lunes, 26 de mayo de 2014

Mujer desconocida

Me contaron que andaba por los bares,
buscando algún amor o sólo el beso
de alcohol que la llevara por las noches
de ciertas ciudades, por los puertos
de nieblas y de olvidos.

Contaba que un día tuvo entre sus brazos
los amantes más fieles y las horas
más salvajes y tiernas, cuando era
el pecado más dulce y en su boca
dormían las tormentas.

Nadie supo su nombre. Amanecía
y ella rebuscaba unas monedas
en su bolso de plástico. Pagaba
y sin decir una palabra se marchaba
hacia otras soledades.

Nunca pude encontrarla, aunque su historia
me persigue en las noches en que busco
el olvido en las barras, cuando el frío
tiene el nombre de todas las mujeres
que un día me quisieron.

De vez en cuando, me voy hasta las calles
húmedas por la lluvia y el deseo,
recorro madrugadas, me detengo
en cualquier bar extraño y adivino
su perfume en el aire.

Pero sé que jamás he de encontrarla.
Por mucho que en cualquier libro de versos
reconozca su voz y entre los vasos
quede aún la tristeza de su boca
que bebo sin remedio.

8 comentarios:

jaime dijo...

Gracias.

mejor la vida simple dijo...

Encuentro dunas y erratas en los besos dormidos,
arena blanca y gruesa por piernas arropadas,
tengo un silencio crudo refugiado conmigo,
soy cuerpo solitario que levanta.
El humo de la noche deja la carne tibia y hundida en emociones,
hay estelas abiertas por palabras sin frases,
y hay pensamientos fríos posados como insectos en el agua,
soy esa presa fácil que se viste y anda.
Desciendo la escalera a oscuras asida a tu lado ausente,
cruje la madera y el mundo no despierta,
quiero esquivar los lobos que duermen en la puerta,
siento mi propio peso al abrir las aceras,
soy ese abrazo largo recogiendo la mesa.
Antes de este lugar, hubo hojas sueltas,
gotas secas de barro duro en la vereda,
y no ha cambiado nada desde que no hay estrellas,
nada puede cambiar sin tu presencia,
soy la mano en el pecho que respira tensa.
Tengo la misma cara del destino imperfecto,
la mirada de vidrio verde en la botella,
la tormenta y las ondas de un pensamiento a solas,
ese olor de las piedras que regresan,
soy hora tal vez, pero no sé cuál de ellas.

Un abrazo, Rodolfo

aldeastur dijo...

Te he dejado un mensaje, creo que en "tapado"
Un abrazo
Telly

Isabel Motos dijo...

Tus versos son siempre una buena opción. Aunque, como la mujer desconocida, a veces es mejor tropezarse con ellos que ir a buscarlos, porque, entonces, no hay manera de encontrarlos ni encontrarse...
Genial, Rodolfo.
Saludos desde Granada.

Óscar Sejas dijo...

Para todos aquellos que buscamos sin tregua a esa "mujer desconocida" de barra en barra y de vida en vida creo que este poema es sin duda todo un himno.

Muy grande Rodolfo.

Carlos dijo...

En ocasiones, "esa mujer desconocida" da la sensación que aparece y desaparece de la vida de uno....

Emilín dijo...

Se te ha echado de menos en la calle Tabernillas, el aniversario de la copita asturiana. No pudieron contactar contigo.

Emilín dijo...

Se te ha echado de menos en la calle Tabernillas, el aniversario de la copita asturiana. No pudieron contactar contigo.