La reacción de la Iglesia ante las fotografías de Montoya, el fotógrafo extremeño que hace una versión muy sui géneris de los iconos católicos, no es, por desgracia, novedosa. A los obispos no les parece suficiente que el presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, haya pedido disculpas, sino que insisten en que el artista debe hacer algo más y, por su puesto, el consejero de cultura que avaló el libro hace ya casi cuatro años.
Al margen de preguntarse por qué salta ahora una polémica tan antigua, habría que preguntarse por qué una institución como la Iglesia que lleva siglos de intransigencia, intolerancia e injusticia, exige una actitud -pedir perdón- que tan pocas veces ha seguido ella misma.
Hace unos días el obispo de Huesca en una carta pastoral seguía insistiendo, a pesar de lo que está demostrando el juicio, en la teoría de la conspiración PSOE-ETA en el 11-M y aconsejaba a sus feligreses que no votaran a los socialistas.
No está mal. La Iglesia que recibe cuantiosas cantidades del Gobierno socialista recomendando que no se vote a quien le está dando el pan que come. Nadie ha exigido al prelado de Huesca que pida perdón por ello. La Iglesia no está acostumbrada. Pero si la Iglesia dice que son un insulto las fotografías de Montoya, cualquiera puede sentirse insultado cuando la Iglesia toma postura sobre algunos temas: homosexualidad, parejas de hecho, sexualidad, etcétera. Sus descalificaciones a personas y actitudes que no encajan con sus principios son frecuentes en la Iglesia católica, sus humillaciones a la mujer, sus desprecio hacia la ciencia cuando no se compadece con sus principios (creación del universo, por ejemplo) son también insultos a la inteligencia, insultos contra personas e instituciones por las que nunca han pedido perdón. Ni lo harán nunca.
En fin, no deja de ser curioso la injerencia de la Iglesia en asuntos terrenales justo cuando se acercan unas elecciones.
1 comentario:
Aplausos...(y de pié)
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