viernes, 27 de junio de 2008

La casa en la huerta

La foto viene en El País de hoy. Dos ancianos miran a cámara con cara de susto. No están acostumbrados a estas cosas. Él pasa un brazo protector sobre el hombro de la mujer. Y ella tiene las manos cogidas en su regazo. Detrás se ve una casita. Tal vez no sea una foto de premio y, sin embargo, despierta una inmensa ternura y recoge, sin duda, un aire de desolación.

La noticia nos cuenta que un alto tribunal les ha hecho abandonar su casa, en la huerta murciana. la casa ha sido expropiada para hacer una carretera que permita el acceso a los nuevos bloques de viviendas que arrasan las huertas. Ellos no quieren irse. Ellos no saben vivir en un piso y, con lo que les han dado, no pueden comprar una casita como la que ahora tienen.

Cuentan que él, en una ocasión, única ocasión, subió en un ascensor en una de sus visitas al hospital. Y no supo salir. veía como se abrían y cerraban las puertas y no se atrevía a dar un paso. Hasta que alguien le dijo como salir de aquella trampa. Por eso no quiere un piso. Quiere la casa donde ha vivido largos años.

Un primer juez les autorizó a continuar en su casa por el daño que sobre su salud podía causarles la expulsión (ambos tienen más de 80 años). Fue lo que se llama una sentencia llena de humanidad, tan extraña en la Justicia. Tal vez por eso, cuando el ayuntamiento recurrió a otra instancia superior, los dos ancianos perdieron y ahora esperan a que les echen definitivamente.

La nueva sentencia reconoce su situación pero les expulsa. Miro la foto de los dos viejos, apoyados uno en el otro, mirando asustados al frente. Seguramente crean que ésta es su última esperanza. Que los medios de comunicación les hagan caso, saquen su imagen, desoladora, y puedan encontrar una solución a su problema.

Probablemente no volveremos a oír hablar de ellos. Esa foto se borrará con el tiempo de nuestra retina. No sé qué será de ellos. Uno prefiere imaginarlos así, callados y mudos, sólo con la fuerza de su mirada, con la incomprensión pintada en sus ojos. Uno prefiere pensar que, a lo mejor, esta vez se ha encontrado una solución, que, a lo mejor los viejecitos pueden sentarse tranquilos en una nueva casa. Una casa sin ascensores que les secuestren.


Nota. Aconsejo vivamente la lectura del artículo de Soledad Gallego en El País de hoy. Un artículo, como todos los suyos, lúcido y riguroso sobre lo que significa la directiva europea de los inmigrantes.

miércoles, 25 de junio de 2008

Amor mío

Qué quieres, amor mío, que te diga...

Me gustan tus arrugas y tus labios

hasta cuando me echas una bronca

y me dices que fumo demasiado.


Y tu olor como algo cotidiano.

Me gustas cuando llego tarde a casa

y andas con los libros y los folios

y muerdes el bolígrafo

Y escribes y lo tachas.


Qué quieres que te diga...

Si me gustas

cuando me desarropas en la cama

y me despiertas

buscando un vaso de agua

o suspiras, cansada, y no te duermes.


Me gustas cuando dices

que soy un maniático

y que no sabes que haré cuando me faltes.

Y que no ayudo en casa y que estás harta.


Me gustas cuando vamos a la compra

y echas en el carro chocolate

que no debo comer.

No sé cómo decirte.

A lo mejor por eso no hace falta

que te diga amor mío a cada instante.

lunes, 23 de junio de 2008

Mañana de lunes

“Me levanto temprano, moribundo”,

preparo las palabras para el día,

me lavo de dolores de la noche

y abrocho la camisa que me cubra

de los nuevos dolores que me esperan.


Luego intento salir hacia la calle.

Recorro en autobuses calles limpias.

Y en el asiento de al lado me parece

que se sienta conmigo la esperanza

de un mundo con olor a dioses buenos.


Con la vuelta del precio del diario

me han dejado un euro y pico de tristeza.

Una niña me mira. Y hay un sueño

esperando en la próxima parada.

Descubro que la luz rompe el asfalto.


La vida va conmigo, con el hombre

que llevaba en su bolsa a Zitarrosa.

Tarareo bajito una milonga.

Y me siento dispuesto a conquistar

un nuevo paraíso. Esta mañana

te echo de menos. LLega mi parada.

jueves, 19 de junio de 2008

Tres poetas

Ayer viví unos momentos maravillosos. Me habían invitado a la presentación de los libros de dos amigas, premios de Poesía Jóven Pablo García Baena. Era en una pequeña librería de la calle de la Palma. La gente, sentada en el suelo, escuchaba las palabras de presentación -muy hermosas y sencillas y sentidas, por cierto- y había en el aire una clima de quietud, de serenidad, de juventud.

Sofía Castañón y Beatriz Ros leyeron luego sus poemas. Sus voces saltaban entre los libros, los versos me parecieron espléndidos, de una belleza descarnada y, al mismo tiempo suave. Leyeron muy poco y lo cierto es que uno se hubiera quedado mucho más tiempo escuchando la música encerrada en los poemas.

