martes, 7 de febrero de 2012

O sea que, lo del Rey, nada de nada ¿no?


Parece que lo que muchos sospechábamos se confirma. Siempre he creído que las horas transcurridas entre la entrada en el Parlamento de los guardias civiles rebeldes el 23 F y la aparición del Rey fueron demasiadas. Que algo extraño estaba pasando en la Zarzuela.

Recuerdo que estaba yo trabajando en El País, y comenté, avanzada la tarde: "Pero, ¿por qué no ha salido ya el Rey?". Mi jefe me contestó, con absoluta naturalidad. "Está contando fuerzas. Espera a ver quién gana". Las revelaciones del Der Spiegel parecen dar la razón a mi jefe de entonces.

El rey no sólo tuvo sus dudas, sino que, además, comprendió las intenciones de los golpistas -¿las alentó?- y se mostró a favor de que la Justicia fuera benévola con ellos. Sus confidencias al embajador alemán Lothar Lahn  muestran claramente que opinaba como los militares golpistas, culpando del golpe a un Adolfo Suárez acorralado y sólo y en el que ya no confiaba.

Durante todos estos años, la derecha y  algunos que se han titulado de izquierdas, han estado vendiendo el papel fundamental del Rey en la noche del 23 F. Todo falso. O casi todo. En su afán por salvar la monarquía nos han presentado un personaje casi santo, capaz de todos los sacrificios por su pueblo, valiente y austero. Una buena persona, vamos.

Y no digo yo que no lo sea. Pero, según los cánones con que los que ensalzan al Rey juzgan a los demás, su majestad es un prenda. Su vida privada no es precisamente la de un casto José, el tren de vida que ha llevado tiene de todo menos de austero, sus negocios siempre se han ocultado celosamente y, sin embargo, lo poco que ha trascendido siembra serías dudas sobre la honorabilidad que nos quieren vender. Y, por si fuera poco, las actividades de su familia dejan poco que desear.

Sólo faltaba la desacralización de su papel en el 23 F para que se caiga la máscara de una institución que no debería existir en ningún país democrático. Hay que leer la historia para comprobar que sus antepasados jugaron un papel similar y no se distinguieron precisamente por el amor a su pueblo. Fueron golpistas, locos, egoístas, crueles, déspotas y tiranos. ¿Cómo es posible que aceptáramos la vuelta de la Monarquía?

***

8 comentarios:

Diego Escribano dijo...

Comparto todas sus palabras. Un abrazo

Bocanegra dijo...

Grandísimo post Rodolfo. Basta ya de mantener a estos nobles que poco o nada quieren para el pueblo.

Un abrazo!

txilibrin dijo...

La monarquía, esa gran desconocida...

Paris Joel dijo...

Fantástico post Rodolfo! Enhorabuena!
Salud y República.

jaime dijo...

Jefe, una coronita bien fresquita aquí en la barra.

Salud y República!.

Nieves LM dijo...

Nos la impusieron. Menos mal que se está perdiendo el miedo de hablar de los intocables. Ya era hora. Saludos.

CARMEN dijo...

Salud y República.
Un fuerte abrazo.

Andina dijo...

Con tremendo articulo, bien valio la pena perderme el poema de Lunes...