viernes, 17 de abril de 2009

Niños

Acabo de leer con emoción la entrada en el blog de Bergia sobre un niño que en se acercó a su mesa, en un café de Buenos Aires, vendiendo avalorios. No voy a repetir aquí la obra de arte que consigue mi querido Javier, una muestra de sensibilidad y cariño. Hay que leerlo. Pero me ha traído a la memoria las niñas y niños que encontré en Florida en mi primer viaje a Buenos Aires.

La calle Florida es una calle peatonal de la ciudad, bulliciosa y alegre. Hay muchos músicos callejeros que buscan unas monedas. Estoy hablando de aquellos años negros, de corralitos y de "senadores que escapan". Cuando la miseria se escondía (se esconde) entre cartones y niños sucios que te extienden la mano, sin decir nada.

Paseábamos por la calle Florida, mirando los escaparates para turistas, esquivando a jóvenes que nos ofrecían las mejores chaquetas de cuero, que, sin perder la sonrisa, nos preguntaban al escuchar nuestro acento de qué parte de España éramos. Y nos hablaban de un tío, de un abuelo, de un familiar que les quedaba todavía vivo al otro lado.

Entre el ruido escuché el sonido de un bandoneón. Me acerqué, buscando aquel tango, que sonaba medio desesperado. En el centro de la calle había una niña muy pequeña, sentada en una sillita. El bandoneón era más grande que ella. Seriecita y formal trataba de arrancar del instrumento una música muy conocida. A sus pies, una caja con cuatro monedas. La niña, muy seria, sujetaba en las piernas delgadas y sucias el fuelle. Nadie se paraba a escucharla. Me detuve un momento y, con vergüenza, deposité unos pesos en la caja de cartón. Me sonrió muy dulce y pareció que tocaba con nuevos bríos.

He de confesar que nunca he olvidado a aquella niña. Son de esas estampas que se te quedan grabadas para siempre en la memoria. Es un recuerdo que de vez en cuando me vuelve al corazón. Como el del hombre de la librería que una querida amiga de Buenos Aires encontró, tantos años después, para mí.

He vuelto más veces a Buenos Aires, mi ciudad amada, a la calle de Corrientes. No la he visto a ella. Pero he visto a otros niños arrastrando entre los turistas su tristeza.Tenían la misma mirada, la misma luz apagada en sus caritas sucias.

No sé. Creo que si hay un pecado que ningún Dios perdonará nunca, es el que hace que un niño pierda su infancia, el dolor de su mirada, la desesperación de una vida que tendría que ser tan distinta. En Buenos Aires, en Madrid, en el mundo.

A veces, sólo te queda la impotencia y la cobardía de no hacer algo para cambiar las cosas. Aunque no sepa qué.

30 comentarios:

eigualblog@gmail.com dijo...

Siento esa misma impotencia. Y no sabes con qué fuerza..

Un abrazo..

Paseando por tu nube dijo...

Aunque siempre nos queda la opción de pensar que granito a granito, podemos construir una bonita playa.

Te deseo un relajado y cálido fin de semana. Un beso

Anónimo dijo...

Para eso seguimos luchando. Para lo que ayer era normal y lo que hoy es habitual, mañana sea residual y pasado solo un recuerdo.

Anónimo dijo...

Se de que hablas

y sisi, si a veces a uno como "local" le llega a cambiar los planes de relajarse y pasear, el echo de ver esas miradas
imagino a ustedes
que se encuentran con una realidad q por ahi no la esperabas
mejor dicho, por ahi no se esperaba que sea tan palpable

Y me parece a mi...o aca falta un poema de vuestro autor ?

AROAMD dijo...

Yo también tengo una niña retenida en la memoria. En San Cristóbal de las Casas. Entre todas las organizaciones internacionales allí, entre todos los ongeros en una cantina, una niña morena con su hermano de la mano se paseaba entre las mesas ignorada.

Gema dijo...

