jueves, 27 de diciembre de 2007

Una tontería

Hace unos días me quejaba de que se leía poco. Hoy en el metro, he visto dos cosas que me demuestran que todo, al final, es relativo. Y que no hay verdades absolutas, cosa que, por otro lado, ya sabía.

En el intercambiador de Moncloa, al entrar en la zona del metro, llena de suciedad por la huelga de limpieza, dos máquinas relucientes han llamado mi atención. Pensé que serían dispensadores de chucherías, bebidas o qué sé yo... Pero resulta que allí, bien iluminados, como si fueran bolsitas de cacahuetes o palomitas, lo que se ofrecían eran libros. No importa de qué. Eran libros, novelas, historias... Libros.

Me han dado ganas de meter las monedas y sacar uno y, a lo mejor, oír eso de "su libro, gracias". No lo he hecho, pero me ha parecido que algo está cambiando cuando puedes encontrarte la posibilidad de elegir entre unas chucherías, un paquete de tabaco o un libro. Así que entro en el Metro, saco mipropio libro -estoy leyendo la biografía de Alejandro Magno, de Robin Lane Fox- y enfrente de mí, una madre con un niño de unos 8 o 10 años. La madre leía un libro y el niño metía su nariz entre las páginas de una aventura de Tintín. De vez en cuando, comentaban algo y sonreían.

Que queréis que os diga. La verdad es que he venido feliz hasta el trabajo. Una tontería, tal vez. Pero quedan tan pocas cosas por las que alegrarse que ver a dos personas leyendo, o encontrarse con una máquina que dispensa libros, puede alegrarte el día. Lo reconozco: últimamente me conformo con muy poco.

14 comentarios:

Marga dijo...

He visto esas máquinas, y te aseguro que esas pequeñas tonterías también alegran mis días, especialmente si se trata de niños leyendo. Un beso

Eduardo dijo...

Hola Rodolfo,

Esas máquinas existen en Barcelona al menos hace un par de años, sólo que yo no recuerdo haber visto nunca a nadie sacar un sólo libro hasta ahora...

Saludos.

yo mismo dijo...

interesante... eso de las maquinitas. me alegro de que no todo esté perdido en este tema, yo ya pensaba que quizá no se lean tantos libros, pero sí otras cosas, aunque puede que nunca llegue a ser lo mismo.

yo me alegro de leerte en estas fechas en las que casi todos han volado lejos de sus blogs.

un abrazo.

Miguel A. Ortega Lucas dijo...

:) Yo me los traigo de casa, pero da igual: somos la secreta cofradía de los lectores en transportes públicos. Nos espiamos los títulos, nos miramos por encima de las páginas, nos miramos a los ojos y nos reconocemos: mi semejante -te dices-, mi hermano. Se ve que aún hay esperanza. Feliz (o al menos tranquila) Navidad, Rodolfo. Y recuerdos a la familia.

P.S: Esto de currar con el resto de la peña de vacaciones es una herejía. Que yo era bohemio, carajo! :D

síl dijo...

Lo ves, Rodolfo! No todo está perdido!

Además tienes que estar contento, en Madrid tenéis hasta BiblioMetro! En Barcelona, había algún BiblioMercado y en verano montan BiblioPlayas pero nos falta el BiblioMetro, yo le veo muchas posibilidades, la verdad...

A disfrutar de estas pequeñas cosas,... es lo que nos queda...

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Q lindo encontrar alegría en pequeñas pero bellas cosas...

por mi paísito no he visto de esas maquinas... esperemos q esa buan idea si la importen....


besos desde la cordoba argentina...


verito

Arcángel Mirón dijo...

No creo que una máquina que venda libros sea poca cosa. Desde internet, las cosas se trastocaron mucho, para bien y para mal. Pero sigo oliendo mis libros nuevos antes de empezar a leerlos.

Rateta miracels dijo...

A veces son aquellas pequeñas cosas, como decía Serrat, las que nos provocan un vuelco del corazón, nos emocionan...nos hacen sentir algo más humanos. ¿Para qué grandes eventos? Cuando los pequeños detalles son los que nos proporcionan las mejores sensaciones y, muchas veces, las que no olvidaremos nunca.

Ahora me viene a la cabeza una situación que viví hace algunos años:

- Laura, qué le has pedido este año a los Reyes (entendamos que se refiere a los Magos, en mi familia nunca hemos sentido mucho afecto por la monarquía)?

-Mmmm... un libro y un disco

- Un libro? Un disco? El disco te lo descargas y un libro....?? chica! pídete otra cosa!


Eso lo he vivido y qué quieres que te diga? Un buen libro, un buen verso, quizá una melodía, puede llegar a darnos más que una consola!

Un beso. Laura

montse dijo...

A mi me ocurrió algo parecido hace unos días.
Estuve el sábado por la tarde en Alicante, la calle estaba vacía y cuando entre en la Fnac me quede alucinada de ver la cantidad de personas que había allí. Todos estaban comprando música y libros para regalar. Me pareció maravilloso!!

Anónimo dijo...

Muy buena la idea de la dispensadora de libros, aquí en Uruguay no he visto. Pasa que los grandes tenemos que hacer que nuestros hijos opten más por la lectura, comprar textos que les entusiasmen, etc. La tele ha robado el hábito de la lectura, el ordenador ha quitado la comunicación y lo lindo de jugar en la calle,a la pelota, subir a los árboles, etc hay que ser equilibrado, pero la labor sale de casa... Un beso enorme Rodolfo, y siempre de recuerdo. ANA (Montevideo)

Laie dijo...

No creo que se trate de conformismo, sino de saber apreciar aquellas pequeñas cosas... :)

Anónimo dijo...

Ay Rodolfo!!!
No es una tonteria que te alegre el dia algo como eso, a mi personalmente me la alegran cosas aún más nimias... El ejemplo que pones, de esa madre con su hijo, y tú, con esas lecturas tan dispares, demuestra que no todo está perdido en el universo de los libros, y no sabes cuanto me alegra saberlo...

Marlon dijo...

A mí también me llamó mucho la atención la máquina que vende flores, en la misma estación de Moncloa.

Siempre puedes regalar un ramo de forma inesperada.

Alicia dijo...

Que curioso! Yo nunca he visto una máquina de esas, pero me parece genial... de verdad.
Es una maravilla que te hagan feliz las pequeñas cosas...