Una amiga mía, a la que no veo hace años, me decía que ella tenía miedo a la vejez. Se veía de mayor pobre y sola, pidiendo limosna. Por lo que sé, no es, afortunadamente, ésa su situación. Pero era su temor.
Siempre he creído que ese miedo lo hemos tenido todos alguna vez cuando nos encontramos a un hombre o una mujer que se nos acerca por la calle pidiéndonos una limosna. Pensamos que un día podemos vernos así. Vivimos en una sociedad que nos obliga a vivir pensando en un futuro cada vez más incierto, cada vez más oscuro.
Todos los días (menos en periodo electoral) sale algún político hablando de la necesidad de recortar las pensiones o de aumentar la vida laboral. Lo dicen cuando ellos tienen asegurada su pensión. Lo dicen porque saben que ellos jamás se encontrarán en una situación semejante.
Algunos de los candidatos que hoy prometen las mayores maravillas en su día hicieron propuestas parecidas. Hace unos días un amigo me decía que Miguel Sebastián había hecho alguna oferta parecida. No me consta, pero no me extraña que hubiera sido así. Ha sido un hombre que se ha movido siempre en círculos económicos donde la preocupación es la macroeconomía y no la economía de cada uno, la economía particular, la que nos permite o no llegar a fin de mes.
En cualquier caso, pasarán las elecciones. pasarán estos días y vendrán, como en la Biblia, los años de vacas flacas. esos años que van de elección a elección. Es terrible pensar que siempre habrá gente dispuesta a preocuparse por nuestro futuro, siempre que ese futuro sea el que ellos creen mejor para nosotros.
2 comentarios:
Y valiéndose del voto para hacer y deshacer 'por nuestro bien' durante los próximos cuatro años.
Yo también pienso que puedo ser la viejecita que pide en la calle. Es más, tengo una amiga que se ve rodeada de gatos y con síndrome de Diógenes. Será que el mileurismo no nos deja ver un futuro mejor.
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