Los niños nos desarman, y mas si se les ve enfermos e indefensos. Ojalá tuviéramos la barita mágica pero si es verdad que los gobiernos aquí tienen mucho de responsabilidad, las leyes a favor de la infancia, asistencia integral a las familias desfavorecidas...
También me cuestiono si dar dinero es, (sin tener la intención), favorecer a que al día siguiente vuelvan a estar ahí....la verdad es que es un tema difícil, controvertido y que duele.
Besos.

Dario dijo...

Es muy feo no poder hacer nada al respecto, y ver que el gobierno se preocupa mas por hacer propagandas que por ayudar realmente.

Mary HC dijo...

Hablar de ello ya es hacer algo, no permitir que sea un rincón del mundo sin luz, dársela y enseñarla.
bs
espero que, de verdad, las palabras sirvan de algo.

Álvaro Dorian Gray dijo...

Algo parecido nos sucedió en La Boca... pero no hay que irse muy lejos tampoco.
saludos y salud

Lucina dijo...

Con la dulzura que habla de nuestro pais, de la bella Buenos Aires..
La sensibilidad de un hombre a flor de piel..
Un beso Rodolfo, buen fin de semana.

Madame Bovary dijo...

Querido Rodolfo, tú ya haces algo para cambiar las cosas. Nos haces soñar y olvidar por unos instantes todo el dolor y las injusticias que nos rodean. Gracias por tus palabras.
Un beso.

Elisabeth dijo...

Gracias Rodolfo por este escrito...

Un muy buen amigo mío, Leo, tuvo que dejar Buenos Aires por culpa del maldito corralito. Aquí todo le va genial pero muchísimas veces me cuenta como vivió él todo aquello. Con tan sólo 15 años tenía a dos hermanos pequeños que cuidar entre él y sus padres. No le fue fácil cambiar toda su vida de golpe, dejar a todos sus amigos y a un país en el pasado, pero sabía que debía hacerlo, su futuro dependía de ello. Sus hermanos en cambio no lo entendieron tan facilmente...
Siempre es bonito que haya gente que se acuerde de ellos, esperando que ese recuerdo sea un medio para solucionar o por lo menos aliviar todo el sufrimiento que estos casos conllevan.
A aquella niña no la olvidarás, pero seguramente ella no te olvidará a ti. Quizás sí fisicamente, pero en su mente siempre recordará que alguien estuvo allí escuchandola.

Un abrazo Rodolfo, de mi amigo Leo y mío. Feliz fin de semana!

Clarita dijo...

Hoy, más que nunca, me tocaste la fibra sensible, si hay algún tema que me espante más y me preocupe es que haya niños que pierdan su infancia, sus juegos, sus sueños, por tener un bocado para llevarse a la boca...
Se sufre al ver gente en la calle sin apenas abrigo en los fríos inviernos pidiendo, pero más aún cuando esa persona resulta ser un niño. Y es que, tan indefensos, tan inocentes, ¿donde están las risas de sus juegos?¿donde quedan las ilusiones por tener algo nuevo para jugar?¿Donde queda todo esto?
Cual será el sufrimiento de esos padres que no pueden darle, en la mayoría de las ocasiones, todos estos privilegios, que aunque para nosotros resulte fácil, a ellos les supone un sacrificio enorme y más el tener que ver a sus hijos en estas situaciones!
Deseo o necesito pensar que es así en todos los casos, que no es por utilizar la infancia de sus niños para dar pena y obtener así mayor colaboración...me niego a pensar esto!
Que impotencia más grande y que dolor el verlos...
¡¡¡Maldito mundo!!!
Un besote enorme, triste pero sincero.

Marga dijo...

Garantizar los derechos de los niños es labor de todos,

un abrazo a la distancia

Osmar Lopez dijo...

