miércoles, 12 de marzo de 2008

Un viejo reportaje

Hace unos años, 8 para ser exactos, El País publicó este reportaje mío sobre las dificultades que encuentra en Madrid un minusválido. Como veo que el tema ha despertado interés, lo reproduzco para quien tenga curiosidad.

Campo de minas

RODOLFO SERRANO - Madrid - 07/05/2000

-Cuando me dijeron que habían puesto autobuses adaptados para minusválidos, me fui con mi silla de ruedas e intenté subir en uno. Pero la plataforma no bajaba del todo. El conductor se apeó y, a base de golpearla con el pie, consiguió bajar la rampa. El problema es que se negó a ayudarme porque en su contrato no constaba que hubiera de hacerlo, y en el convenio tampoco lo ponía. Con que allí me tiene, con la plataforma especial y sin poder utilizarla. Así que un viajero con buena voluntad tuvo que ayudarme.Eugenio Ramos, parapléjico a causa de un accidente, quiso utilizar uno de los 636 autobuses municipales que, de una flota de 1.840, están preparados para ser utilizados por gente con discapacidad física. Si él, o alguno del medio millón de discapacitados que hay en el área de Madrid, hubiera querido coger un taxi, hubiera tenido que llamar a uno de los 28 adaptados a este tipo de servicios. Hubiera tardado mucho en venir y -ya le ha ocurrido en alguna oca-sión- la bandera hubiera marcado un buen pellizco. Pero Eugenio Ramos recuerda su experiencia en el transporte público sin un ápice de resentimiento. Incluso en su voz puede apreciarse un cierto tono de humor.
Fíjese que tomé la línea circular. Y, claro, resulta que daba la vuelta a Madrid. Así que para volver a mi lugar de origen me tuve que chupar todo el viaje. ¿Qué quiere? Tampoco me importa el comportamiento del conductor. Si es que, mire usted, tenemos que convivir todos. Darnos cuenta de que somos una sociedad en la que nos necesitamos unos a otros.

Eugenio Ramos tiene 54 años. Y es, posiblemente, una de las mayores pesadillas del Ayuntamiento de Madrid. Desde 1997 se ha dedicado, tenaz y sin descanso, a denunciar todas las irregularidades que hacen más difícil la vida para quienes han de moverse por la ciudad con alguna discapacidad física. Alcalde, concejales y el Defensor del Pueblo saben de su incansable actividad.

Hay transportes que incluso le están vedados. Algunas estaciones de metro, sin ir más lejos. El metro de Madrid va eliminando barreras en las nuevas instalaciones. Hay 120 ascensores en 40 estaciones. En tres más los elevadores se encuentran en construcción. Y hay también una rampa en la estación de Empalme. Las nuevas obras suelen tener en cuenta a estos colectivos, aunque no siempre. Por eso, Ramos vigila y fiscaliza cada actuación municipal.

-Tengo que pasarme por la calle de Santiago, a ver cómo la han dejado.

Eugenio Ramos, ingeniero técnico de Obras Públicas, agarrará su coche y se presentará esta tarde, mañana o pasado mañana en la calle de Santiago. Con el detenimiento de un entomólogo estudiará las aceras, los rebajes de los bordillos, medirá la separación de los bolardos, subirá y bajará con su silla de ruedas a la acera, saldrá y entrará en su coche en las plazas de aparcamiento.

Comenta Ramos que las personas que se mueven sin problema físico alguno por Madrid no se dan cuenta de la jungla de barreras que, como un campo de minas, hacen de la ciudad un campo hostil.

-Las plazas de aparcamiento. Ahora se están imponiendo las plazas en batería. Dicen que para impedir los aparcamientos en doble fila. Pero nadie ha pensado que una persona que utilice una silla de ruedas, o simplemente unas muletas, necesita abrir la puerta del coche al máximo. Y eso no es posible en batería.

Para todo hay soluciones. Y Ramos ha propuesto que las plazas de minusválidos se acoten al lado de los pasos de peatones. En la capital hay 2.000 plazas en superficie reservadas a personas con discapacidad, 475 en aparcamiento subterráneos para residentes, y además los minusválidos, con una viñeta que les concede el Ayuntamiento pueden aparcar en carga y descarga. El problema no es de escasez.

