Todas son. Inimitable noche,
cadencia de los vasos cuando ellas
se refugian con miedo y con deseo
en el rincón de un bar de madrugada.
Vienen entonces, lo mismo que un suspiro,
igual que una canción que hacemos nuestra.
Y, luego, cuando el hambre de sus cuerpos
se deshace, sonríen y parecen
un gesto, una palabra, un beso ciego.
Limosnas de un amor que rompe por la sangre
las yemas de los dedos que la amaron.
Y, entonces, la pregunta: ¿será todo
como uno lo quisiera? ¿Será ella
la juventud perdida en un gin-tonic?
El deseo caliente de unos labios.
La búsqueda imposible de un sexo que derrama
el licor más selecto de la vida.
Extraños en un tren que no recorre
la estación de los cuerpos. Niebla rota,
relámpago fugaz de un amor nuevo.
Te canto a ti. Perdida niña triste,
imaginario azul, mordisco tenue,
pedacito de piel, espuma de los días.
En este bar te encuentro y en ti bebo
el licor olvidado de mañana.
***
13 comentarios:
Las barras de algunos bares acompañan a los náufragos en sus interminables desventuras. Y ellas, feroces sirenas, están ahí, esperando que olvidemos atarnos al mástil para que su hambre nos desgarre el alma y la piel.
Hermoso poema. Buen lunes, maestro.
Quítome el sombrero, maestro.
Salud¡¡¡
Delicados e intensos, Sr. Serrano.
!Grandes versos¡
Cuídate.
un sabor demasiado lastimero...
Por cierto gracias por tu visita!
Impresionante tu poema de hoy, yo también me quito el sombrero.
Un abrazo y buena semana
Agradecido.
Qué mala compañía es el licor, la nostalgia y un efímero cuerpo al que agarrarse...
Una vez más; maravilloso. Pocos lugares más adecuados para perderse que la barra de un bar, los ojos de una muchacha la falda de una chica que te sonriee y te llena de preguntas sin respuesta
Y qué hacer cuando los vaivenes del mundo se mueven desde unas caderas...
Siempre su poesía, don Rodolfo, tan precisa.
Un gran abrazo.
ultimos dias en Grecia
Genial poema Rodolfo. Quien no ha vivido alguna barra de bar a la que se ha aferrado como naufrago...
Un abrazo.
Precioso.
Abrazos cálidos
carmen.-
salud, esqueletos!
saludos cordiales, sr. Rodolfo Serrano.
g
Publicar un comentario