jueves, 29 de mayo de 2008

Cansancio

Últimamente estoy cansado. No sé muy bien por qué. Deben de ser los años. Este Madrid que agobia. La certeza de que vienen tiempos duros... No sé. Quiero volver a otros días, a otros momentos. Y no sé cómo hacerlo.

Leo los blogs de los amigos. Navegó por estos mares. Sonrío a veces. Merecen la pena tantas líneas de esperanza, de vida. Y me digo. "Esto está bien. está muy bien". Tanta esperanza colgada en las páginas. Tantos sueños...

He leído unos cuentos de Conrad. He leído "Entre mareas". Historias de gente extraordinaria. Hombres fuertes como ese amar que tanto ama Conrad. Los barcos atracados en puertos lejanos y olvidados. El marinero que cuenta historias increíbles y, sin embargo, certeras como una palabra pronunciada para ti.

He leído a Conrad y daría cualquier cosa por estar en ese puerto de Malasia, en ese bar oscuro y miserable escuchando la historia del hombre que hundió el barco para cobrar un seguro o la de Davidson, acudiendo incansable a visitar, en un rincón perdido de las islas, a Anny la Risueña. Maravilloso retrato de una mujer perdida y salvada al final de una vida miserable.

Estoy cansado y, sin embargo, en el autobús, cuando de noche vuelvo a mi casa, esos mares, esos barcos, esa gente me salva del cansancio. Me lleva hacia un paisaje de palmeras, de hierbas, de flores extrañas, de mareas, en los que los hombres saben que ellos son su única esperanza. Y que detrás no hay nada o está todo.

martes, 27 de mayo de 2008

Córdoba de nuevo

He escrito muchas veces de Córdoba. Y hay días como éste en que el alma huye a Córdoba. Se mete por sus callejuelas, escucha a su gente, se refugia en sus bares. bebe ese oro de sus vinos. Se sienta junto al río y ve pasar la vida sin prisas.

Hay días como éste, en un Madrid desapacible, medionublado, en el que la añoranza de Córdoba me cala hasta los huesos. Quisiera uno, entonces, darse un paseíto hasta las Tendillas, acercarse al bar Correo y hablar un poco con Manolo, con cualquier de los dos, con Maribel, con alguno de los clientes amigos, apoyado en el rincón de la barra y no hacer nada. Sólo esperar.

O irse al Carrasquín, o al bar de Paquito, al de los amigos frente al Ayuntamiento, o acercarse dando un paseo hasta la Judería, el Callejón de las Flores. Y sentarse junto a la mezquita y leer unos versos mientras pasan gritando los niños que salen del colegio.

Y luego, aburrirse en Córdoba. Dejar pasar las horas con el olor a azahar entrando por el pecho hasta llegar al corazón. Encontrarse a alguien por la calle y pegar la hebra. Hablar del último chiste, de la última comidilla, y saludar al que pasa como si fuera conocido de siempre y para siempre.

Hay días que uno quisiera estar en Córdoba. Para, luego, por la noche, acercarse al bar de Las Niñas, a última hora. Encontrar siempre a los amigos y apurar el tiempo entre sonrisas, esperando la madrugada, sin prisas para nada. Sin prisas para la vida ni para la muerte. Dejarse ir en Córdoba, mientras el reloj de las Tendillas marca con su sonido de guitarra las horas imposibles de una ciudad sin tiempo.

jueves, 22 de mayo de 2008

Delincuentes

Terrible noticia la que nos viene de Italia: los inmigrantes sin papeles serán considerados delincuentes, según las nuevas normas del Gobierno de Berlusconi. Penas de cárcel para ellos y para quienes les protejan. Penas durísimas.

No deja de ser un sarcasmo que un hombre, como Berlusconi, enjuiciado por delitos económicos, termine por presidir un Gobierno que considera delincuentes a personas empujadas por el hambre y la desesperación. Decía Joseph Conrad que la moralidad es, sobre todo, miedo. Y es ese miedo al inmigrante la única moral que considera el Ejecutivo italiano para hacer sus leyes.

