Dicen que la diferencia entre un hermano y un amigo es que a los amigos se los elige. Pero ni siquiera esto es verdad. A veces te sientes elegido y te dejas querer. Lo cierto es que la amistad es, en ocasiones, lo único que te puede salvar de esos malos días.
Estuve ayer con un puñado de esos amigos, de los que tanto he hablado. Ayer se nos unió Saturnino García, actor. Fue protagonista de "Justino, un asesino de la tercera edad", película de La Cuadrilla. Durante toda la comida estuvo hablando de anécdotas con una humildad increíble. Frente a esa gente que hace de cualquier nimiedad la creación del mundo, Saturnino quitaba importancia a su trabajo, como si lo que él hiciera no tuviera importancia alguna.
Nos habló de su papel y de los cientos de papeles hechos como si no fuera nada. Quitaba importancia a todo y nos dio una lección de lo que es un gran hombre: el que no tiene que decir que lo es porque se le nota en sus palabras y en sus actos.
Con él, estaba Fany, payaso y el magnífico Pepe Regueira que ayer, con ese corazón generoso que tiene, nos regaló la creación del sombrero. No sé si alguien lo recordará. Yo lo había visto y ayer parecía un espectáculo nuevo. Son las alas de un sombrero que va manipulando y convirtiendo en teja de cura, gorro de Napoleón, toca monjil, gorro de arquero, gorro de pirata.... imposible decir cuántos personajes saca de una simple ala de sombrero.
Como siempre estuvo magnífico. Y, mientras, contaba anécdotas de su supuesta familia absolutamente desternillante. Cuando hoy vemos en la televisiones públicas auténticos homenajes al mal gusto, a la zafiedad y a la grosería, resulta que Pepe hace un espectáculo sano, divertido, respetuoso y tremendamente ingenioso. Dijo algo que me encantó: "A veces en mis shows tengo que decir alguna palabra mal sonante y pido perdón a las señoras y señoritas. Y les advierto que, coño por ejemplo, no es palabra fea. Que las palabras feas son: hambre, guerra, sufrimiento...."
Dí que sí, Pepe. Si va por vuestra ciudad no dejéis de verlo. Creo que iba a ir esta semana por Galicia.
Fany es un payaso, tranquilo y sentimental. Contó algunos chistes de antología que lamento no poder contar. Me falta la vis cómica de Fany. Nos decía: Si yo os los cuento para ver si aprendéis algo..." A lo mejor los chistes los aprendemos, pero la gracia de Fany es imposible.
Los amigos. Ay, los amigos.
5 comentarios:
Ay de nosotros el día que nos falten ya no los amigos, sino los ilusionistas, payasos, humoristas (no simples contadores de chistes...). Es cierto que en la TV se está dando paso a otro tipo de entretenimiento para nada artístico y bastante burdo, cuando hay gente por ahi sobradamente capacitada para dar espectàculos sin recurrir a desnudos, calumnias y peleas "en directo". Lo triste es que nos enteramos de estos "artistas" así, en un blog, o porque alguien que está muy enterado nos los sopla...aunque bueno, yo creo que el caso es...resistir! y cuando hay gente que ha conseguido manternerse, por algo será y debe sentirse orgulloso por ello.
Cuanto le he echado de menos señor Serrano, menos mal que estaba en buena compañia.
Para mi esta semana los programas del corazón y toda la basura televisiva ha sido muy didáctica ya que el jueves me examiné de la vida y obra de Valle Inclan y comprendí perfectamente lo que era el esperpento, ya le he encontrado una utilidad, seguire investigando porque esto seguro que tiene algún fin, seguro que si.
Nada mas por hoy, a ver cuando me haces una visitita.
Un abrazo.
Qué sería de nuestras vidas sin los amigos, Sr. Serrano. Por lo menos la mía sería insulsa. Cuido a mis amigos como tesoros, los quiero, los disfruto y me dejo querer por ellos; qué bien sabe un vaso de vino en su amistad; qué llevaderas se vuelven esas noches largas, que todos tenemos, con su compañía. Ay los amigos… los mejores y más apreciados: aquellos que no se traicionaron a sí mismos, aquellos que saben que el éxito no es más que una humorada efímera de la vida, aquellos que “no se les subió el piojo al cuello”, como diríamos los chilenos… ¡Salud por los amigos!(tengo un buen vaso de vino para hacerlo)
Con la gratitud de siempre,
Gabriela
Da mucha envidia no haber asistido a esa comida.
También es humildad que no digas cuál fue tu aportación (que seguro que la hubo).
Un abrazo
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