Nunca supe de ti, niña, pequeña y libre,
ni de las noches aquellas en el barrio,
cuando al salir de la academia, sonriendo,
me llevabas por sucios descampados.
Y eran suaves tus labios, y la carne
era piedra lunar, desconocida y mágica.
Yo te juraba que siempre te amaría
mientras mis manos se ahogaban en tu blusa.
Y tú no decías nada. Te dejabas
besar y yo sentía el jadeo,
el ligero temblor
del vientre. Me dejabas
el ligero temblor
del vientre. Me dejabas
un perfume animal entre los dedos.
Ni siquiera tu nombre me ha llegado
a quedarme como queda la nostalgia
de los tiempos felices.
Noche joven,
Noche joven,
cuando el mundo empezaba con nosotros.
Y la última fila de los cines. La linterna
del acomodador que nos buscaba,
los besos abrasados, esa fuerza
terrible que rompía entre mis piernas.
Tus suspiros.
Y enfrente de nosotros
Y enfrente de nosotros
James Dean con cazadora roja
nos miraba envidiando, estoy seguro,
todo el amor que entonces nos teníamos.
Hoy, que miro en cuadernos escolares
esas cartas que nunca te enviaba,
me viene, tan fugaz como esos días,
tu recuerdo perdido. Y en mi pecho
reponen, otra vez, la vieja peli,
cuando eras una niña
y salías de la academia y me buscabas.
***
17 comentarios:
Hermoso poema, querido amigo. Hermosos cines. Como hermosos aquellos primeros amores y aquellas viejas películas... Ya nada es lo que era.
Ya queda menos para Galileo, y menos aún para que venga nuestro querido Emiliano.
Abrazos.
¡Me encanta! :)
Me recuerda mucho a aquella canción que cantaba Aute, la de "Las cuatro y diez".
Muy bueno el poema, ¡qué pases un feliz lunes! :)
He sentido un escalofrío que me ha ido desde la cabeza los pies...
Qué precioso poema y que real.
Un abrazo, amigo.
He sentido un escalofrío que me ha ido desde la cabeza los pies...
Qué precioso poema y que real.
Un abrazo, amigo.
Te veo, Rodolfo, al este del Edén de nuestras vidas, gigante en tus recuerdos y un rebelde con causa enamorado (por marcarle una frontera a nuestros sueños). Por entonces, tú eras también James Dean.
Un abrazo.
Esos viejos amores de la adolescencia, que nunca se olvidan.
Un poema muy entrañable el de hoy.
Besos y buena semana.
Agradecido.
Muy cerca de Tabernillas, fue en el cine San Francisco, de doble sesión y tres pesetas la entrada, donde yo también juré amarla por una eternidad. Hoy me has devuelto mucho más que aquel juramento amigo. Abrazos
Simplemente hermoso, volver a esos tiempos de antaño,un placer leerte, saludos desde baires.
Un poema hermoso, como todos, una sensación tan linda y agradable la de esos recuerdos de un ayer perenne que parece naugragar cada día en nuestras manos..
sin duda hay peliculas que vale la pena ver una y otra vez
Ya está todo dicho,aunque no solo se sienten esos ardores en la adolescencia, incluso pasada esa edad puedo volver a sentirse ese temblor de vientre cuando se desea a la persona que tienes enfrente.
Tus poemas me hacen repensar y buscar entre mis recuerdos rememorando viejas sensaciones, primeros amores, primeros besos, primeros versos!
Algún día aprenderé, espero, a remover por dentro al lector como tú lo consigues conmigo cada vez que leo uno de tus poemas. Impresionante.
Un saludo,
Cristina
"...cuando el mundo empezaba con nosotros". Hermoso ese sabor de amor y viejos cines.
Un abrazo
Te llevo siempre conmigo, ya eres parte de mí. Amanecer para buscarte en el blog desesperadamente cada Lunes es un placer, pero aún es mayor cuando escribes así y me dejas sin defensas, sin palabras que puedan expresar lo que generas en mí. Te mando un beso enorme, el anhelo de que la felicidad cubra todo tu pecho y siempre estes rodeado de mucho amor porque sos una dulzura a parte de talentoso...Te quiere Maria Ines ...BESOSSS
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