Leyes muy duras y discriminatorias: Si el autor de cualquier delito es un inmigrante clandestino se le aumentará la pena que le correspondería en un tercio. El delito, pues, es más grave para un inmigrante que para un italiano. Si alguien alquila un piso a un inmigrante sin papeles se le puede confiscar la casa.

Leo que la Iglesia Católica se ha mostrado en contra porque no se puede culpar de todo lo malo a los inmigrantes. Espero que haya dado, además, otras razones. Pero lo de Italia es sólo el comienzo. Asistimos en los países europeos a una cruzada contra el extranjero sin precedentes. Que se sepa la UE nada ha dicho, o si lo ha hecho, lo ha dicho en voz baja y para no molestar.

¿Quién vendrá después de Italia? ¿Cuál será la próxima medida? Blindaremos nuestras fronteras contra los que sólo tienen en su patrimonio el deseo de vivir, de sobrevivir. ¿Pondremos patrullas armadas con órdenes de disparar a matar?

Europa defiende su cultura, su civilización, persiguiendo a los más pobres y hambrientos. Es la Europa culta y civilizada la que exige que se queden en sus tierras y mueran lentamente. Pero que no lo veamos. Que no ensucien nuestros bonitos países. la miseria es desoladora y molesta.


lunes, 19 de mayo de 2008

Un ejército pacifista

Hay cosas que hay que pensarlas mucho antes de decirlas. También esto mismo que escribo ahora. El caso es que oigo que la ministra de Defensa, Carme Chacón, ha dicho de sí misma que es pacifista, y del Ejército español que también es pacifista. No tengo nada contra la ministra. Y he de confesar que, incluso, me cae bien. Y me parece espléndido que una mujer como ella esté al frente de Defensa. Puedo hasta creer que ella es, en su corazón, pacifista. Pero me cuesta creer que el Ejército, cualquier ejército, lo sea.

Los ejércitos tienen como origen las guerras. Es la forma de organizarse para defender una tierra, conquistar otras o luchar para mantener una determinada situación. Pretender que las armas sirven para preparar la paz es, cuando menos, una incongruencia. Las armas sirven para hacer daño, para matar. No hay armas que ayuden a la vida si no es destruyendo otras vidas.

No soy tan ingenuo como para no entender la existencia de un ejército. Pero de ahí a calificar de pacifista a un ejército hay un abismo. Posiblemente Carme Chacón se sienta más cómoda en esa idea del pacifismo por las armas. Pero posiblemente hubiera sido mejor que no se metiera en tales jardines.

A lo mejor Carme Chacón ha recordado el dicho latino si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepara la guerra). Pero ya Antonio Machado, tan citado en este blog, advertía que se trata de una contradicción y que mejor es prepararse para la paz, no tener enemigos, hacer que tus vecinos quieran la paz. Carme Chacón debería leerlo con atención:

"
Si Vis Pacem, Para Bellum, dice un consejo latino un tanto superfluo; porque el hombre es por naturaleza peleón, y para guerrear está siempre sobradamente propicio. De todos modos el latín proverbial sólo conduce, como tantos latines más o menos acreditados, a callejones sin salida, en este caso a la carrera de los armamentos, cuya meta es, como todos sabemos, la guerra y la ruina.

Más discreto sería inducir a los pueblos a preparar la paz, a apercibirse de ella y, antes que nada a quererla, usando de consejos menos paradójicos.
Ejemplo: si quieres la paz procura que tus enemigos no deseen la guerra; dicho de otro modo: procura no tener enemigos, o, lo que es igual: procura tratar a tus vecinos con amor y justicia"

martes, 13 de mayo de 2008

Una historia sin importancia

Leo la historia en El País. Es una historia sencilla, sin importancia. Y cuando las páginas del diario nos llenan del horror de muertes, de hambres y de soledades, historias como ésta te hacen sentir que, a lo mejor, sigue habiendo amaneceres diferentes. Y una sonrisa te viene a los labios entre la gente que vive contigo el cansancio del metro.