Como comenté en blog de Javier, lamentablemente en Buenos Aires se vive tan aprisa, que los porteños se vuelven indeferentes y esos niños se hacen invisibles a los pobres de alma,a los ciegos de corazón, y la miseria se apodera de los habitantes de esta hermosa y furiosa ciudad... Sé que ofrecer unas monedas no purga nuestras culpas, pero por un módico precio uno regala un día más en este mundo a un ángel.
El futuro para esos niños sólo se límita al día siguiente... a la lucha de mañana... y de tan pobre y miserable que son sus días que ni sueños tienen...

"Los únicos previligiados son los niños" rezaba el fundador del partido político que está gobernando este gris país.

Gracias Rodolfo por tu sensibilidad
Saludos desde Lobos, Buenos Aires, Argentina

Arcángel Mirón dijo...

Hasta hace poco, mi papá trabajaba en Florida, en la peatonal que mencionás. Es artista plástico. Y a veces yo iba a verlo, y los nenes del bandoneón le preguntaban quién era yo, que cómo me llamaba, etc. Eran compañeros de trabajo de mi papá. Pero con una diferencia: son niños. Y eso duele.

Un abrazo, Rodolfo.

Daniel Marmolejo dijo...

Sí, es verdaderamente triste. Pensar que hay niños que no han gozado de lo que yo es exasperante, y después nos quejamos. Es increíble.
Saludos

Unknown dijo...

Estoy buscando una reflexión sobre los adolescentes que una vez creo haber leido en esta página, puede que haya sido un comentario. Decía algo sobre un conferencista que iniciaba su monologo con frases crìticas sobre adolescencia a la que el público asentía, y luego decia los nombres de los autores. Extrañamente eran pensadores o filosofos de la historia algunos anteriores a Cristo.

Si alguien de ustedes la tiene o la recuerda les pido la publiquen como comentario en mi blog. Gracias!

CARMEN dijo...

A mi me duele también mucho ver mendigar a los niños, y el sentirme impotente frente a ello, me duele aún más.
Besos, Rodolfo y buen fin de semana.

maria jose dijo...

Impotencia.Impotencia ante la mendicidad de los niños y ante el abandono y el maltrato.

El jueves tuve noticia de que el tribunal de menores puede retirarle la custodia de sus cinco hijos a unos padres de mi centro.Desde siempre han sido absentistas,no participan en ninguna actividad,no se relacionan con nadie...Tres de ellos tienen retraso.Están mal alimentados y mal cuidados.Los padres no trabajan en nada.Se niegan a dejar a los niños en la guarderia de temporeros o a escolarizarlos en la residencia escolar de lunes a viernes.Viven de la ayuda de caritas y de todas las subvenciones habidas y por haber...

¿Qué es lo mejor para los niños?No sé,pero yo no quiero que se los lleven a un centro de menores.Y siento una impotencia infinita.Por eso esta entrada,que me hubiera conmovido siempre,me llega hoy especialísimamente el fondo del alma.

Un abrazo grande.

zil dijo...

Hola rodolfo, hola a todos. Leo siempre el blog, nunca dejo comentarios... quizas por la rapidez en la que vivo, no lo se. Pero en esta ocacion lo voy a hacer. Tambien lei el blog de javier y se siente uno atado de pies y manos ante estas situaciones... se pregunta que hacer? como hacer?
me paso hace unos años, durante varios años, al volver de la universidad, en retiro, tres niños, siempre esperaban mi llegada a la parada del colectivo. la chica de las golosinas, asi me llamaban. Era lo unico que yo podia y pude hacer. Llevarles galletitas, caramelos cada vez que pasaba por ahi. Senti en ese momento que esos chicos que pedian unas monedas en la cola del colectivo no tenian infancia, habia quedado perdida por algun lugar.
Un dia llegue como todos los dias, y no estaban, y al dia siguiente tampoco, y al siguiente tampoco...
Nunca mas los vi y ahora, años despues, miro los ojos de mi hijo y pienso que poco hice por ellos... que podria haber hecho? que se puede hacer?

LAS PALABRAS QUE DESCRIBEN MI SENTIR SON IMPOTENCIA Y DOLOR!

gracias por mantenernos atentos.

un saludo grande
silvana

Francisco Álvarez dijo...

