar de una joven que enseña el ombligo, gente que se levanta cada mañana con la idea de que, otra vez, le ha ganado el pulso a la vida.

Pero esa gente, me parece a mi, no encaja en ninguna fórmula.

lunes, 11 de junio de 2007

Generosidad

Somos de un generoso que tira para atrás. Manuel Marín, presidente del Congreso de los Diputados quiere poner a siete salas el nombre de cada uno de los considerados padres de la Constitución. Entre ellos, claro, estaría Manuel Fraga. ERC ya ha anunciado que se negará. No estoy de acuerdo nunca con ese afán de conmemorar fechas y nombres bautizando salas, salones y despachitos o despachazos.

No puedo, además, estar de acuerdo con Marín. Manuel Fraga participó en Gobiernos de Franco. Se sentó en Consejos de Ministros a los que se les informó de penas de muerte, mantuvo una lucha constante contra obreros y estudiantes que querían la libertad y durante sus años de ministro del interior ocurrieron hechos gravísimos (torturas, detenciones, muertes, represión) que no han quedado lavadas porque el señor Fraga viera que las cosas eran inevitables y se apuntara a la incipiente democracia, poniendo, por cierto, cuantas ramas encontró en las ruedas del futuro.

Siempre se ha pedido perdón y respeto a los vencidos. Los vencedores ni perdonaron ni olvidaron. Durante cuarenta años se masacró, persiguió y encerró a estudiantes, obreros, intelectuales que querían una España mejor. Fraga estaba allí, para represaliar. Y no se arrepiente. periódicamente, con esa gracieta de viejo chocho se permite decir que los muertos de Vitoria no fueron nada o asegurar en sus memorias que Grimau era un asesino peligroso.

Siempre se dice a los vencidos que deben ser comprensivos, que deben perdonar. Pero a ellos no se les ha reconocido nada más que a regañadientes todo el dolor que sufrieron. Siguen apareciendo fosas con cientos de fusilados por los franquistas, se conocen cada día nuevas atrocidades, Mueren los viejos que pasaron sus años en la cárcel. Y ahora, a un viejo chocho fascista, se le quiere rendir un homenaje poniéndole el nombre de un salón. Si todavía fuera el de un retrete...

Otro poema

Ahí va un poema:

La Barca de Caronte

Tenemos que quedar alguna tarde.
Hablar de aquellos años, cuando éramos
lo mejor de cualquier generación
que hubiera habido nunca en estas tierras.

Yo sigo igual. Lo mismo. Aunque los hijos
no me dejen vivir con esa vida
de noches locas. Yo no sé qué quieren.
Lo nuestro era otra cosa muy distinta.

Nosotros estábamos luchando
contra la dictadura, contra Franco.
Ya te digo, teníamos conciencia.
Libertad, obreros y estudiantes.

Tenemos que quedar algún día de estos.
Tomar algunas copas. Hablar de todo aquello.
Y la mujer, ya sabes, cada día
le gusta menos que llegue tarde a casa.

Yo ya no escribo apenas. Algún verso perdido.
Me dieron algún premio
de esos que te publican
200 ejemplares. A ver si te doy uno.

García, sí. Ése se vendió pronto.
Publica asiduamente. Y escribe en el Babelia.
Un gilipollas. Apenas ya le veo.
Algunos ahora lo tienen de película.

Te llamo. Te lo juro. Dale un beso
a Concha. ¿Que no sigues con ella?
Ya me dirás qué tal
la nueva. Supongo que más joven.

Cabrón. La vida, qué vas a decirme.
Quedamos cualquier tarde.
Y nada, que me alegro.
Qué tiempos, eh, qué tiempos. Yo te llamo.

viernes, 8 de junio de 2007

Objetivos de ETA

Somos de nuevo, todos nosotros, objetivos de ETA. Al margen de cualquier consideración, al margen de cualquier ideología, la ruptura de la tregua (ya rota con el atentado de Barajas) es una triste noticia. Porque todos queremos la paz. Porque, por mucho que se empeñen, los españoles queremos vivir en paz, coño.