Tal vez la poesía no sea negocio, pero ayer, mientras en los bares de al lado gritaban los furores del fútbol, dos poetas nos regalaban unos instantes de plenitud. Es una poesía humanamente bella, con esa belleza en la que la sencillez -sólo aparente y tan difícil de lograr- de las palabras conmueven hasta lo más hondo. He de releer más despacio este puñado de versos. pero os aconsejo que busqueis estos dos libros: Últimas cartas a Kansas, de Sofía y De cómo descubrí que seguía viva, de Beatriz.

Tuve la suerte de encontrarme con algunos amigos, como Álvaro y Cecilia en el balcón. Lastima no haber podido continuar la charla ante unas cervecitas. Otra vez será.

Y la tercera poeta es Sonia Fides. El desastre personal que va conmigo me hizo confundir fechas y creí que Sonia presentaba el libro hoy jueves. Pero era también ayer. Con lo que me quedé con las ganas de verla y escucharla. Pero no importa. A Sonia la sigo con mucha frecuencia a través de su blog. Y leo, conmovido, una poesía que huele a jazz, a música, a bourbon y a realidad.

La poesía de Sonia es, en ocasiones, como un dulce trallazo, como una caricia con las uñas en la espalda. Ella, a la que no conozco personalmente, debe de ser igual. Su blog, Mademoiselle joue avec son revolver, nos da la oportunidad de leerla y admirarla. Os lo recomiendo y os recomiendo su nuevo libro, Electra se quita el luto,que buscaré hasta debajo de las piedras.

Para que luego digan que la poesía está en crisis. Nunca ha sido tan rica ni tan joven.

lunes, 16 de junio de 2008

Miguel

Me acuerdo de él muy a menudo. Dicen que nadie muere si alguien lo recuerda. Y será por eso que quiero recordar a mi amigo Miguel, muerto hace ya muchos años en un absurdo accidente de automóvil. No importa cómo nos conocimos, pero el caso es que nos hicimos inseparables. Raro era el día que no nos veíamos, que no hablábamos.

Siempre sonriente, siempre con el último chiste -muy malos, por cierto-, siempre buscando alguna ocasión para cantar alguna de Zitarrosa. Le encantaba Alfredo Zitarrosa. Yo le había grabado en una vieja cinta uno de sus discos y él me cantaba las canciones en cuanto veía una oportunidad.

Conoció a una muchacha en una de esas conversaciones de la calle. Fue un flechazo mutuo. Él ya algo maduro y ella, apenas una niña. Vivieron una historia de amor apasionada y breve. Y recuerdo como una noche me contó que cuando la conoció, la primera vez que durmió en su casa, la dejó dormida en su cama, bajó a una iglesia que estaba al lado y se puso de rodillas. "Di gracias a Dios, fíjate", me contaba, "por haberla conocido".

No sé si creía en Dios. Pero me dijo que era una forma de vivir su alegría, de hacerla patente. Luego aquello acabó. Acabó como acaban estas cosas. Ella vivía en Barcelona y las visitas de uno y otra se fueron espaciando. Fue un final casi feliz, tranquilo. Más tarde conoció a otra muchacha. Fue un romance más largo y más intenso.

Tenía una gran cultura forjada a base de lecturas apresuradas y dispersas. Escuchó mis fracasos y mis triunfos y yo escuché los suyos. No sé muy bien qué nos unía. Pero lloré amargamente cuando esta segunda muchacha me llamó para decirme que había muerto, que una noche, volviendo a casa, murió en un extraño accidente. Había ido a buscarme como tantas noches, cuando yo salía del periódico. Esa noche yo no pude acudir al encuentro.

Años después recibí una carta de la mujer que le había amado. Me hablaba de él con un afecto enorme. Y se despedía diciéndome: "Soy aquella a la que tanto quiso tu amigo Miguel".

viernes, 13 de junio de 2008

Lo masculino, lo femenino

Nunca me han preocupado las distinciones del lenguaje entre lo masculino y lo femenino. Por eso, la verdad es que lo de miembros y miembras me trae un poco sin cuidado, si no fuera por lo que subyace en la polémica generada en torno a lo de "miembros y miembras" que dejó caer el otro días la señora ministra.

Estoy seguro, además, de que muchas de las denominaciones que el lenguaje tiene para algunas actividades, proceden de una visión machista de nuestra expresiones, habladas y escritas. Porque es cierto que algunas profesiones sólo se entendían si las desarrollaba un hombre. Así que bien está que se hayan corregido cosas como juez o jueza, ya implantadas en el lenguaje cotidiano. Más difícil de aceptar es que ese afán por la igualdad lleve a expresiones que, en ocasiones rozan el ridículo o, cuando menos, la exageración.

No parece muy justificable, por ejemplo, lo de jóvenes y jóvenas, si no provienen de un deseo de ironizar. En nuestro lenguaje jóvenes es común para ambos sexos y si vamos a una corrección total de la lengua habríamos de decir "jóvenos" y "jóvenas". Y en el lado contrario, utilizaríamos "poetos" y poetas" o "periodistos y periodistas".