-Pero si la gente no respeta el carga y descarga a los repartidores, imagínese a nosotros. Además, que estas plazas esan limitadas por su horario. Con lo que a partir de las ocho ya las puede utilizar el público en general. O sea, que no sirven para mucho.

No hay mala intención en estas cosas, cree Ramos. Pero nadie pensó que llenar de árboles las calles de Madrid, como hizo Esperanza Aguirre -la hoy presidenta del Senado- cuando era concejal, impide en numerosas aceras el paso de sillas de ruedas. O los andamios de las obras que hacen imposible el paso no ya de una silla, sino de cualquier peatón. O los bolardos, auténtica pesadilla, sobre todo en el Madrid viejo.

-No he encontrado una solución. Salvo la del civismo. Si no se ponen, malo porque aparcan los coches. Y si se ponen, peor porque son auténticos obstáculos para los ciegos que no tienen la referencia para su bastón.

Hay, dicen en el Ayuntamiento, 3.200 aceras rebajadas. Unos 10 kilómetros en los que se han efectuado este tipo de actuaciones. Pero en Madrid las calles suman 2.100 kilómetros. Queda, pues, tarea. Y no siempre se actúa con lógica. Ni con eficacia. Fernando Becerra, presidente de la Federación de Asociaciones de Minusválidos Físicos de Madrid, denuncia un desfase presupuestario de 340 millones de pesetas que la Consejería de Servicios Sociales ha contraído con las asociaciones de discapacitados.

En algunos casos, los errores se cometen en obras recien ejecutadas. Ramos, por ejemplo, se dio una vuelta por la calle de la Montera inmediatamente después de su arreglo. El 21 de enero escribía al alcalde José María Álvarez del Manzano para contarle las irregularidades detectadas: bordillos incorrectos en el cruce de Caballero de Gracia y en los situados frente a los números 47 y 22 de Montera y en el paso de peatones de la calle de San Alberto. Y a dos pasos, en la Puerta del Sol, enfrente justo de la Presidencia de la Comunidad, el paso de peatones también está mal hecho.

Tampoco es que los edificios públicos se distingan precisamente por su interés en hacer más fácil el acceso de una persona discapacitada. Es verdad que hay un centenar de edificios municipales adaptados, con sus rampas y sus ascensores. Pero el Ayuntamiento de Madrid -cierto que por su antiguo y venerable diseño- no está preparado. Y en otros casos, los edificos de nueva construcción tampoco tienen en cuenta a estos colectivos. Hay situaciones que rozan el absurdo. Como el de un cine -Renoir de Retiro, cita Ramos- que tiene servicio para minusválidos, pero es imposible acceder a él si no es a la sillita de la reina. O el de un centro para ancianos en la calle de Juan Montalvo, denunciada también por Eugenio Ramos, que presentaba un hermoso escalón en la puerta de acceso. Tampoco se libran los edificios de ocio, ni públicos ni privados. Para entrar en el teatro Español hay que saltar un escalón. Y lo mismo ocurre en el cine Doré, sede de la Filmoteca Nacional. Pero hay cines que, justo es decirlo, se han gastado sus pesetas para que todos, independientemente de sus circunstancia físicas, puedan disfrutar con el mejor cine: el cine Cristal, sin ir más lejos.

-El problema es que nunca debían darse licencias para que un local público se abra si no se cumple la normativa. Porque lo grave es que se trata de normas obligatorias que se incumplen sistemáticamente y que, aparentemente, no impiden su apertura.

En otros cines, la solución para colocar a los discapacitados en silla de ruedas es situarlos delante de la primera fila.

-La única ventaja es que, quieras o no quieras, terminas morreándote con la primera actriz.

Para nadie llega la cinefilia tan lejos.

