La Iglesia ha demostrado una vez más su escasa capacidad para la caridad. El Obispado de Madrid (se supone que siguiendo la doctrina del Papa) ha decidido cerrar la Iglesia de Entrevías. una parroquia donde algunos sacerdotes practicaban las enseñanzas del Nazareno: atención a los más pobres, a los perseguidos, a los desfavorecidos.
La excusa ha sido que no se realizaba la liturgia de acuerdo con los cánones: decían misa vestidos de calle y en la comunión, en vez de hostias (hostias de pan sin levadura, se entiende) daban pan normal. Grave pecado. No sé si algún creyente puede pensar que el Cristo auténtico se vestía de los ropajes de Carnaval cuando celebró su última cena.
Que yo recuerde en ningún evangelio se dice que Jesucristo se vistió de máscara, ni se ordena que así lo hagan sus sucesores. Pero eso para la Iglesia de hoy, para el conservador retrógrado obispo madrileño Rouco, es una falta grave. Tanto, que ha decidido cerrar una iglesia que había recuperado las esencias más auténticas del cristianismo: estar al lado de los pobres.
La eucaristía sólo tiene un sentido: recordar aquella cena de hermandad que, según los evangelios, se celebró hace más de 2.000 años. Nada más. Pero la Iglesia es amante de la liturgia. Es, para ella, lo único importante.
He leído en algún sitio que uno de los teólogos de la liberación, creo que Ernesto Cardenal, le ha dicho al Papa que él, tal vez, haya cometido un error poniéndose al lado de los pobres, pero "la Iglesia lleva siglos cometiendo el error de ponerse al lado de los ricos".
No me siento católico, con lo que poco me puede preocupar que la autoridad eclesiástica califique de grave dar o no hostias homologadas. Pero me preocupa como ciudadano y ser humano que impida a los tres sacerdotes de Entrevías que sigan haciendo la labor que vienen haciendo: atención a los drogadictos, consuelo a los desesperados, ayuda a quien lo necesita, sea o no católico. Y todo sin preguntas.
Dice el Obispado que no hay que preocuparse, que la labor que venían haciendo estas tres personas la hará ahora Cáritas. Al margen de la labor encomiable de Cáritas, poner en sus manos la Iglesia de Entrevias, servirá para introducir la burocracia, la ineficacia y la desconfianza de la gente. ¿Va a ser mejor la asistencia a través de Cáritas que el trabajo que se ha venido realizando desde hace largos años en esta parroquia?
Se repite lahistoria. Cuando en la dictadura algunas parroquias cedían sus locales para que obreros y estudiantes celebraran sus asambles y reuniones prohibidas por el franquismo, la Iglesia española no supo ni quiso estar a la altura de las circunstancias y las autoridades eclesiásticas miraban para otro lado ante los curas encarcelados, los obreros asesinados, la falta de libertades.
La Iglesia, siempre, cometiendo ¿el error? de ponerse al lado de los poderosos.
Rouco debería preguntarse si Cristo hubiera considerado falta grave no vestirse de falda larga para sentarse a cenar con sus discípulos. Digo yo.
3 comentarios:
Siempre habia escuchado de q " la iglesia es santa y pecadora" yo obviamente no lo entendía, hasta en 1996, cuando tenia 22 años, quedé embarazada y fui expulsada de mi parroquia, porq "no era un buen ejemplo para los otros jóvenes y q decir de los niños" (asi dijeron las monjas italianas q en ese entonces estaban a cargo de la parroquia)
Un día yo estaba muy triste con todo esto, decidí no ir ni siquiera a misa, el cura q era muy cercano mio, vino a mi casa para saber de porq la Paula no asistía a misa, y ni siquiera hacia Infancia Misionera a los niños de las poblaciones, le conté lo q me habian dicho las monjas y él me dijo q nadie me podia impedir el encuentro con Dios, q yo no era una pecadora por ser madre soltera, q "ese título" lo debia llevar con mucho orgullo y q le debia mostrar al mundo entero lo feliz q yo era por haber optado por la vida y asi fue como al domingo siguiente llegué a la misa tomada del brazo del sacerdote...ahí entendí eso de q la iglesia es santa y pecadora a la vez, porq la conforman seres humanos y todos, pese a nuestros defectos, estamos llamados a ser santos y preguntarnos a diario ¿qué haría Cristo en mi lugar?, quizás el Obispo de Madrid, aun no se lo pregunta.
Garfio... que gusto encontrarte de nuevo... hacia tanto que habia perdido tu huella que me da gusto reencontrarte... ojala te acuerdes de mi y aquellos tiempos del libro... Abrazos
Ivan, el poeta enamorado de Benedetti..
A Paula
Gracias por tus comentarios. Tu historia me ha parecido preciosa y muy clarificadora.
Un abrazo
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