Volveremos a salir con miedo a la calle. Volveremos a mirar con angustia los periódicos, sentiremos que se nos rompe algo cuando leamos que ha muerto un hombre de un disparo, de un artefacto explosivo. Vigilaremos los aeropuertos, los aparcamientos, los grandes almacenes, con el temor de que pase algo.

Y ni siquiera en esta ocasión los políticos se pondrán de acuerdo. Para ellos (para unos más que para otros) ETA es un elemento más útil si con él se desgasta y se lamina al adversario.

Triste país éste en el que ni siquiera podemos vivir sin la amenaza de la muerte.


Amigos

Dicen que la diferencia entre un hermano y un amigo es que a los amigos se los elige. Pero ni siquiera esto es verdad. A veces te sientes elegido y te dejas querer. Lo cierto es que la amistad es, en ocasiones, lo único que te puede salvar de esos malos días.

Estuve ayer con un puñado de esos amigos, de los que tanto he hablado. Ayer se nos unió Saturnino García, actor. Fue protagonista de "Justino, un asesino de la tercera edad", película de La Cuadrilla. Durante toda la comida estuvo hablando de anécdotas con una humildad increíble. Frente a esa gente que hace de cualquier nimiedad la creación del mundo, Saturnino quitaba importancia a su trabajo, como si lo que él hiciera no tuviera importancia alguna.

Nos habló de su papel y de los cientos de papeles hechos como si no fuera nada. Quitaba importancia a todo y nos dio una lección de lo que es un gran hombre: el que no tiene que decir que lo es porque se le nota en sus palabras y en sus actos.

Con él, estaba Fany, payaso y el magnífico Pepe Regueira que ayer, con ese corazón generoso que tiene, nos regaló la creación del sombrero. No sé si alguien lo recordará. Yo lo había visto y ayer parecía un espectáculo nuevo. Son las alas de un sombrero que va manipulando y convirtiendo en teja de cura, gorro de Napoleón, toca monjil, gorro de arquero, gorro de pirata.... imposible decir cuántos personajes saca de una simple ala de sombrero.

Como siempre estuvo magnífico. Y, mientras, contaba anécdotas de su supuesta familia absolutamente desternillante. Cuando hoy vemos en la televisiones públicas auténticos homenajes al mal gusto, a la zafiedad y a la grosería, resulta que Pepe hace un espectáculo sano, divertido, respetuoso y tremendamente ingenioso. Dijo algo que me encantó: "A veces en mis shows tengo que decir alguna palabra mal sonante y pido perdón a las señoras y señoritas. Y les advierto que, coño por ejemplo, no es palabra fea. Que las palabras feas son: hambre, guerra, sufrimiento...."
Dí que sí, Pepe. Si va por vuestra ciudad no dejéis de verlo. Creo que iba a ir esta semana por Galicia.

Fany es un payaso, tranquilo y sentimental. Contó algunos chistes de antología que lamento no poder contar. Me falta la vis cómica de Fany. Nos decía: Si yo os los cuento para ver si aprendéis algo..." A lo mejor los chistes los aprendemos, pero la gracia de Fany es imposible.

Los amigos. Ay, los amigos.




martes, 5 de junio de 2007

7 años pagando

Dicen los periódicos que un español necesita el sueldo de 7 años para pagar un piso. Y eso, suponiendo que tenga un salario medianamente decente. Dicen los periódicos que subirán los tipos de interés. Con lo que más que siete años, van a necesitar 14 para hacerse con una vivienda. Eso, en el caso de que no coman , no vistan, no beban durante esos años.

Se firman hipotecas a 35 años. Es decir que un muchacho o una muchacha en la treintena dejará de pagar la vivienda cuando entre en la edad de jubilación. Toda la vida pagando un piso, si es que tiene la suerte de tener 30 años de buen sueldo, de no estar parado ni un solo mes y de ser capaz de vivir hasta los 65.

Pero, ¿alguien es capaz en esas condiciones de comprar vivienda? Yo confieso que me siento incapaz. Y comprendo que los jóvenes entren en una espiral de desesperación, desencanto, pasotismo o... yo qué sé.