La justa altura de los bolardos

Bancos, papeleras, chirimbolos, señales de tráfico, farolas, árboles, jardineras, contenedores de pilas y de papel, cubos de basura, contenedores de obras, andamios, parterres, paneles de anuncios, marquesinas de autobuses, vallas, horquillas para aparcar motocicletas, alcorques, toldos bajos, cabinas telefónicas, rejillas del metro, columnas de semáforos.... y mil cosas más que, cada día, uno se encuentra en las aceras de Madrid. Mil cosas más y los bolardos. Los malditos bolardos.-Tienen la altura justa, sí señor. Tienen la altura para golpearle a uno donde más duele. Pero con ser malos, lo peor son las papeleras, ¿sabe usted?

Domingo Sánchez vende el cupón de la ONCE en la Puerta del Sol.

-Las papeleras, colgadas de las farolas, son trampas mortales. Usted no la detecta con el bastón y se golpea en el pecho. Y los contenedores, que como la parte de abajo está más rebajada que la de arriba, no sé si me entiende, ocurre lo mismo. Y, bueno, los andamios también. Son barras para las que no encuentras referencias y puedes darte en la cabeza o qué sé yo. (No, señora, no, el 69 no lo tengo. Si quiere el 49... Nada, buenas tardes y mucha suerte) Y, malo, malo, lo de esos toldos bajos que te dejas los sesos en ellos... Y las papeleras, que ya las podían poner para otro lado. Y, en los edificios, los extintores, oiga... Y...

La ciudad es una trampa. Lo dice Domingo. Una trampa para el que no ve, para el que no tiene unas piernas que le sostengan.

Salvador, 55 años, ciego de nacimiento, cree que el problema es que los diseños los hacen gente que no tienen deficiencias físicas, que no están obligados a moverse midiendo los centímetros.

-A mí, ya ve, me cuesta trabajo creer que con las nuevas tecnologías no hay manera de solucionar lo de las obras, lo de los andamios. ¿Es que no hay forma de marcar las cosas de tal manera que puedas detectar los obstáculos que te encuentras en una acera, o en la calle?

Cuenta Salvador que la gente ha cambiado mucho. Que se va perdiendo la solidaridad. Por culpa de unos y de otros. Y que mucha gente deja el coche sobre la acera sin importarle si se está impidiendo el paso a una persona en silla de ruedas a su propia casa.

-Nosotros vamos tan tranquilos, fiándonos, a lo mejor, por el bordillo de la acera. Y, de pronto, te encuentras con un coche aparcado que no esperas...

Hay cosas tremendas. Dice Salvador que, en alguna ocasión, ha tenido que aguantar que algún conductor le haya recriminado por golpear con su bastón la reluciente carrocería de un coche mal aparcado.

-Ya le digo... Se quejaba de que le podía rayar el coche. Tal vez hubiera preferido que me hubiera abierto la cabeza.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, sí, así es. Y no sólo en Madrid. Yo no soy minusválida, pero he tenido niños y ni te cuento lo que he tenido que hacer con los carritos. Verdaderas carreras de obstáculos a veces: coches aparcados en las rampas, en los pasos de peatones,ascensores ridículos,aceras con arbolitos donde se meten las ruedas en el alcorque, escalones por todos lados y ale! a cargar el carrito en brazos! Y ni te cuento cuando tuve que utilizar el carrito gemelar pq se llevan muy poquito tiempo. Nos hemos jugado la vida más de una vez así que vaya mi solidaridad con todos los minusválidos porque quedé más que sensibilizada con el tema. Olga.

Samuel dijo...

No me es necesario ser discapacitado ni haberlo sufrido en mis carnes para solidarizarme con ello. Conozco y he conocido a algunos, y la verdad es que a veces lo pasan muy, muy mal. Hasta hace poco, por ejemplo, una persona en silla de ruedas no cabía por muchos ascensores, en el caso de que el edificio en cuestión lo tenga... Y cada vez que veo a un ciego intentando salir del metro, hay que guiarle hasta los tornos, porque con la marabunta de gente que no repara en él o ella, se desorientan de una manera muy mala. No entiendo como puede la gente pasar de ellos.

Un saludo Rodolfo, gracias por recordarnos quienes queremos ser.

