Don
Antonio, las cosas no han cambiado.
Sigue
la misma sed del hombre malo,
la sombra
de Caín va por los campos
de la
misma Castilla. Y esta España
continúa
dividida como entonces.
Hoy, don
Antonio, los mismos colegiales,
el hombre
del casino provinciano,
y pronto
volverá don Guido jaranero
como un
trueno, don Antonio, a los altares.
Tantos
años después y todo sigue
en la
misma tristeza. Y olmos secos
siguen
aún abiertos por el rayo.
Releo
en esta noche en que se cumple
el triste
aniversario de su muerte
la
letra de ese mundo que pervive
por
encima del humo y la ceniza.
Y no
está todo en paz. Están los hombres
al lado
del camino. Y no sabemos
para qué
sirve el vaso ni la sed.
La
verdad, don Antonio, la del otro,
sigue siendo
verdad, mas ya no es nuestra.
Esta
noche confieso que aún me queda
una leve esperanza, la del niño
que
sueña con caballos de cartón,
aunque
el hastío o el hambre, don Antonio,
retumbe
en el vacío de la cabeza.
8 comentarios:
¡Formidable, amigo! ¡Gracias!
SändrA
Qué lindo...qué lindo escribe aunque sea triste...
Mi profe decía q escribía c9n el corazón siempre. .. eso es lo que falta en nuestra vida mas corazones llenos de amor ..dignos .verdaderos.... que puedan con r9da esa avaricia de poder ...ay..mejor me callo...que comienzo a enfadarme con el mundo y no me salvo ni yo.
un abrazo !!!! De mas de seis segundos x supuesto.
Una maravilla repleta de verdades, si Machado levantará la cabeza no vería muchas diferencias entre su época y la nuestra... Y qué triste es decir eso, amigo!
Precioso....como siempre....real como la vida. Un abrazo.Eva, valencia
Oleeeee, si señor, has estado soberbio maestro y es verdad: nada ha cambiado.
Es cierto, nada a cambiado. Todo sigue igual.
Tampoco a cambiado la esperanza que habita en el coraz´ñon de ese niño, en el corazón de Don Antonio, En el corazón de las personas buenas.
Precioso, como siempre
Un poema magnifico, Rodolfo. Te felicito.
Un saludo.
Setefilla.
Ruido de caracolas
cuando intento que no olvides,
al menos,
que no me olvides pronto.
Flores gigantes en la línea roja,
porque sueño que vienes
a buscarme a la alcoba,
y cambio el universo
por esa breve imagen
que muere cada noche.
No quiero seguirte,
vasta el encuentro lento
en el ocaso orgánico
que paro
cuando miro tu nombre.
Suena constante
aquel caer del agua
en las falsas fronteras,
quiero cruzarlas todas,
poner polen de un verso
en un cuenco de barro,
derramar la espera.
Siempre que estas,
hay algún nuevo día.
Ruido de caracolas,
en el asfalto crudo,
rostros de amaneceres
en náufragos
que huyen
y rompen sus promesas.
Un abrazo.
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