lunes, 10 de septiembre de 2007

Pobres

Estaban allí. Sentados en la acera, con el alcohol como compañía, pidiendo una moneda. Tenían la barba blanca y sucia y en su mirada turbia, había mil historias de fracaso y soledad. Ocupaban portales de comercios cerrados y su colchón era un cartón de algún electrodoméstico de lujo.

Su ropa estaba desgastada y sucia. Y tenían ese olor de la pobreza que ningún baño puede quitar. Era una calle de Copenhague bulliciosa y bella, en uno de los países más ricos del mundo. Era una calle como cualquiera de cualquier ciudad española. Y allí estaban los pobres.

Tal vez sea la pobreza lo único internacional. Lo único que traspasa fronteras. Los turistas pasábamos a su lado. Acostumbrados a una presencia que traíamos cada uno desde nuestro país. Era, de nuevo, como estar en casa.

8 comentarios:

Margarida dijo...

Me recuerda esto a otros pobres, de otros tiempos...los ciegos. Aquellos que vendían sus coplas y que tocaban la zanfona o, últimamente un violín del que Castelao decían que "pasaban polas cordas un dedo chuchado da fame". Tengo algunos amigos de tu quinta que los recuerdan, a los últimos que hubo en Galicia y es increíble pero coincidían contigo en eso del olor, "ulían a miseria", me decían estos buenos amigos. Asistieron al entierro del último en Galicia, en A Coruña, en el apartado del cementerio para indigentes y las personas se contaban con los dedos de las manos...allá se fueron los últimos herederos del trovador medieval...

Aguila Diurna dijo...

Tal vez aunque nos esforcemos en aparentar normalidad asi estamos todos un poco marginados y perdidos aunque no es tan evidente.
La única diferencia entre ellos y nosotros radica en la apariencia, llaman la atención por que se salieron de lo establecido pero somos tan iguales, somos lo mismo.
Un abrazo.

luchín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
luchín dijo...

como dijo Nicanor Parra en su traducción de la obra de Shakespeare, Lear, Rey & Mendigo, "en Britain también se cuecen habas", y viene a reflejar un poco lo que dices Rodolfo, en todas partes hay pobreza, delincuencia, mentiras, odio, males desgraciadamente inherentes al ser humano. saludos desde Chile Rodolfo.

síl dijo...

ayer leía el libro de Marta Pérez, "una piedra roja, una piedra azul, una piedra amarilla" en el que hablaba de sus sentimientos contradictorios cuando viajaba... los mismos que suelo sentir yo cuando viajo a sitios donde hay mucha pobreza... quizás sea la misma, pero no sé por qué yo la veo diferente... quizás la de cada día se camufla tanto con el gris de la ciudad que termina desapareciendo a nuestros ojos... tristemente...


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Marta, Perú 1997
[He terminado Siddartha. Sin demasiados pensamientos y sensaciones en mi cuerpo. Estoy confusa, me desprecio. Yo viajando por placer, con miedo a que me roben, con un material de montaña con el que comería tanta gente aquí. Ahí afuera, tras la ventana, está ese mundo, real y tenebroso de gente que malvive y sufre. Todo pierde sentido. Tengo ganas de llorar]

Anónimo dijo...

Mmmmmmmmm. Vale sí, de acuerdo. Pero el electrodomético igual no era de lujo. Igual era de un currante ahorrador.

Anónimo dijo...

A mi me llaman la atención los que llegaron del cielo. Los que un día lo tuvieron todo: amigos, trabajo, familia, casa, coche...el paquete completo. A lo mejor se quedaron sin trabajo, o se enamoraron del alcohol, o su pareja de otro. Y un día se dieron cuenta de que no tenían techo, o de que quizá nadie les esperaba dentro. Y ahora viven en un parque, en un banco, o debajo de un seto. Testimonio palpable de que la vida cambia.

Paseando por tu nube dijo...

Siempre me ha causado una gran desazón pensar, imaginar, el porqué una persona con una vida normal, una familia, un trabajo... todo lo que atesoramos durante nuestra existencia, de pronto o despacio se pierde por el camino hasta dejarnos tirados en él.
Que triste!!
Un saludo