Resulta que un muchacho había dejado su automóvil aparcado ante la puerta de su casa, tras una noche de sábado. La mañana del domingo llamaron a la puerta. Era la policía y el chico se echó a temblar. Todavía en este país la visita de la policía da miedo, Los agentes le dijeron que del motor del coche salían unos maullidos. Un gato había buscado refugio entre los cables y las piezas del automóvil.

Bajó el muchacho y escuchó los lastimeros maullidos del animal que había quedado atrapado en el interior del coche. Volvió a acostarse. Y por la tarde regresó junto al vehículo. El gato seguía encerrado. Decidió esperar sin mover el automóvil, temiendo que el movimiento del motor dañara al animal. El lunes fue a coger el coche para ir a trabajar. El gato seguía dentro.

Llamó al trabajo para explicar lo que pasaba e, incluso, cuenta el periodista, colocó su teléfono móvil para que su jefe pudiera escuchar los maullidos. Luego, muy despacio, llevó su coche hasta un taller cercano, donde desmontaron el motor y liberaron al animal. Dos detalles más: los mecánicos no quisieron cobrarle la operación y adoptaron al gato, de pocas semanas, que ahora vive con ellos.

Una tontería. Una historia sencilla y sin importancia.

viernes, 9 de mayo de 2008

El sueño del ministro

Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior, ha dicho que, cuando tiene que expatriar a alguien, esa noche no duerme bien. Me da pena el ministro. Y no me imagino cómo dormirán los expatriados, cómo serán sus sueños después de comprobar que se les expulsa del paraíso.

Tras las elecciones, tras los debates en torno a los inmigrantes, el gobierno ha descubierto que no se puede seguir con la misma política en torno a los hombres y mujeres que llegaban a España buscando su futuro. Ya no hay miedo al voto y, ahora, puede decirse tranquilamente lo que entonces no hubiera sido entendido por una buena parte de los votantes de izquierda.

Dice Rubalcaba que le parece excesiva la posibilidad de detener durante 12 meses a los sinpapeles contenida en la directiva planteada por la UE. Menos mal. Pero me resulta muy difícil aceptar ahora lo que el mismísimo presidente del Gobierno rechazó en su campaña electoral. Visto lo visto, la verdad es que tiene razón el PP cuando dice que por eso mismo, por lo mismo que plantea ahora el Gobierno a ellos les llamaron xenófobos.

Me cuesta cada vez más escribir de esto. Es como tirar el agua en la arena del desierto: se filtra y no queda ni rastro. Y, sin embargo, tiene uno la sensación de que es necesario continuar, decir, reflexionar en torno al drama humano de la inmigración. Aunque sólo sea para reservar esa parte de la memoria, esa parte del alma humana que nos hace hermanos a toda la humanidad.

Y ahora, he de decir que me queda la amargura de comprobar que todo fueron palabras, todo fue un lenguaje políticamente correcto. Que aquellos debates, aquellos mítines en que se hablaba con humanidad de lso inmigrantes, fue tan solo el sueño de una noche de verano. El sueño, el mal sueño de un ministro.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Más guantánamos

Vuelve Europa a mirar a los inmigrantes como un peligro. La nueva directiva de la UE permitirá internamientos de hasta doce meses, prorrogables, a los inmigrantes ilegales. Se crearán campos de detención para quienes han tenido la desgracia de nacer en países pobres y han arriesgado sus vidas por acercarse a la suerte de otros países.

Las fronteras, lo he dicho alguna vez, no son para mí líneas en los mapas. Son líneas que rompe el hambre y la necesidad. Ya no son necesarios y ahora los expulsamos porque molestan y "roban" el trabajo de quienes tenemos la fortuna de vivir en un mundo mejor. La única globalización es aquella que nos interesa, que nos viene bien para mantener nuestro nivel de vida.

