lunes, 26 de septiembre de 2011

Renunciando a Ítaca


A Emiliano del Río, allá en Buenos Aires
Compartimos cervezas y palabras.
Por la calle,
en una tarde clara de este Buenos Aires,
se presiente que vuelve el paraíso.
Un nuevo y viejo amigo me sonríe.
Me habla de canciones y de vernos muy pronto.
Sien embargo presiento que la vida
nos rompe la nostalgia que comienza en la mesa,
aún antes de marcharnos. Todo tiene
en esta tardecita -que tiene ese
que sé yo-
este suave dolor de despedida.

Le hablo de esperanzas, de los días
que siempre volverán. No habrá relojes
que nos marque el recuerdo.
Hay una angustia
de futuro imposible. Rezaría
al dios del calendario que nos diera
un trocito del alma donde guardar el miedo
a toda despedida, al adiós de los hombres.

Y nos queda todo por decir,
nos queda todo.
Cómo decir adiós cuando uno tiene
perdido el corazón en estos bares,
en las calles abiertas, junto a un río
que inunda este mar que nos separa.
Y en el abrazo fuerte me parece
sentir todo el calor de los encuentros.
Y luego, y ya más tarde,
siento que el corazón se me deshace
cuando el verso más último, la nota
de una canción suya
se me cuela en el alma. Desearía
no ser Ulises y encontrar la calma
en cualquiera de las islas
que se cruzan
en este mar que no me lleva a Ítaca.

10 comentarios:

CARMEN dijo...

Siempre es un placer para los sentidos leer tus poemas.
El de hoy me ha gustado mucho.
Un abrazo y muy buena semana.

Antonio dijo...

Creamos que a los amigos nunca se les dice adiós, algo de ti se queda con ellos, algo de ellos vuelve contigo, o al menos deja que yo lo piense así. Sin embargo comparto contigo de esa nostalgia, común a tantas y tantas despedidas, a través de tus sentidas palabras.
Un abrazo fuerte Rodolfo
Antonio

Carlos dijo...

Como siempre tus letras y palabras son un balsamo de buen aroma que calman el alma y engrandecne la sistole y diastole que se mueve en nuestro pecho.

Jorge Encinas Martínez dijo...

Después de los versos del gran Rodolfo Serrano, que se me quedaron dentro como una herida, sólo me curan las palabras del también grande Antonio Sanz.

Gracias a ambos.

Un abrazo

Unknown dijo...

El reloj y las distancias,
malditos tiranos que nos despojan
sin piedad del placer de lo eterno
y amado; el miedo, a veces, paraliza, espanta, pero otras veces se transforma en el motor que nos mueve a buscar la manera de no perder las oportunidades.
Gracias por sus palabras
siempre tan profundas y que endulzan hasta los más amargos de los días!

Roxana dijo...

Que las horas sean eternas y perdernos en los bares, hablar de la vida, y saber que nos extrañaremos sin medida, aquí en este Buenos Aires que embriaga el alma con su aroma a café y tabaco.
Describes la amistad calando en los sentidos Rodolfo acompañando la nostalgia que rodea a la porteña dama(Bs AS).
Saludos con cariño.

Lucina dijo...

Cuanta belleza
y esa dulce nostalgia que se empeña en quedarse en nuestro pecho...

Un beso Rodolfo

Unknown dijo...

Gala escribió "El Imposible Olvido", esto me suena a "La Imposible Despedida" y citando a otro grande te digo: "Ni los Hombres Sensibles, ni los Pensadores del Eterno Retorno, ni muchos de nosotros -que a veces creemos volver- hemos podido dar un solo paso. Esto no nos impide ser dichosos algunas veces, a pesar de todo. Las personas decentes nos piden madurez y resignacion. Quieren que olvidemos nuestras trágicas ensoñaciones. Pero nosotros no queremos olvidar. Y el que olvide, jamás, jamás podrá ser nuestro amigo. Ni siquiera cuando volvamos a encontrarnos otra vez y para siempre".

De Dolina, acá va el enlace para los nostálgicos como vos Rodolfo y como yo:
http://www.literatura.org/Dolina/refutacion_regreso.html

Laura dijo...

impecable, como para no perder la costumbre.

Anónimo dijo...

Era de suponerse, la pucha Don Rodolfo!!!!
Ahora entiendo de donde salen las palabras y sencibilidades cuando escucho a su hijo.
Acabo de descubrirlo y maravillosamente de disfrutar su libro publicado aquí hace apenas días en San Telmo.
Es exquisito al igual que este blog, que me atrapa con cada lectura.
Mis respetos.
Un abrazo