CARMEN dijo...

Gracias por recordarnos su "viejo reportaje", ya lo leí cuando lo publicó en su día y me pareció estupendo. Han pasado los años y las cosa han cambiado bien poco.
Como Olga yo también soy madre, y he tenido que ir sorteando los miles de obstáculos que te encuentras con los carritos de los niños en las ciudades, y no es compareble del todo con lo que tienen que soportar los minusválidos. Vaya también mi solidaridad hacia ellos.
Un fuerte abrazo.

MaríaGabriela dijo...

Mitzi era una joven de mi universidad que estudiaba Bibliotecología. Todos la conocían. Irradiaba buenas vibras, de esas sinceras.
Sin embargo, cada vez que debía moverse de una clase a otra necesitaba de la voluntad de quienes la pudieran transportar en su silla de rueda entre los cinco pisos de la casa central. Uno de la cogía en brazos y otro trasladaba su silla. Lo mismo ocurría cada vez que se marchaba a su casa, tomar el bus era un fastidio.
Hace sólo 3 años la Universidad construyó ascensores y ramplas para discapacitados. Tarde, si pensamos que durante 5 Mitzy tuvo que enfrentar no sólo las visicitudes académicas, sino también las de su traslado.
En países como el mío, falta mucho, mucho por hacer.

Adiós.

Laksmi dijo...

Gracias Rodolfo por hacer extensible nuestra particular gincana por las ciudades!!!!
Es cierto que de cada vez todo es un poquito muy pequeño más accesible.... pero se avanza tan despacito que muchas veces no lo percibimos.
Saludos!

Anónimo dijo...

No me gusta la palabra minusválido porque literalmente significa que se vale menos.Ya sé que Olga y Carmen no la han usado peyorativamente, pero, con su permiso, quiero aclararselo.Creo que la palabra más correcta es la de discapacitado.

Todo podría resolverse de una manera simplísima desde mi punto de vista:involucrando en el diseño y la construcción de edificios públicos y privados a los distintos colectivos de discapacitados(sordos, ciegos´,motóricos...)porque ellos saben como nadie lo que necesitan, que por otro lado no entra en contradicción con lo que necesitamos los demás.Insisto, para todos sería más cómoda una ciudad accesible.
Y otra cosa, hay que exigir que la ley sea punitiva y castigue economicamente a los constructores o propietarios que hagan nuevos edificios no adaptados, claro que a lo mejor así los primeros que tendrían que pagar serían muchos de los organismos públicos.

Han pasado ocho años y su artículo está de plena actualidad.Más que de pena es de vergüenza.

Gracias otra vez,Rodolfo.

CarmenS dijo...

Mientras no solucionemos esta situación que supone una cortapisa para las personas con algún problema de movilidad, no podremos presumir de tener ciudades dignas, modernas y confortables.
Yo veo todos los días a unas chicas con bastón sorteando obstáculos por mi calle y, luego de admirar su entereza y su buen humor, me irrito porque no hay sensibilidad en las empresas o en las instituciones para facilitarle la vida a quien no ve o necesita una silla de ruedas o unas muletas para desplazarse.
Incluso en los colegios hay problemas para que un niño en silla de ruedas pueda llegar a su clase. ¿No resulta vergonzoso?

Verónica dijo...

Esperemos que las cosas empiecen a cambiar para poder facilitar el día a día de estas personas.

Gracias por pasarte Rodolfo, si te gusta estás invitado cuando quieras.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

POdemos estar muy concienciados del tema, se pueden aprobar un montón de leyes y decretos para hacerlas efectivas pero estamos a años luz de que sea algo tan normal y asumido por todos, como para que no haga falta poner parches en edificios públicos ni levantar las aceras ya construidas para adaptarlas. La accesibilidad real debe ser aquella que no se nota que existe, aquella que no necesita de leyes para que se eliminen las barreras arquitectónicas; se trata de diseñar y construir para todos, pensando en todos. Que en una compañía aérea no nieguen volar a un grupo de discapacitados psíquicos alegando que en caso de emergencia no serán capaces de comprender las instrucciones (¿acaso el resto de pasajeros atiende y entiende a la azafata cuando explica cómo colocarse la mascarilla?)y tantas otras cosas...