Mientras tanto, los beneficios empresariales crecen, la bolsa se dispara, el ladrillo sigue siendo un negocio y los políticos discuten si debe dimitir o no un secretario general, un candidato, por unos resultados electorales. Quien debería dimitir son los políticos que han dejado que esta sociedad crezca sobre las ruinas y la desesperación de tantos ciudadanos, de tantos jóvenes.

Pero, en fin, esto, sin duda, es demagogia.

lunes, 4 de junio de 2007

Sigue la novela (7)

Otro trozo más:

-¿Vive en el convento con los frailes?

-Bueno. Según le convenga. Yo creo que el chaval tiene su propia vida. Es muy raro.

-Parece muy colgado, ¿no? -pregunté, tras dar el último trago de café.

-Hace de todo. Yo creo que sigue pegándole. Y vende, para pagarse los picos, ya sabes.

Yo no sabía gran cosa pero asentí para no parecer un pardillo. Antonio se acarició la canosa barba y prosiguió.

-A los frailes los tiene engañados. Lo ponen como ejemplo de rehabilitación. Después de hacerle el reportaje, estuve en contacto con él. Bueno, de aquella manera. Me llamaba de vez en cuando, para ofrecerme alguna historia. Hasta que le dije que yo no pagaba los reportajes. Además que aquí lo de la droga prácticamente ya no interesa a nadie.

Antonio Navarro dio por terminada la comida y me enseñó las dependencias del Casino. A aquellas horas las salas estaban prácticamente vacías. Se respiraba un aire rancio pero, al mismo tiempo, en sus paredes, en las majestuosas escaleras, en la magnífica biblioteca, podía apreciarse todavía un aire señorial y tranquilo. Recordé los versos de Antonio Machado y me imaginé a aquel “hombre del casino provinciano” que, estaba seguro, en las tardes de invierno se jugaba su patrimonio al monte en aquellas mismas mesas de los salones reservados “sólo para socios”. Sí, el pasado es efímero, maestro.

Cuando llegué al hotel, la chica rubia me informó que mi jefe me había llamado y había dejado el recado urgente de que me pusiera en contacto inmediatamente con el periódico. Llamé desde la habitación. Quería, por esos extraños razonamientos de los redactores jefes, que siguiera con la historia del hombre muerto, sin abandonar, claro está, el reportaje de los frailes. Según él, un suceso como aquel revestía sin duda el morbo necesario para hacer una paginilla de fin de semana. Maldije para mis adentros el exceso de imaginación que había volcado en la crónica en mi afán de verla publicada y le aseguré que yo mismo había pensado que aquella era una historia que merecía investigarse. Colgué y, a continuación, llamé a Rafa para que me diera la dirección de la viuda y algún otro contacto en la policía.

La mujer vivía por el barrio de El Pilar. Relativamente cerca de la Vaguada. Era un bloque de moderna estructura, sin personalidad alguna. Pulsé el timbre del telefonillo y, casi inmediatamente, se abrió la puerta con un chasquido. Supuse que la viuda se había cansado ya de preguntar, sabedora de que los visitantes tenían como intención mostrar sus condolencias por la muerte del marido. En el portal encontré una mesita con una bandeja en la que habían depositado una decena de tarjetas. Busqué el ascensor y subí hasta el cuarto piso. Había una puerta abierta y, asomada a ella, una mujer todavía joven, con una rebeca negra y los ojos hinchados.

-Buenos días, ¿es usted la viuda de...?

No me dejó terminar.

-Pase, pase... –se echó a un lado y me dejó libre el camino hacia un pequeño salón. Una televisión ofrecía los gritos de dos señoritas de muy buen ver que hablaban a la vez y mostraban un generoso escote. La mujer se acercó al aparato y lo apagó.

-Por distraerme un poco. Ya sabe... –se justificó con una sonrisa.

-No, si la comprendo –eché una ojeada a lo que se veía era un cuarto de estar. Un par de sillones de orejas, tapizados de ramos de rosas, y una mesa camilla en el centro, vestida todavía con las faldillas del invierno, eran prácticamente todo el mobiliario. Pegada a la pared, había una vitrina en la que se mostraban unos vasos altos de cristal, una licorera con sus correspondientes copas y una sopera de porcelana blanca adornada de flores. Había una fotografía en la que la mujer, vestida de novia, se agarraba, feliz, del brazo de un hombre moreno y adusto, de ceño fruncido.

