Nueva comida, ayer, del grupo de gente que nos vemos una vez al mes. Grupo de amigos unidos por algo tan importante como pasar un rato juntos y hablar de lo divino y de lo humano. Como invitado estuvo el humorista Pepe Regueira. Yo, como muchos otros, le conocíamos de sus intervenciones en televisión. Pero ayer quien estuvo allí fue Pepe el amigo.
Persona de una calidad y calidez humana fantásticas. Hizo bromas. Se rió con nosotros y hasta nos hizo uno de sus trucos de cartas, sin baraja, divertido y fenomenal. Es economista y le pregunté cómo era que se había dedicado al humor. Contó que trabajaba en una empresa y, antes de hundirla del todo, prefirió dedicarse a otra cosa.
Contó también que en un viaje que hizo a Venecia, una mujer se le acercó y le dio un abrazo: "Cómo me alegra verle. Creía que estaba usted muerto", le dijo la señora. "El que se alegra de no estarlo soy yo", replicó Pepe.
Por cierto, que alguien expresó su sorpresa por el hecho de que ninguno de los gondoleros se diera en la cabeza con los puentes bajo los que pasaban. "Cuando estuve allí con mi mujer, yo iba preocupadísimo y cada vez que nos acercábamos a un puente, me encogía y le advertía: cuidado. Yo creo que les enseñan a evitarlos instintivamente", añadió. "Se ponen a mover el palo y nada"
Otro de los presentes le preguntó si su preocupación no vendría de la longitud del palo del gondolero. Y Regueira dijo que ya no cantan como antes. "Ahora van en grupos de cuatro. El palo lo llevan de adorno y se mueven con un motorcito. Y te ponen un cassette y a vivir".
Por lo demás, fue una comida muy agradable. Con las mismas bromas de otras veces. Le regalamos a Pepe una caricatura que el hijo de uno de los presentes le había realizado. Regueira prometió que, en cuanto llegara a casa, y dada la penuria evidente de nuestro grupo, nos devolvería el envoltorio en que iba el cuadro y el mismo marco para su reutilización con el próximo invitado. El envoltorio era un diario Qué!, primorosamente sujeto con papel de celofán, Y el marco, según confesó el encargado del presente, había sido adquirido en un "chino".
Bueno, pero lo que importa es la intención que, como alguien recordó, no era otra que el que el regalo saliera lo más apañado y barato posible.
1 comentario:
Son ese tipo de reuniones que te hacen sentir que no estás solo en inquietudes, a mí me pasa.
Y muy bueno lo del cuadro.
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