J. Joaquín López dijo...

Pues vivan las analogías. Es exactamente como con la ley electoral (perdón si la analogía es demasiado descarada).
Como solo lo sufre una "gran" minoría pues nadie de esas GRAN GIGANTESCA mayoría hace nada.
Y maldita la gracia que le hace a la minoría que no es tal y que reivindica los mismos derechos.

Otro mundo es posible, lo que me pregunto todos los días es si es posible en este o en otro que aún no he podido encontrar.


Salud y un poquito de república.

Marga dijo...

Instancias como esta son las que van cambiando las cosas poquito a poco.
Un beso

Laksmi dijo...

Hola otra vez!!!
Os quería comentar que entre nosotros... (vaya, si hay confianza) nos llamamos "defectuosos". Buscando en el disco duro he encontrado un escrito de un gran amigo... irónico como él solo.. quién en clave de humor analiza las diferencias entre lo "normal" (personas sin discapacidad) y lo "anormal" (personas con alguna discapacidad, en este caso los defectuosos). Espero no herir la sensibilidad de nadie con este texto... y espero que lo disfruteis tanto como yo.
Os dejo, pues, con el Padre Ciego:

PRÓLOGO


“Bienaventurados los que dudan pues sólo a través de ella podremos alcanzar el auténtico conocimiento”



Hermanos, sed bienvenidos al templo de la verdad absoluta, al péndulo oscilante de la crítica hiriente, al paradigma de lo anormal, al punto de fusión entre lo mágico y lo real. El Padre ciego goza con vuestra presencia incondicional, con vuestro apoyo multitudinario y os invita a dejaros caer en un estado de semiinconsciencia y alienación en el que sólo mis palabras tendrán el poder de ilustrar pensamientos ambiguos. Abrid vuestra mente a este pozo seco de sabiduría cotidiana, al brillo desgastado de mis ideas vagabundas, anestesiando así toda capacidad de duda razonable y, permitidme al fin, ser el dueño por unos instantes de vuestras mentes cansadas y estresadas tras una larga y agotadora jornada. No utilizaré drogas ni programas de televisión aburridos, tan sólo el poder hipnótico de mis palabras y vuestra curiosidad, vuestros vicios y el morbo de saber, los cuáles harán de ustedes seres autómatas, fieles seguidores, fanáticos extremistas, fervientes creyentes, y harán de mí una entidad a la que respetar y venerar.

Dejad que os muestre el camino, que dirija vuestros ineptos pensamientos hacia el rotundo fracaso. Los defectuosos deberemos unirnos en un esfuerzo metaintelectual para conseguir derrotar a la normalidad, esa gran falacia, ese constructo social ambiguo, ese estereotipo imposible, esa ilusión mental que nos inculcan desde pequeños y que en su versión más radical es caldo de cultivo de movimientos ultraderechistas. Permitidme recrearme en la defectuosidad, en la diferencia como proceso aditivo, en la diversidad como valor añadido, en la rareza como factor de creatividad, pues es la diferencia y no la normalidad lo que permite evolucionar, es el conflicto y no el consenso el que provoca el progreso, son los errores y no los aciertos los que mejor nos enseñan a no fallar.

Los defectuosos, como minoría social, sólo tenemos dos opciones. Perdernos en el anonimato de la gran masa o sublevarnos, reivindicar un cambio lingüístico, de aptitudes, de actitudes, de formación, de información, de cultura,de políticas, de sociedad, en definitiva, un cambio social que dignifique aún más el rol del defectuoso en el siglo XXI.