En Santiago de chile ocuure lo mismo querido Rodolfo, entre el hormigeo del paseo ahumada , la calle con mas gente de chile, hay muchos niños en la misma, que en Madrid y buenos aires.No cantan , son mas tristes que los de Buenos aires, solo piden una moneda con su cara de adultos sin trabajo.Yo siempre les latgo una moneda y me siento culpable por formar parte de este estado que no es capaz de sacar manos para llevarlos al amor.

Azul dijo...

Siempre me ha parecido que los niños deberían ser intocables, pero solo hay que ver las noticias para entender que por desgracia, no se escapan de las barbaries, sino que las suelen sufrir de primera mano...

Yo tambien creo que granito a granito, algo lograremos... cambiando el pequeño mundo que nos rodea, quizá logremos cambiar más de lo que creemos... desde luego conseguiremos más que dejando caer los brazos...

Un abrazo gigante

janadrian dijo...

Estoy de vacaciones en este momento, y hace rato que venía de un tianguis que se pone cerca de donde me quedo vi a un niño y lo describiste:
"Pero he visto a otros niños arrastrando entre los turistas su tristeza.Tenían la misma mirada, la misma luz apagada en sus caritas sucias"

él decía "aaaaaaaaaalegriiiías" (que son unas obleas con miel). bastante irónico, decía "alegrías" con la voz más triste que pueda existir

moni dijo...

Leyendo tu entrada me ha venido a la memoria…hice un viaje a Tanzania (un safari fotográfico) de camino hacia el hotel el guía paró a llenar el depósito del coche en una gasolinera de un poblado. Estando parados había un niño que nos miraba como esperando algo, entonces el guía se nos dirigió y nos comento “os está pidiendo un bolígrafo”, en aquel momento saque de mi mochila un bolígrafo que llevaba y enseñándoselo al niño, vino corriendo, se lo di y me dio las gracias como unas mil veces…cuando salimos de la gasolinera estaba esperándonos para saludarnos de nuevo…fue increíble, su cara de alegría de agradecimiento por tan sólo un bolígrafo…INCREÍBLE…GRACIAS por traer a mi memoria aquel momento…soy socia de una ONG que hacen proyectos en Tanzania…pienso que si cada uno de nosotros pusiese un ladrillo haríamos edificios enormes…

Alicia dijo...

No hay nada que me entristeza más que pensar en los crios que nunca tendrán una infancia como se merecen.
La infancia es nuestro reino, es lo que nos forja como mujeres y hombres del mañana. Y a ellos, no sé muy bien qué o quien, se la han negado.
Granito a granito...
un BESO.
ALICIA

Cecilia dijo...

Es cruel, injusto e imperdonable arrebatarle la ñinez y la inocencia. Pero esto, lamentablemente no cambiara mientras nos sigan gobernando presidentes que priorisen la imagen que puede tener el mundo sobre nuestra Argentina, a votar a favor de una ley de emergencia nacional para hacer frente a la epidemia de Dengue que hoy nos mata. La impotencia me oprime el alma.

U.B dijo...

Tenía en mente hacer un poema parecido a tu texto. Pronto saldrá.

Fernando García Pañeda dijo...

Veo todos los días esa carita preciosa y sencilla. Y una de mis razones de ser, quizá la más importante, es que esa carita (esas dos caritas) que veo cada día no pierdan nunca su infancia, su bondad, su esencia, y sean de ese puñado de justos que mantienen al mundo a flote.
No podemos cambiar el mundo nosotros solos, pero entre todos los pequeños granos de arena que cada cual podemos aportar sí podemos cambiarlo.
Triste, dulce y hermoso, Rodolfo.
Un saludo.

Fer dijo...

Me pasa lo mismo cada vez que vivencio una escena como esa. Sobre todo ese final "aunque no sepa que". No importa no saber, algo, lo que sea tenemos que hacer por la infancia...
saludos y felicidades por tus escritos