Ella captó mi mirada y no pudo evitar un puchero.

-Ya ve usted –dijo en un sollozo.

-Lo siento –argumenté, intentando recordar si en aquellos casos era prudente y dentro de las normas más elementales de educación pasarle el brazo por el hombro en gesto de consuelo. Ante las dudas, decidí abstenerme.

-Pero, siéntese, por favor... –y me señaló uno de los sillones- ¿Es usted un compañero del trabajo? –y antes de darme tiempo a contestar, añadió:

-Es que como me dijo que vendría uno de ustedes a por la cartera...

-No, señora, no. Verá usted. Yo soy periodista. –contesté con la esperanza de que mi profesión me diera el aire de respetabilidad del que, estaba seguro, carecía mi figura.

-Ya…

-¿Eso de la cartera…? –pregunté.

-No sé. La cartera. Ésa –señaló un abultado cartapacio que reposaba en un rincón-. Supongo que serán cosas de trabajo.

Estuve tentado de decirle que sí, que me la diera, pero ya había negado que fuera empleado del banco, así que me limité a comentar:

-Ya, pues, no. No sé, la verdad…

-Ah...

Y no dijo más. Me quedé yo también en silencio. Luego me atreví a preguntar:

-¿Y no sabe usted si tenía algún enemigo?

-Ya se lo dije a la policía. Era un hombre muy bueno. Un poco raro, a lo mejor. Tan serio, que yo se lo decía a veces: Ay, hijo, ya podías ser un poco más alegre –lloriqueó de nuevo-. Porque yo, no es porque yo se lo diga, pero soy un cascabel. A mí me gusta salir, el baile, el cine. Y él era todo lo contrario. Siempre me decía: Pero Luisi, ¿dónde vamos a estar mejor que en nuestra casita, tan a gustito?

Se quedó un momento en silencio. Como para sí misma, musitó:

-Toda mi juventud perdida sentada al brasero.

No dije nada. Me daba la sensación de que la mujer había entrado en uno de esos trances en los que, ajeno a lo que te rodea, uno inicia un monólogo que es más una forma de apurar el recuerdo que otra cosa.

viernes, 1 de junio de 2007

Los padres de la democracia

Nos visita Condoleeza Rice, esa mujer con cara de muñeco diabólico. Está enfadada porque la política española respecto a Cuba es demasiado condescendiente. no le gusta. Dice que cómo podemos apoyar un país con graves deficiencias en derechos humanos, sin democracia. No seré yo quien empiece a cuestionar el régimen cubano. Ya hay quien lo hace. Tampoco voy a defenderlo. Pero no deja de ser un sarcasmo que EE UU proteste por los ataques a los derechos humanos.

Cuando Batista asesinaba y masacraba al pueblo cubano, hambriento y desesperado, EE UU tenía a Cuba como su lupanar privado, su casino de juego y su finca particular. Nunca le preocupó la falta de libertad en la isla. Allí mandaba a sus gangster, sus chulos y sus marines para que descansaran en brazos de una mulata.

Todavía en Cuba existe una de las mayores ignominias de la historia: Guantánamo. Ni la peor cárcel cubana puede ser peor que un lugar donde un hombre no tiene derecho alguno y puede permanecer años desaparecido para el mundo, torturado y asesinado.

Cuando se instauró en Chile un Gobierno de Izquierdas con Salvador Allende, los guardianes de la democracia, inspiraron y apoyaron uno de los más crueles y sangrientos golpes de estado del mundo. En fin, que la representante de un país que creó Vietnam, Irak y que a dia de hoy todavía secuestra a voluntad a quienes considera enemigos, no respeta la autonomía de ningún país, tortura y asesina, tenga el cuajo de dar lecciuones de moral, de democracia y de defensa de los derechos humanos. es, cuando menos, irónico. Por no decir -por decir, sí- un insulto.