Para ello disponemos de suficientes recursos. En primer lugar, contamos con la infravaloración que de nosotros hacen los que utilizan la normalidad como bandera. En la guerra como en el amor no hay nada tan peligroso como subestimar a tu rival. Su narcisismo mal entendido nos otorgará como mínimo una oportunidad y el éxito de nuestra misión radicará en no desaprovecharla. En segundo lugar debemos confiar en nosotros mismos y en nuestro intelecto para superar los innumerables contratiempos que encontraremos por el camino. Por último, disponemos del humor, del sarcasmo, de la ironía, el mejor antídoto para combatir la desesperación. Sus armas, sutiles, resultan aún más peligrosas por no parecerlo. La ignorancia, el lenguaje, los medios de comunicación, la política, el anonimato, etc, son algunas de ellas.

Ayayema dijo...

Fuerte realidad, pero no te creas que por mis tierras las cosas andan mejor... nosotros tenemos los mismos males... hasta en las elecciones...
Saludos.

pennylanebcn dijo...

Rodolfo, como siempre, es un placer leer tus artículos. Das siempre muchísimo en qué pensar y haces que queramos saber más sobre cada tema que comentas. Yo siempre acabo investigando y consigues que me implique totalmente en temas de denuncia social, de injustícias, de política.

Siempre he considerado muy enriquecedor leer artículos de opinión de todas las ideologías posibles para poder así ver todos los puntos de vista y todas las lecturas de un mismo tema. Creo que todas aportan siempre algo nuevo a tener en cuenta y que hace que la visión que uno tenga de las cosas se amplíe considerablemente y abarcar así más "tonos de gris", porqué las cosas nunca son o blancas o negras.

Admiro muchísimo la valentía, la fuerza y la voluntad de todos los discapacitados capaces de encontrarse diariamente con una batalla con cada acto cotidiano, y aún así siguen sonriendo y con unas ganas de vivir verdaderamente envidiables.
Está claro que aún debemos sensibilizarnos mucho más para poder conseguir que un día puedan ser tan independientes como cualquier otra persona. Y debemos denunciar entre todos cada barrera que veamos por la calle para que poco a poco todo se vaya adaptando o diseñando desde el principio de forma completamente accesible para todas las personas. Que la administración vea que es un problema de urgente solución. No sólo con ayudas y subvenciones se arreglan las cosas.

Regina

Den Lille Havfrue... dijo...

Sin que parezca, en absoluto, que fribolizo con este tema. Todo lo contrario, creo que tod@s aquell@s que no sufrimos ningún tipo de minusvalía tendríamos que ayudar más en esa (no sé si bien o mal llamada) 'discriminación positiva' para ir eliminando todas las barreras arquitectónicas (y de otro tipo!!!!) y hacer que, en muchos aspectos de sus vidas, su cotidianidad sea como la de tod@s aquell@s que no tenemos ninguna minusvalía.
Pero hace unos días me hicieron llegar este link, de una actuación de "Hand-in-hand" ballet, y me sorprendió por su belleza y por el espíritu de superación que me transmitió.

http://www.youtube.com/watch?v=LnLVRQCjh8c

Repito, no pretendo restar importancia al tema, sino añadir una nota de color ante una cuestión importante que olvidamos al no sufrirla directamente.

Un abrazo, y pido disculpas si hay que pedirlas.

....sariTa!!!* dijo...

Buenas noches. Hace un poco que leí esta entrada y no podía irme sin decir nada sobre este tema. El problema, es que empecé a escribir y la cosa quedó un poco larga, así que he decidido ponerlo como una nueva entrada en mi blog. Espero su visita.

Un saludo!

Camilo Velazquez dijo...

Creo que el problema existe en todo el mundo, aqui en México en todas las aceras existen rampas para el uso de sillas de ruedas, solo que están diseñadas para que sea imposible subir por ellas. En el metro, existen elevadores especiales que no funcionan o están en proceso de funcionar. Es lamentable.
Por otra parte, en México es discriminatorio decirle a algún discapacitado minusválido, pues al decirle así, pareciera que lo hace menos ante la sociedad, sin embargo, discapacitado se les dice por que cuentan con distintas capacidades, en España es igual? un saludo

(F) Erika dijo...

hola rodolfo, has leido http://ladykuei.blogspot.com ?
alli publique un artículo de la discapacidad en chile... el futuro que le esperaba a mi hijo alli, con síndrome de down.