Así que me parece a mí que lo de "miembros y miembras" sólo puede entenderse desde la ironía o la broma. Y prefiero pensar que las iniciativas por la igualdad de la ministra no sólo tendrá entre sus objetivos la de igualar de esta manera, curiosa manera, el lenguaje. Porque si no, en la otra acepción que el diccionario da a "miembro", habría que pensar que cuando se hable de brazos se dirá "miembros" y cuando se refiera a piernas, se utilizará "miembras".

Y llegando al absurdo, para igualarnos del todo, a cada órgano (u órgana) de nuestro cuerpo le daríamos tratamientos distintos, dependiendo del sexo: corazona, estomaga, etcétera.

Sé que es una exageración. Pero también lo es lo de miembra. El lenguaje se cambia y se enriquece por el uso que de él se hace, no porque nos empeñemos en cambiar apelativos que, en muchas ocasiones, nada tienen que ver con el machismo. Otras cosas hay más urgentes en la lucha por la igualdad que meter con calzador el femenino en palabras que acaban en "o" sin que se refieran exactamente al sexo de cada uno.

Pero, en fin. Tampoco pasa nada. Y tampoco hay por qué desautorizar la valía de la ministra Aído sólo porque se haya permitido una expresión cuyo único pecado sea lo mal que suena.


viernes, 6 de junio de 2008

José Tomás y la FAO

No entiendo casi nada de toreros ni de toros. He ido a alguna corrida. Y mis sentimientos son contradictorios. Me gusta el espectáculo plásticamente, el ambiente de la plaza, el color... pero lo paso mal con la crueldad que hay en la corrida. Sufro por el toro y me parece una salvajada ese sufrimiento del animal.

Ayer, cuentan, José Tomás estuvo extraordinario. Los entendidos dicen que fue una maravillosa demostración de toreo. No lo sé. pero hay un dato más que me pone los pelos de punta. Ayer se llegaron a pagar 3.000 euros por una entrada. Es decir, medio millón de las antiguas pesetas. Hubo gente que pagó medio millón por ser uno de los 24.000 (creo) privilegiados que se sentaron en la Plaza de las Ventas.

Mientras tanto, ese día, los diarios daban la noticia de que el BCE se plan tea nuevas subidas de los tipos de interés, con lo que subirán de nuevo las hipotecas, los alimentos, la ropa... Subirá la vida y las gentes tendremos que hacer malabares para llegar a fin de mes.

Ayer mismo la cumbre de la FAO en Roma se despedía sin acuerdos convincentes para atajar el hambre de 800 millones de personas. Sé que habrá quien diga que no pueden mezclarse churras con merinas y que son cosas distintas. Pero a mí me parece que todo tiene que ver, que cuando aletea una mariposa en cualquier parte del mundo algo cambia.

Los países reunidos en Roma no han encontrado acuerdo ni para hacer un comunicado conjunto. Ni siquiera para encontrar las palabras que justifiquen el fracaso. No digo ya apara encontrar soluciones efectivas, que tampoco.

No sé si he oído bien en la radio esta madrugada que con 30.000 millones de euros bastaría para acabar definitivamente con el hambre. Pero no los hay. O si los hay no los dan. Para hacernos una idea, el hombre más rico del mundo, el propietario de IKEA, tiene una fortuna estimada en 19.000 millones de euros.

190 países se han reunido para muy poco o para nada. Dívidanse los 30.000 millones entre los diez países más ricos y cada uno tocaría a 3.000 millones de euros. Divídanse entre 20 y tendría que poner cada uno 1.500 millones. Dividanse... y así sucesivamente entre más numero de países y con su solidaridad tocaría cada uno a muy poco para acabar con el hambre, definitivamente.

jueves, 5 de junio de 2008

Escuchando la radio

Escucho en esta noche

la radio que nos dice

que este año las cosas no van bien.

Y que éste ha sido

el mayo más lluvioso de la década.

Que el paro va aumentando

y en la Bolsa la vida no cotiza.

Recuerdo a Gil de Biedma

y su Consejo de Ministros.

Y sigue sin saberse si el Gobierno

prepara el subsidio o el despido

o abandona

y sólo espera que pase la tormenta.

En esta noche

en que la voz del locutor, fría y cansada,

me dice que 800 millones de personas

se van a morir de hambre,

lo único que tengo

es tu cuerpo dormido

y la certeza

de que esto

no hay Dios ni poesía que lo arregle.

lunes, 2 de junio de 2008

Paraíso

En cada muro está tu nombre escrito.

Recorro los espacios,

donde fuimos un día voz y besos.

Te podría decir: “Fue en esta esquina”.

O pararme un instante en el recuerdo

de tus labios de frío.

La vuelta de las cosas ya no hiere.

Y en las tardes azules

Este Madrid contiene las palabras,

cuando Dios era el roce de tus manos,

anuncio de tu piel.

Cuando la vida era un trago urgente

y delicado. Y el futuro

los sesenta segundos de la muerte

de un tumulto de cuerpos.

Paraíso ganado.

¿Me recuerdas?