No se han pensado acciones que alivien las hambrunas, que impidan la especulación de los alimentos o que eviten la explotación laboral de los inmigrantes. Es más fácil impedir su entrada, expulsarles si, tras un trágico viaje, han logrado llegar a lo que consideran un paraíso. La crisis financiera se ceba en los más desprotegidos. Y el sentimiento xenófobo se agudiza en un mundo celoso guardián de sus privilegios.

Sé que no es fácil la solución. Sé los problemas derivados de la inmigración. Pero, posiblemente, si los países ricos hubieran considerado a los países pobres como algo distinto a una simple reserva de riqueza, bolsa de mano de obra o, en el mejor de los casos, como algo inevitable, las cosas serían de otra manera.

Si los países ricos hubieran destinado -aunque sólo fuera sus excedentes- al desarrollo de los pueblos, muchos de los que no ven otra salida que la huida hubieran permanecido en sus lugares de origen. Porque nadie emigra por vocación. Se emigra cuando la desesperación es mayor que el miedo a la muerte en una patera.

Europa tiene miedo. Y quiere hacer uno, mil, un millón de guantánamos para encerrar la desesperación. Y todos, al final, miraremos para otro lado.

Nota a blogueros
Hemos empezado a poner en Nueva Tribuna algunos de los blogs. Os pido un poco de paciencia para que nos dé tiempo a incluir a todos los que nos lo han solicitado. Sólo me queda daros las gracias por vuestra confianza. Espero que no os defraudaremos.

lunes, 5 de mayo de 2008

Política y Negocios

No conozco muy bien las incompatibilidades de quienes han tenido un cargo público como el que ha tenido David Taguas en la Presidencia del Gobierno. El caso es que Taguas va a presidir la mayor asociación de empresas dedicadas a la obra pública. Y, visto así, suena mal. No parece lo más apropiado que alguien que ha manejado, en buena medida, la política económica de Moncloa termine presidiendo una asociación como ésta.

Y, aún reconociendo que los hombres públicos tienen todo el derecho a buscarse su futuro en la esfera de lo privado, no deja de ser, cuando menos sorprendente, que encuentren con tanta rapidez un puesto tan bien pagado y tan íntimamente relacionado con sus responsabilidades anteriores. No es bueno ni para la democracia ni para la transparencia necesaria.

Será difícil convencer al ciudadano de que las influencias de Taguas en el Gobierno no influirán en sus decisiones para poner en marcha obra pública. Pero, lo peor es que no es un caso aislado. Rodrigo Rato, Zaplana, Narcis Serra, por citar sólo algunos nombres de políticos hoy metidos en empresas privadas, han seguido parecidos caminos. Puede que la política pague poco, pero sus rendimientos son jugosos. No hay quien lo niegue.

Dicen que el presidente Zapatero se ha visto desagradablemente sorprendido. Pues qué bien. El problema es que, seguramente, la ley de incompatibilidades ni está suficientemente clara ni parece estar hecha para evitar lo que, en el fondo, no deja de ser el rendimiento de los años públicos.

Se quejan nuestros políticos de que cobran poco. Y es verdad que en otros países cobran más. Pero la verdad es que el salario de los políticos es suficiente para preservar esa dignidad a la que ellos mismos aluden cuando se proponen subidas de sueldo. Aquí la dignidad se mide en euros y parece que no la hay, si no hay jugosas percepciones.

Es difícil defender el salto de Taguas. Es difícil aceptar que la política sea, al final, un camino para medrar económicamente. Lo malo es que siempre habrá empresas que acojan en su seno a políticos que, en su roce con el poder económico, han terminado por asumir que la incompatibilidad es un concepto estrecho que siempre pueden bordear. Las incompatibilidades, al final, sólo quedan para que no se puedan cobrar dos pensiones de miseria. En eso sí que somos incorruptibles y enérgicos.